El régimen del presidente López Obrador se centra, en la narrativa que su administración es la que detenta la cuarta transformación de México.
Esta cuarta etapa de la vida del país prometió disminuir drásticamente la corrupción, que la prosperidad se vea reflejada en las mesas de las familias mexicanas y, que la seguridad regresaría a los pueblos y ciudades de México.
Para estar en condiciones de que verdaderamente sea una transformación, se debe modificar los sistemas y subsistemas político, económico y social. La transformación de un país no sólo es de palabra o de buenas intenciones.
En lo político además de la consulta popular y la revocación de mandato, el sistema político mexicano debe depurar a aquellos individuos en quienes caiga la sospecha de vínculos con la delincuencia.
Por otra parte, el sistema económico no resiste la desproporción que representa un régimen fiscal de beneficios y excesos, como lo es, la consolidación fiscal o la abusiva devolución de impuestos a los grandes contribuyentes.
Este régimen económico está diseñado para que el patrón no comparta la totalidad del producto de las ganancias con los trabajadores, de tal forma, que la tan socorrida competitividad no es el factor principal para la distribución de la riqueza. Hay un desequilibrio en los factores de la producción.
Además las decisiones de política económica no han favorecidos los escenarios para atraer inversiones, aun cuando un indicador como lo es, el dólar, presente estabilidad. La cancelación del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México trajo un desequilibrio en las finanzas públicas, que ha sido necesaria la intervención de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para indemnizar a contratistas.
La derogación del modelo económico neoliberal parece una medida engaña bobos, a un modelo económico con impacto en lo político y lo social, cuando entonces se debe derogar las tecnologías de información y comunicación, que fomentan un modelo económico globalizado.
Por otra parte, no parece de momento que exista voluntad para modificar estructuras de Estado, que ejercen las funciones de gobierno, en la administración pública. Solo una valoración que estima la reducción y la no contratación de personal, de tal forma, que un empleado ha asumido funciones de uno o más empleados que fueron cesados.
Si se trataba de una reorganización administrativa, su planeación presentó deficiencias y en el fondo persisten las mismas prácticas, métodos y procedimientos para el desahogo de la administración de la función de gobierno de las anteriores administraciones.
En lo social, la transformación del país manda una mala señal cuando se censura, a personajes que hacen críticas a las decisiones de gobierno.
El Ejecutivo debe dar un golpe de timón a la seguridad del país. La creación de la Guardia Nacional es insuficiente, cuando algunos elementos de las policías tienen vínculos con la delincuencia, junto con la procuración de justicia para disminuir la impunidad.
Una transformación, como la independencia, la reforma o la revolución trajo consigo, un cambio cultural y de conductas en sus individuos. Es un cisma político, económico y social que, por el momento, no parece que todavía se vislumbre y, por tanto, la cuarta transformación por ahora sólo administra el gobierno, no transforma a el Estado.