Rodolfo Aceves Jiménez*
México atraviesa una crisis de seguridad que exige respuestas contundentes, pero sobre todo inteligentes y coordinadas. Los números no mienten: más de 30 mil homicidios dolosos al año, territorios enteros bajo control del crimen organizado y una escalada de violencia que ya no distingue regiones ni estratos sociales. Sin embargo, lo más preocupante no son las cifras en sí mismas, sino la falta de coordinación en una estrategia integral que ataque el problema desde sus raíces. Durante años hemos visto cómo cada administración llega con su propio modelo de seguridad, desechando lo anterior sin evaluación alguna, mientras los cárteles se adaptan, se diversifican y fortalecen sus redes de corrupción.
El primer paso para construir una solución efectiva es reconocer que el problema es multidimensional. No basta con operativos militares o capturas espectaculares de capos, aunque sean necesarios. El Sistema Nacional de Seguridad Pública, diseñado precisamente para articular esfuerzos entre federación, estados y municipios, pareciera que hoy opera de manera fragmentada, con poca capacidad de inteligencia compartida y fuerzas policiales que en muchos casos carecen de entrenamiento básico y equipamiento adecuado.
Uno de los grandes pendientes es la creación de un verdadero sistema nacional de inteligencia que trascienda los ciclos sexenales, así como un Centro Nacional de Inteligencia autónomo, con capacidades técnicas y analíticas de vanguardia, que pueda rastrear no solo a los sicarios, sino las redes financieras que sostienen al crimen organizado.
Pero la inteligencia sirve de poco sin coordinación en mandos únicos estatales que eliminen la duplicidad de funciones entre policías municipales y estatales, muchas veces rivales entre sí. La Guardia Nacional, pese a ser un avance conceptual, sigue siendo una institución en construcción, sin arraigo territorial suficiente. También es necesario implementar fiscalías especializadas que trabajen con equipos interdisciplinarios donde militares, policías, analistas financieros y expertos en tecnología colaboren bajo un mismo objetivo. Las fuerzas armadas han demostrado ser un pilar en la lucha contra el crimen, pero su participación debe tener plazos claros y un plan de transición hacia cuerpos civiles profesionalizados.
Sin embargo, ninguna estrategia será sostenible sin atacar el cáncer de la corrupción. El control de confianza debe ser obligatorio para todos los cuerpos policiales, con evaluaciones periódicas y consecuencias reales para quienes fallen, en el que las escuelas de formación policial requieren homologar sus estándares a nivel nacional.
El componente más olvidado, y quizá el más importante, es la prevención social. Mientras haya comunidades enteras donde el crimen sea el único empleador disponible, ningún operativo militar resolverá el problema de fondo.
La cooperación internacional es otro eslabón clave. Estados Unidos debe asumir su corresponsabilidad en el tráfico de armas —el 70% de las armas ilegales en México vienen de allá— y en el lavado de dinero que ocurre en su territorio. Los éxitos en extradiciones y decomisos de los últimos años muestran que cuando hay voluntad política de ambas partes, los resultados llegan.
El verdadero reto, sin embargo, no es técnico sino político. Requerimos un Pacto Nacional por la Seguridad que trascienda gobiernos y colores partidistas. Medellín y Nueva York demostraron que incluso las ciudades más violentas pueden transformarse con estrategias consistentes aplicadas por décadas. En México hemos visto avances parciales en lugares como Juárez o Tijuana cuando hay continuidad en las políticas, pero cada cambio de administración suele traer consigo un reinicio doloroso.
La seguridad no es solo cuestión de balas y operativos. Es justicia eficiente, oportunidades económicas, instituciones sólidas y participación ciudadana. Exige abandonar la tentación de los golpes mediáticos y construir sobre lo que funciona, aunque los resultados no sean inmediatos.
*Es Maestro en Seguridad Nacional por la Armada de México
Correo electrónico: racevesj@gmail.com
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