Territorios de Paz, desde los Pueblos y Barrios originarios hasta las colonias urbanas en la CDMX. 

Autor Congresistas
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Nancy Pérez García

La identidad territorial se vive en contextos distintos, pero con efectos semejantes en cohesión y construcción de paz. En los pueblos originarios, el vínculo está profundamente arraigado en la historia, la espiritualidad y las formas comunitarias heredadas.

El barrio de Caltongo, por ejemplo, uno de los más antiguos de Xochimilco, conserva una fuerte identidad ligada al agua y a la tierra. Su nombre, “lugar de los embarcaderos”, remite a la relación vital con los canales y chinampas, que no solo sostienen la vida agrícola, sino también la organización comunitaria. Las fiestas patronales, las mayordomías y la memoria de los antepasados mantienen un tejido social que resiste al despojo y al deterioro ambiental. La defensa del lago, de los humedales y de las tradiciones es, en sí misma, una práctica de paz y el proteger el territorio es proteger la vida colectiva. La identidad territorial en barrios y pueblos originarios puede entenderse a partir de:

-Raíz histórica y ancestral. La relación con el territorio es milenaria. No solo es un espacio físico, sino también sagrado: la tierra, el agua, las montañas y los bosques son parte de la vida espiritual y comunitaria.

-Organización comunitaria. Se expresa en asambleas, cargos comunitarios, mayordomías y fiestas patronales. Estas prácticas fortalecen el sentido de colectividad y crean normas internas de convivencia, respeto y resolución de conflictos.

-Lengua y cosmovisión. El idioma, los rituales y las narrativas orales transmiten la memoria del territorio, generando una identidad profundamente ligada a la naturaleza y a la historia común.

-Defensa del territorio. La identidad se convierte en motor de resistencia frente a proyectos extractivos, despojos o políticas que amenazan los bienes comunes.

En las colonias urbanas, en cambio, se teje desde la cotidianidad, la memoria barrial y las luchas por preservar espacios comunes. Por ejemplo, la colonia Portales es un espacio urbano consolidado, nacido a principios del siglo XX como fraccionamiento. Su identidad no proviene de raíces ancestrales, sino de la vida cotidiana de sus calles, mercados y parques. El tianguis de la Portales, los mercados tradicionales, la memoria de vecindades y la presencia de actividades culturales han creado un sentido de pertenencia entre generaciones de vecinos.

En años recientes, la presión inmobiliaria y la inseguridad han impulsado redes vecinales y colectivos ciudadanos que se organizan para preservar áreas verdes y la convivencia barrial. En este caso, la identidad territorial no surge de un pasado sagrado, sino de la experiencia compartida y la defensa de lo común en un entorno urbano cambiante. La identidad territorial en colonias urbanas puede entenderse a partir de:

-Raíz social y barrial. El territorio no suele tener la misma carga ancestral, pero se resignifica a través de la vida cotidiana: el barrio, la calle, el mercado o el parque, las canchas, se vuelven referentes de pertenencia.

-Redes vecinales. La identidad se construye mediante la organización frente a problemas comunes: seguridad, servicios públicos, presencia de desastres, defensa del espacio público, etc. Estas prácticas refuerzan lazos comunitarios y previenen el aislamiento.

-Cultura urbana. El arte callejero, la música, las canchas, los murales, las artesanías y las fiestas locales son expresiones que consolidan la memoria barrial y dan visibilidad a la identidad colectiva.

-Resistencia al desarraigo. En contextos de violencia, gentrificación o despojo urbano, la identidad barrial se convierte en una herramienta de defensa: “esto es nuestro” se afirma frente a la amenaza de pérdida del espacio de vida.

Ambas expresiones, aunque distintas, contribuyen a crear territorios de paz. Aunque sus raíces son distintas, tanto Caltongo como Portales muestran que la identidad territorial actúa como un factor de cohesión y de resistencia frente a dinámicas de violencia, despojo o fragmentación.

En Caltongo, se manifiesta en la continuidad de tradiciones ancestrales y en la defensa de la naturaleza; en Portales, en la organización vecinal y en la defensa de lo común frente a dinámicas de fragmentación. En ambos casos, la identidad territorial funciona como mecanismo de cohesión social y como base para la construcción de paz.

Si bien, la identidad territorial no se expresa de la misma manera en pueblos o barrios originarios, que, en colonias urbanas, en ambos casos cumple la función de generar cohesión social y sentido de pertenencia, que son bases para la construcción de territorios de paz.

Lo anterior permite tener un horizonte la importancia de la identidad territorial para avanzar hacia una paz duradera en la Ciudad de México.

@nancyperez_g
LinkedIn. Nancy Pérez García

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