El gobierno del presidente López Obrador que proviene de la oposición y de simpatías con la izquierda mexicana y latinoamericana tiene varias encrucijadas producto de algunas contradicciones de la izquierda que tienen un origen histórico.
En el México de la década de los 60s el PRI gobernaba sin oposición en todas las entidades federativas y municipios, quedaban muy pocos integrantes de los llamados cachorros de la revolución, esa clase política o militar que había participado de manera directa con los protagonistas de la revolución mexicana, o bien, con sus colaboradores cercanos, como Hermenegildo Cuenca o Marcelino García Barragán, quienes para 1917 eran tenientes o capitanes primero y que se desempeñaban como ayudantes de Estado Mayor.
Nuestro país en el juego de la diplomacia y por su posición geopolítica se convertía en el amigo que occidente y oriente querían tener. Las embajadas de países del bloque socialista, como URSS, Alemania del Este, China, y Yugoslavia, destinaban una gran cantidad de personal y recursos a sus representaciones en México. Cuba, por ejemplo, se convirtió en gratitud en un gran aliado del gobierno mexicano, toda vez que, desde territorio nacional, los hermanos Fidel y Raúl Castro junto con Ernesto Guevara, diseñaron el asalto al cuartel de Moncada de 1959, cuando Fidel era un modesto archivista en el IMSS.
También México fue el asiento de la formación de líderes latinoamericanos, como Edén Pastora, el “Comandante Cero”, cuando pasó por las aulas de la facultad de medicina de la Universidad Autónoma de Guadalajara. Nada qué ver con el rescate que hizo el gobierno mexicano de Evo Morales.
Por su parte, los Estados Unidos triplicaron la presencia de agentes de seguridad norteamericana en territorio mexicano para vigilar la actividad latinoamericana e internacional y desde México se ejecutaron operaciones internacionales que definieron el destino de varios países latinoamericanos, cuando el mundo se revelaba en imponer modelos políticos, económicos y sociales.
Mientras tanto el gobierno mexicano se encontraba en la paradoja política de apoyar regímenes latinoamericanos de izquierda, mientras que reprimía su propia izquierda.
La izquierda latinoamericana ha encontrado en una parte de la cultura, la que se acerca al espectro social, el espacio para formar nuevas expresiones o modelos del pensamiento político, económico y social. Pero también ha sido un nicho en donde coinciden movimientos de protesta social, subversivos, de guerrilla e incluso, antiimperialistas. Y México posee la mayoría de los estratos en que se divide el espectro de la cultura social, en donde se desenvuelve y conviven pensamientos de izquierdas radicales como las guerrillas latinoamericanas del último tercio del siglo xx, por cierto, cuya izquierda cultural no está del todo conforme con la política cultural.
Si bien hoy el gobierno no reprime su izquierda, pero en el desempeño de la administración de gobierno lleva varios pendientes que quizás sean heredados a la siguiente administración.