Mesa de Redacción
El inicio del sexenio de la Presidenta Sheinbaum se caracteriza por turbulencia doméstica e internacional.
Desde el punto de vista del equilibrio de poderes y contrapesos institucionales, la República Mexicana salió perdiendo. En teoría, los partidos políticos existen porque tienen una plataforma ideológica sólida y planes de gobierno y política pública que buscan impulsar a través de sus representantes populares que se desempeñan en el Congreso. Por eso existe precisamente un Congreso, para debatir ideas, negociar planes de política pública y llegar a consensos, entendiendo que la negociación y el debate respetuoso son presupuestos del estado democrático de derecho que expresa la voluntad popular a través de la legislación. Asimismo, se debe entender que el país es plural y hay necesidades de todos los sectores poblacionales de México que deben atenderse.
El estado democrático de derecho “a la mexicana” es endeble y variopinto, porque funciona solamente en su aspecto electoral, ya que los representantes populares que hoy se desempeñan en el poder ejecutivo y en el poder legislativo, detentan sus oficios de forma legítima y democrática. Pero hasta ahí llega el funcionamiento ordenado de nuestra democracia.
En la primera semana de diciembre de 2024, senadores de Morena y del PAN protagonizaron un vergonzoso episodio de falta de control de emociones, de piel delgada, ego herido y dolorosas acusaciones que levantaron ámpula. El senador Yunes era panista, lo cual implicaba que su ideología política se alineaba con los principios y postulados de ese partido. No obstante, decidió “cambiarse” a Morena por supuestas convicciones personales. El voto de Yunes tenía gran peso para Morena, porque le da la mayoría que necesitaba en el Senado, especialmente en el contexto de la aprobación de la reforma al poder judicial. Ese valor, como moneda de cambio, se ha expresado en voces populares y de “Fuenteovejuna” que acusan un trueque del voto de Yunes a cambio de la eliminación de órdenes de aprehensión en su contra. La etiqueta de traidor lo seguirá siempre, porque México vive una etapa de transformación vigorosa y accidentada, en la que se están reacomodando los cimientos del futuro político del país. Y lo que pase en esta legislatura, va a ser definitorio del futuro de México por al menos dos generaciones. Así, la traición de Yunes para salvarse de las órdenes de aprehensión, se expuso por parte de un senador del PAN, y la acusación pareció caer y tocar fibras sensibles que hirieron y calaron en lo profundo, al grado de que un hombre de la edad de Adán Augusto López perdió los estribos para buscar la confrontación y la agresión física con los senadores panistas. Ese espectáculo, tal vez sea una muestra de la calidad y madurez parlamentaria que le espera a México. Pero no nos engañemos con ideologías. Cuando se trata de poder, lo que importa es llegar, entrar al cofre mágico del presupuesto, los contratos gubernamentales y las influencias políticas; y no ayudar al país. Eso de que “La Patria es Primero”, como se lee en la sede del Senado mexicano, es una gran mentira.
En la arena internacional, la turbulencia va a venir de la relación con Donald Trump. La Presidenta de México tiene mucha más educación, personalidad e inteligencia académica y emocional que el Presidente Trump. La calma y la prudencia serán buenas consejeras de nuestra Presidenta, quien sabe que Trump en el fondo no podrá realizar sus planes de deportaciones masivas, y lo ha logrado exponer como un mentiroso, y lo hizo con mucha clase. Nuestra presidenta dijo que Trump “tiene su forma de comunicar” y, en realidad, lo que puede interpretarse es que ella sabe que Trump le seguirá hablando a su electorado y le creerán, independientemente de la verdad o los hechos. La doctora Sheinbaum seguramente presentará planes de coordinación y colaboración al equipo del presidente Trump, los cuales sustituirán sus salvajes promesas de campaña y, seguramente, modularán mejor la relación bilateral y servirán mejor a los intereses de ambos países, pues la colaboración es mucho más realista que las ilusorias promesas de campaña. La forma de lidiar con Trump que está adoptando la Presidenta es idónea. Ella se ha adelantado a presentar su voluntad de colaborar, en lugar de ignorar a Trump, confrontarlo o simplemente seguirle el juego o ser omisa a esperar las acciones de aquel.
La república presenta retos de permanencia y estabilidad en diversos estados. Destaca la situación de inestabilidad política y violencia sectorizada en Chiapas y Sinaloa, principalmente. Esta violencia no es novedosa ni es un reflejo de ingobernabilidad, sino el resultado del reacomodo de poderes entre la delincuencia organizada. El responsable de la seguridad de país, Omar García Harfuch, está presente en ese estado y cuando menos se atienden las emergencias mucho mejor que en el sexenio anterior. Esta es una señal de fortaleza que nos brinda un asomo de que, en esta administración, habrá más orden y menos violencia en el interior de la república.
Son grandes los retos que enfrenta la doctora Sheinbaum, pero merece el beneficio de la duda como cualquiera de sus antecesores. Son discretas las diferencias con su antecesor y claramente orienta su política de forma distinta, pero todavía es temprano y habrá que darle tiempo para estabilizar la gobernación interior. Sobre los retos exteriores, estos están fuera de su control, pero su forma de abordarlos muestra más orden y lógica política que la de sus antecesores. Esto es consecuencia de la mejor educación de la Presidenta, en comparación con AMLO, EPN, FCH y VFQ.