En juego la elección de las presidencias de las mesas directivas, una, la de la Cámara de Diputados a favor de Santiago Creel como parte de un acuerdo, en el Senado de la República en una silenciosa disputa, cuando hay un merecedor por sus resultados legislativos se apuntala el senador poblano Alejandro Armenta Mier.
Robustecido el horizonte electoral con una sucesión presidencial adelantada y en puerta la elección de los gobernadores del Estado de México y de Coahuila. Las luces hacia el Congreso empiezan a encenderse, también animadas por la efervescencia electoral que ha distinguido a la administración lopezobradorista y presiona a la construcción de una oposición competitiva entre una mayoría a la que se le recomienda unidad a su apetito de triunfos.
Se integra al paisaje de una democracia que se exige y se reclama el fortalecimiento de un Congreso de la Unión como representación popular, identificado como los intereses de los ciudadanos y de facto del equilibrio entre Poderes.
En este escenario no está despojado de color político la ruta de las precandidaturas presidenciales y menos el relevo hacia la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y a las gubernaturas, tampoco marginal a senadores convencidos de sobradas prendas para animar la contienda a la que se agrega la de la relección.
En esta ruta las dos presidencias de las cámaras del Congreso de la Unión, una, la elección de la Presidencia de la Mesa Directivas de la Cámara de Diputados y otra, la de la Cámara de Senadores, se juegan en un contexto de las expectativas de tres reformas constitucionales apuntando a la Guardia Nacional, Reforma Electoral, la suspendida Reforma Eléctrica con la súper propuesta energética que colocó al litio bajo el total dominio de la Nación y como el as en la manga del Presidente de la República y como ariete del trabajo parlamentario a lo largo de tres años del senador poblano de Morena Alejando Armenta Mier, también presidente de la Comisión de Hacienda, constructor de la reforma a la Ley Minera privilegiando el dominio del Estado mexicano sobre sus recursos.
Más allá de lo anecdótico y el inmediato atractivo que suelen resultar las luchas que puedan tener los ebrardistas, scheinbaunistas, augustistas, monrrealistas, loprezobredoristas, están las fracturas y reforzamientos de una sociedad plural que vive profundizada en las diferencias económicas, sociales, políticas y culturales.
La pobreza se agudiza y arrastra la esperanza que se expande y atrapa a otros sectores sociales.
La Cámara de Diputados vive el paso del relevo a la Presidencia de la Mesa Directiva que obtuvo el veracruzano Sergio Gutiérrez Luna, sigue la pista de los acuerdos legislativos que para el segundo año de la Legislatura por acuerdo entre partidos resulta a favor del PAN, colocando en la Presidencia al diputado Santiago Creel, quien igualmente se ha declarado abiertamente como aspirante a la candidatura presidencial de su partido y en el marco de la alianza PAN, PRI y PRD, lo que nos pronóstica intensa competencia.
Queda para el primer año de la LXV Legislatura en la Cámara de Diputados repensar los criterios empleados para evaluar un ejercicio anual caracterizado por la denostación a los consejeros electorales, las amenazas de juicio político, las acusaciones de traición a la patria de los legisladores de la oposición por no suscribir las legislaciones propuesta.
Dónde quedó la gobernabilidad democrática en una de las cámaras del Congreso que orientó sus recursos en Comunicación Social no a la socialización de las leyes, de la promoción de una cultura y educación legislativa sino a promover la candidatura del presidente de la Mesa Directiva a la gubernatura de Veracruz y a dejar al margen la reforma pendiente al 134 constitucional en materia de Comunicación Social y publicidad de Estado que alimenta los excesos presidencialistas.
En la Cámara de Senadores el relevo en la Presidencia de la Mesa Directiva tiene otros pesos y volumen, va por otra narrativa y escapa a la lucha que se libra entre morenistas con morenistas, quienes gravitan entre los liderazgos de fracciones ya perfilados en el relevo presidencial como es el grupo que se aglutina en torno a la candidatura de la Jefa de Gobierno, a favor de las aspiraciones a la candidatura Presidencial de Morena, del secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard Casaubón, Adán Augusto López de Gobernación o del senador Monreal Ávila que luce sobrados méritos y en el centro de la construcción de una candidatura surgida de una exigible elección interna.
En el escenario de la renovación de la Mesa Directiva también destaca la reconocida trayectoria de la Sen. Olga Sánchez Cordero, en un escenario expectante de un paquete de reformas constitucionales y en donde la sucesión a la presidencial del 24 luce a todo vapor, a la par de que se intensifica y distingue entre sus filas un senador que, al ser invitado a la reunión multitudinaria de militantes en Coahuila, reafirman su integración formal a la contienda interna en competencia abierta con Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum y Adán Augusto Álvarez que intenta conjurar el posible riesgo de fractura.
Las cámaras del Congreso son como es natural un centro de presión política que se consolida con la presencia los liderazgos políticos de los partidos, pero también con la presencia de los intereses de los gobernadores, cuya actuación empezó a desdibujarse gradualmente con la pérdida de la dinámica de la Conago, con el protagonismo presidencial y el ambiente electoral.
Sin duda en la construcción de acuerdos entre los sectores y el gobierno federal, el Senado de la República ha tenido un desempeño relevante en la urdimbre de un nuevo tejido político que está reclamando el país. Y es que estamos ante un escenario que en el extremo muestra un presidencialismo que no da señales de brindar respuestas a los problemas nacionales pero tampoco resuelve asuntos fundamentales como es la representación y la participación social, refuerza y abre la comunicación que nutre una gobernanza democrática ni se puede mantener en un puño a un puñado de elegidos y el tono y timbre de una única voz que se ha convertido en la intérprete de una realidad que no conjuga con otras voces ni recoge con realismos la cotidianidad.
En el Senado la Presidencia de la Mesa Directiva que puede o no dejar la ministra en retiro Olga Sánchez Cordero, deja un precedente jurídico de la lucha entre las fracciones morenistas entre los que privó una conducción que se traduce en una serie de acuerdos y negociaciones y la conducción de un interesante debate jurídico- parlamentario.
El nivel legislativo y la calidad de la argumentación no parece entrar en conflicto cuando hay elementos como candidato a la presidencia de la Mesa Directiva del senador poblano Alejandro Armenta a quién se puede reconocer por la elaboración de la reforma minera que resuelve a favor del Estado el dominio sobre el litio.