Elio Villaseñor
Felicidades a todas las maestras y maestros, por ser faros en nuestro camino de formación y por acompañarnos con paciencia, entrega y profunda vocación.
Con cada lección y cada gesto, siembran en sus alumnos la chispa de la curiosidad, el deseo de aprender y la posibilidad de transformar.
Son compañeros de viaje que nos ayudan a descubrir horizontes, a construir pensamiento y a darle sentido a lo que somos y vivimos.
Nos dejan huellas imborrables: nos enseñan a leer y a escribir, a entender matemáticas y historia, a admirar la belleza de la naturaleza, y a aplicar el conocimiento en la ciencia, el arte y la vida cotidiana.
Como Sócrates, que guiaba a sus discípulos con preguntas para que descubrieran por sí mismos la verdad, los buenos maestros de hoy continúan con ese arte de la mayéutica, despertando el pensamiento crítico y el crecimiento interior.
En esta era digital, su labor se vuelve aún más compleja y valiosa: no solo transmiten contenidos, sino que enseñan a navegar con responsabilidad y humanidad entre pantallas, redes y datos.
Valoramos profundamente a maestras y maestros por sus valores, su entrega silenciosa y su compromiso firme.
Apreciamos con el corazón su vocación, que forma en nosotros no solo estudiantes, sino seres humanos conscientes, sensibles y comprometidos. Su enseñanza no termina en el aula: vive en cada decisión, en cada acción, y en cada uno de nosotros.