Claudia Valdés
Mientras el sol de la presidenta asciende en el cenit sagrado del valle de México, otras estrellas se precipitan para perderse entre la opacidad de su brillo. No hay testimonio como carta certificada que pueda rescatar algún observador a favor de otros operadores celestes. Los eclipses se anuncian alineados unos hacia el sureste, y otros por el noreste; ensombreciendo el senado, la cámara de diputados, los congresos locales o los gobiernos estatales.
Resalta el sincretismo en el paisaje, unos peregrinan hacia la virgen de Cupilco y otros se cobijan bajo la imagen del santo niño de atocha, y para muestra el botón que nos ofrece el diputado Flores ex fundador del partido encuentro social y presidente de la sección instructora, encargada de la procedencia del análisis de la denuncia en contra de uno de sus miembros por supuesto abuso sexual.
Entre tanto atajo dentro del laberinto del poder no hay quien pueda atemperar la luminosidad que va adquiriendo la presidenta de la república, ya sea gracias al mismísimo presidente norteamericano, quien ha decidido promover el gobierno de su homologa al sur de sus fronteras.
Como que hay señales apuntando que la titular del poder ejecutivo de México, pueda incidir en la construcción de un liderazgo horizontal en la región latinoamericana, que aporte a la nueva geopolítica para superar los acuerdos de Breton Woods, algo que no le parecería descabellado al presidente Trump.
Tras su reciente viaje a Honduras y ya en el umbral de la escena latinoamericana, Claudia Sheinbaum, alimenta las reflexiones de lo que se espera de la regionalización del continente.
La presidenta mexicana viene marcando un ritmo en su gestión que, sin la compañía del senado, de la cámara de diputados, de los líderes partidarios y de otros aspirantes a caudillos políticos, viene liderando con comodidad y prudencia, cuando un nuevo mundo no termina de anunciarse.
Y es que pareciera que la presidenta mexicana ha sabido interpretar la piedra de obsidiana con la que se intenta dividir el corazón de Copil ante la atónita mirada de sus opositores.
Habría que observar hacía gobernación en donde la secretaria Rosa Isela Rodríguez va conduciendo las riendas de la responsabilidad política al servicio de un nuevo orden, que no desorden, que podría afectar la tranquilidad de los protagonistas políticos ubicados en las diferentes esferas de gobierno.
Cómo se gobierna el país, debe de estarse preguntando el senador Adán Augusto López, que vivió un par de años en el cargo de secretario de Gobernación compartiendo con Ricardo Monreal el liderazgo del poder legislativo, encabezando la conducción de las reformas para un nuevo régimen.
¿Hay quienes se preguntan si Adán Augusto experimentó las cargas más duras que le hacían parecer presidenciable?
Actualmente, el senado parece desmoronarse fulminado por las ambiciones de poder de algunos de sus integrantes, en el que no faltan jóvenes mujeres que se exceden en los insumos para la movilidad de sus campañas, apuntando a la necesidad de la transparencia de los recursos, a los derechos de la comunicación y de la construcción de ciudadanía.
Pareciera que con el actual liderazgo en la cámara de senadores se intentara borrar esa historia de la construcción de ciudadanía bajo los pilares democráticos de un nuevo régimen.
Hasta cuándo en los rincones de morena sus legisladores pretenden atajar los impulsos que mueven el impulso de otros actores del morenismo que se identifican con la titular del ejecutivo federal.
Muestras sobran de que la doctora Sheinbaum se consolida, no sólo al interior del país, sino más allá de nuestras fronteras; mientras que otros aspiracionistas que animaron el corcholaterio palidecen, pero lo más grave opacan los méritos adquiridos, ya sea por amistad con el expresidente López Obrador como compañeros de causas políticas que podrían estar en deuda.
Ni uno, ni otro, ni aquel, se han ocupado en reconocer que la doctora Sheinbaum asume la presidencia en las condiciones más difíciles de su historia y que señala sobre la necesidad de crear una nueva clase política que parece demandar el nuevo orden político con un centro democrático y social, no sólo en nuestro país, sino en todo el mundo.
¿Qué le esta sucediendo al poder legislativo? Hay quienes dicen que lo que le pasó al poder judicial, ha roto sus vasos comunicantes, ha perdido los vínculos con la realidad social hasta olvidar su sentido original y los componentes que lo vinculan con el resto de los poderes: la representación popular.
Ese juego de espejos sobre la superficie encuentra su origen y nos lleva a reflexionar con una clave sencilla expresada por Jurgen Habermas sobre la legitimidad de los actos de comunicación, la dialéctica sobre sus procedimientos y la validez como acto de legalidad.
Es evidente que los tres poderes caminan por sendas diferentes respondiendo unos a sus propios intereses y al olvido de sus puntos de equilibrio sentido, sin duda los líderes del legislativo se sienten con suficientes cualidades para conquistar el poder ejecutivo, solo falta el elemento de validés, legitimidad y legalidad.