A discusión en el Senado el Dictamen sobre el Sistema Nacional de Cuidados aprobada por la Cámara de Diputados, materia compleja que va directo a los territorios de los derechos humanos. El derecho al cuidado es de todos y todas. Le importa más a las mujeres porque ellas cuidan y su trabajo no de reconoce.
Clara Jusidman Rapoport, economista y especialista en política social en una interesante charla aborda el tema desde diferentes ángulos, lo que resalta un universo de gran complejidad, pero también el deterioro que han tenido los servicios que proporcionaba el gobierno, y el efecto que el encerramiento social debido a la pandemia, ha tenido en la distribución de las cargas de cuidado.
En interesante charla sobre el derecho al cuidado y el Sistema Nacional de Cuidados que están por discutirse en el Senado de la República, la maestra Clara Jusidman nos comenta que los cuidados son funciones que vuelven a recaer en las mujeres, muchas de las cuales han sufrido la pérdida de sus trabajos y sus ingresos porque tenían que estar atentas a que sus hijos e hijas estuvieran atendiendo la educación a distancia en la televisión o en la computadora, cuando disponían de estos equipos , para que estuvieran atentos y haciendo las tareas.
También recayó en las mujeres la atención de sus familiares afectados por la COVID cuando no eran hospitalizados y de aquellos otros con padecimientos que dejaron de ser atendidos por los servicios de Salud que se concentraron en la atención de la pandemia. Fueron las familias que tuvieron que enfrentarlo y aumentó el gasto al bolsillo en salud en un del 40%. Esto es, la pandemia echó para atrás avances que, si bien se habían venido deteriorando con el neoliberalismo al ir privatizando los servicios públicos. Al cerrar escuelas, al no poder atender enfermedades distintas al COVID, su cuidado regresó al seno de la familia y en particular, a las mujeres.
Actualmente, el Senado debe discutir si incluye en la Constitución el derecho al cuidado y a cuidar, así como el Sistema Nacional de Cuidados. Considero que el proceso de elaboración de leyes o de cambios constitucionales como es este caso, deben pasar por procesos de información y de diálogo con las personas y organizaciones expertas, con la población y con las instituciones que quedarán a cargo de concretar las disposiciones legales, además de ser debidamente divulgados para lograr la comprensión del sentido de los cambios. Así como la ley del Sistema que debe definir con claridad las responsabilidades, instituciones y órdenes de gobierno que se harán cargo de participar y desarrollarlo.
Son dos aspectos que deben tomarse en cuenta en la formulación de leyes, e incluso de ser posible estimar los recursos presupuestales y el tiempo que tomará establecer el Sistema. A veces las organizaciones sociales caen en la ilusión de pensar que si ya está en la Ley se va a concretar. Hay un enorme gasto de energía en la generación de leyes que se quedan sin hacerse operacionales e instituciones que no se crean porque no hay la voluntad política, ni el presupuesto para echarlas andar o no hubo una suficiente discusión con los responsables de ponerlas en operación. No se discute suficientemente cuál es el esquema que se debe y puede implementar. Lo comento por el caso de los institutos o secretarías de las mujeres.
Las posiciones que se debatían eran o poner una oficina muy cerca de la Presidencia de la República que obligue a que las distintas instancias públicas transversalicen el tema de los derechos de las mujeres o generas una institución autónoma con el riego de que se estime que eso es suficiente para atender los requerimientos de las mujeres. Otra opción es colocar la institución responsable bajo el manto de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público que procurará que en la elaboración de los presupuestos se considere la perspectiva de género.
Entonces tienes opciones que debes consensar. Cuando estás trabajando en legislar y desarrollar políticas públicas para grupos poblacionales sujetos a discriminación o vulnerabilizados tienes que combinar transversalizar la consideración de sus condiciones específicas en las políticas sectoriales y debes tener alguna institución que lleve a cabo las acciones que no van hacer las otras instancias , por ejemplo, capacitación, difusión y campañas de sensibilización, defensa de derechos; esas me parece que sí son funciones de instancias específicas. El riesgo es que si creas por ejemplo una Secretaría de la Mujer sin clarificar que todas las dependencias e instituciones tienen que tener perspectiva de género se piensa que si se trata de un problema de salud lo debe resolver la Secretaría de las Mujeres o el tema de la educación. Y entonces queda esto en una situación muy ambigua, es muy problemático. Muchas veces las organizaciones pensamos que si convencemos al Poder Legislativo de meter algo en una ley con eso ya se va a concretar en términos de desarrollo, instituciones, presupuestos y políticas y eso a veces, tarda años en concretarse.
Estaba leyendo precisamente que en Bogotá montaron ya un sistema de cuidados, y han empezado muy despacito a ponerlo en práctica, pero observan que “En Colombia llevamos siete años con este tema a nivel nacional y no se ha concretado nada”.
Entonces empiezan a nivel de los distritos en donde ven más necesidad de apoyo a las cuidadoras y van despacito montando la institucionalidad. Así que cuando una ley que te genera un requerimiento de atención específico, no se concreta en el presupuesto, en instituciones o asumiendo corresponsabilidades, se queda ahí puesto el tema, sólo en la ley. Creo esa es la experiencia de la realización efectiva de los Derechos Humanos (DDHH), incorporados en 2011 en la Constitución, se han vuelto parte del discurso, pero la crisis de DDHH que tenemos en este país es inconmensurable, entonces ese es el riego con el Sistema de Cuidados.
¿Qué puedo entender como Sistema de Cuidados?
Lo que hay que entender es que el Sistema de Cuidados, es eso, es un Sistema. Si tú te pones a pensar en la historia, digamos del cuidado, en un momento dado la estructura económica, era la familia que cuidaba a los hijos y los educaban y se preocupaban por su salud, su educación, su alimentación, con la revolución industrial, cuando en las familias tienen que dejar el hogar uno o varios miembros para ir a trabajar a las fábricas, entonces empieza haber una especie de asignación más clara de responsabilidad. Históricamente el cuidado se lo han asignado a las mujeres, pero en el momento que los hombres se tienen que desplazar hacia las industrias, se crea esa visión de que los hombres están en el trabajo productivo y las mujeres en el reproductivo y son las que están reproduciendo la mano de obra. Eso es como la visión del marxismo respecto del capitalismo, o sea, toda la actividad de reproducción queda a cargo de las mujeres y los hombres son los que salen a trabajar en las fábricas para generar valor de cambio, para obtener el sustento económico en una economía de mercado.
El Estado empezó a hacerse cada vez más responsable de algunas funciones de cuidado, digamos de desarrollo de la mano de obra y de construcción de los seres humanos. El Estado empieza a asumir la tarea de educar y de crear centros educativos, empieza a asumir la tarea de cuidar la salud y genera los servicios públicos de salud y luego empieza a apoyar la vivienda, el desarrollo de servicios a la vivienda, el acceso al agua. O sea, el Estado va asumiendo una serie de funciones que antes eran resueltas en el seno de las familias. Las mujeres iban al pozo o iban al río, recogían el agua; todavía hay mujeres que lo hacen.
Pero entonces el Estado empieza a reducir o apoyar las responsabilidades de cuidado de las familias generando servicios que contribuyen a cuidar a los miembros de estas y a construir seres humanos. En los estados de bienestar lo hace por la idea de apoyar el desarrollo humano y el florecimiento de la vida humana y en otros se hace por la idea de generar mano de obra de mayor calidad y con mayor productividad, esto es, era la preocupación de que la gente no se enfermara y faltara al trabajo, de que hubiera personal más calificado, etc. Hay diversas razones, pero el Estado empieza a asumir funciones de cuidado que anteriormente se realizaban en la casa y eran esencialmente realizadas por las mujeres.
¿Qué fue lo que sucedió en la época neoliberal?
Se empieza a reducir la calidad de los servicios de cuidado que estaban en manos de los estados. Y esto sucede no sólo en México o en América Latina, donde empiezas a perder la calidad de los servicios de salud, a perder la calidad de los servicios educativos. Sucede aún en los estados de Bienestar y la pandemia lo que puso en evidencia fue el abandono o la privatización de esos servicios de apoyo al desarrollo de seres humanos que habían sido asumidos por los estados.
Entonces, el sistema de salud sueco, o el sistema de salud inglés, estaba en condiciones muy deplorables, incluso el canadiense, ya no digas el mexicano porque empezaron a privatizarlos, a pasarlos a los sectores de mercado. Chile es un claro ejemplo, el último levantamiento es porque se privatizaron tantos servicios que antes daba el Estado y ahora a la gente no le alcanza para pagar lo que le cuestan esos servicios en el mercado, y eso genera un terrible malestar.
Sí tú quieres establecer un sistema de bienestar, tienes que poner claramente con participación de la comunidad, qué le corresponde a la familia, qué le corresponde al Estado, qué le corresponde al mercado y qué le corresponde a las personas por sí mismas, son cuatro agentes que intervienen en un Sistema de Cuidados. Participa la comunidad porque hay muchos servicios que también son prestados por organizaciones de la comunidad, por ejemplo, tienes guarderías, dispensarios que proporcionan las iglesias. Entonces, tiene que haber una especie de pacto social, de alguna manera explícito de quién se va a ocupar de qué cosas, además de mejorar la calidad de los servicios que proporciona el Estado.
Los sistemas de cuidado generalmente buscan que sea el Estado el que asuma responsabilidades y a veces es complicado porque significa presupuestos. Así sí tienes que buscar una ampliación de los centros de cuidado infantil, tienes que buscar una ampliación de servicios para personas adultas mayores, casas de día, en su caso, asilos, requieres presupuesto. En ello también pueden participar las organizaciones de la sociedad civil, así como empresas del mercado.
Pero la idea es que tengas conciencia de la importancia de los cuidados, creo que, en todo este tema, la preocupación de las mujeres es que se reconozca el aporte que hacemos en la construcción de seres humanos. No es solamente trabajo productivo lo que debe de contabilizarse, debe tenerse en cuenta el aporte que hacen las mujeres, digamos en la inversión inicial en los seres humanos y el hecho de que ellas no pueden salir a la parte productiva porque tienen que estar en la parte reproductiva, a veces lo pueden hacer con mucho gusto, pero la idea es que se reconozca que es un trabajo valioso.
Por ejemplo, en Beijing, eran las mujeres del Caribe y las mujeres hindúes, las más preocupadas por que se tomara en cuenta el aporte que hace el trabajo reproductivo, que es esencialmente un trabajo de cuidado, porque con ello serían reconocidas como seres valiosos; si no todo el reconocimiento es para el hombre: es el que va, trabaja, trae el sustento, etc. Es la concepción androcéntrica del mundo. Y las mujeres son subordinadas, tienen que hacer los trabajos en la casa, pero el tema es que no se les reconoce. Y entonces el reconocer el derecho al cuidado implica el derecho de cuidadora a cuidar, el derecho de la persona, o personas que son cuidadas, y el derecho al autocuidado, y entonces las mujeres que acaban cuidando y no tienen un valor por estar cuidando.
¿Ese reconocimiento se traduce en un estímulo?
No necesariamente. Mira, al estar viendo los servicios en la la Ciudad de Bogotá, era lo que yo estaba pensando. A veces, de repente te ocurre que te tienes que dedicar a cuidar a uno de tus padres, o que tuviste un chiquito, un niño con discapacidad y tú no tienes los elementos, no tienes las capacidades, no sabes qué hacer, no sabes a qué y a quién recurrir y entonces lo asumes como una tarea que te cayó del cielo.
Creo que hay todo un tema de capacitación para poder realizar esas tareas de cuidado con menos desgaste, con más tranquilidad, si no puedes incurrir en muchos errores. Es muy importante ir generando apoyos. Puedes tener apoyos de la comunidad, por ejemplo, grupos de madres que se organizan para cuidar a los hijos de aquellas que salen a trabajar, eso pasó mucho en Juárez. O mujeres que enseñan a otras a amamantar o a cuidar enfermos crónicos.
Tienes que encontrar mecanismos de colaboración, o de corresponsabilidad entre la comunidad, el Estado o comprando los servicios de mercado. Es reducir la angustia, liberar tiempo de las mujeres, es un tema que manejan mucho las economistas feministas cuando postulan el tema de cuidado, su preocupación esencialmente es que se libere tiempo de las mujeres y que los cuidados se hagan con calidad. Te doy un ejemplo, las guarderías que creo Margarita, la esposa de Felipe Calderón, cuál era el propósito, crear espacios para que las mujeres dejaran a sus hijos y ellas pudieran salir a trabajar. Uno decía “¿y qué pasa con los niños? ¿quién los va a atender?”. ¿Una señora que casualmente tiene un garage a donde los puede tener, sin tener la menor calificación para cuidarlos? De alguno modo era irresponsable porque, si bien liberas a las mujeres, estás arriesgando a la primera infancia a recibir un servicio de pésima calidad.
Entonces se trata también de equilibrios, la idea me parece es el lograr que las mujeres que quieran dedicarse a cuidar lo puedan hacer por voluntad propia. En un momento yo platicaba con la esposa de un doctor, y le decía “es importante que se desarrollen servicios de educación inicial, para que las madres puedan dejar a sus chiquitos ahí”. Ella me decía “oiga, yo no quiero dejar a mi niño en una institución, yo quiero criar a mi hijo, por los menos en los tres o cuatro primeros años”. Entonces es un trabajo colaborativo y tiene que hacerse de alguna manera, voluntario, de parte de las cuidadoras, porque ahora es un trabajo obligado y es un trabajo no reconocido. En la minuta aprobada por la Cámara de Diputados se incluye la posibilidad de que la mujer no acepte cuidar a alguna persona que requiere de cuidados. La sociedad deberá responder en ese caso, quién se puede hacer cargo.
Y el tema no es siempre una remuneración en efectivo, es el reconocimiento del aporte. Fíjate, cocinas, te dedicas a cocinar, llega tu familia come y se va, ni las gracias te dan, ni te reconocen el trabajo. Por lo tanto, una parte es mucho ese reconocimiento que las convierte en seres humanos valiosos. Entonces, las europeas, cuando yo defendía el tema ahí en Beijing, estaban aterradas porque pensaban: entonces el Estado tenía que pagarles a las mujeres todo su trabajo doméstico y decían: ¡de dónde demonios va a salir ese dinero! Pero la idea es que haya opciones, que haya posibilidades, que tengas espacios en donde tú puedas, por ejemplo, un día dejar a tus hijos y dedicarte a estudiar, a autocuidarte, a descargarte. A mí me parece muy complicado cuando se plantea en términos de retribución.
Otro tema vinculado a esto es que históricamente las ocupaciones femeninas han estado en tareas de cuidado. Si tú te fijas, el 70% de personal de salud en el mundo, son mujeres. Una cantidad muy elevada en el sector educativo también son más mujeres. Generalmente además no están en puestos de dirección, esos son ocupados por hombres. El trabajo de cuidado, aun el proporcionado por el Estado, es un trabajo que realizan mucho las mujeres. Entonces te lleva a una división sexual del trabajo basado en los roles asignados de género hasta que las mujeres empiezan a romper barreras y entran, por ejemplo, a tareas de construcción, de ingenierías. Hace 30 años tú no veías una mujer en la construcción y ahora las ves manejando maquinaria pesada, soldando, etc. Entonces esta división sexual del trabajo entre reproductivo mujeres y no productivo hombres, se refleja mucho en las ocupaciones que tienen las mujeres y las ocupaciones que realizan los hombres.
¿Es un tema de presiones?
El tema, que insisto, es de reconocimiento, porque las remuneraciones a las mujeres en trabajos “productivos” son generalmente más bajas, aunque desarrollen las mismas tareas que los hombres. A nivel profesional, por ejemplo, hay un 30% más bajo de remuneración a las mujeres que a los hombres. Entonces es un tema de reconocimiento del valor, del aporte que es al bienestar de los seres humanos y no es sólo la producción de bienes y servicios intercambiables o el aporte al Producto Interno Bruto. Es el aporte, insisto, al bienestar y yo digo a la construcción de seres humanos dignos. Entonces hay muchas opciones para ir concretando esos apoyos, yo te diría, en principio, ahorita, mejorar la calidad y recuperar los servicios que manejaba el Estado en materia educativa y en materia de salud como dos pilares fundamentales. Y luego tienes que desarrollar servicios específicos hacia poblaciones más vulnerables y que requieren de cuidado una parte importante de su vida, como son los niños pequeños, las personas mayores, las personas con discapacidad.
Es muy importante reconocer que el derecho al cuidado es un derecho de todos, no es solamente un derecho de esos grupos en condiciones de dependencia temporal o permanente, sino todos tenemos el derecho al cuidado y a autocuidarnos y tener tiempo para ello. Y una parte muy importante de ese cuidado tiene que ver con la construcción emocional de las personas, con la generación de afecto, de relaciones de solidaridad, de empatía. Cuando institucionalizas servicios de cuidado, esa parte a veces no es cubierta, entonces no es que todo el cuidado se proporcione por el mercado o por instituciones del Estado.
Las familias son un ámbito importantísimo de crecimiento y te diría mucho de la parte emocional de las personas de la construcción de identidad, de la forma de resolver conflictos que refiere al desarrollo de habilidades para la vida, las obtienes en el hogar y ahora más con las instituciones en donde ¡no toques al niño, no te le acerques!, que se ha generado en el ámbito escolar, esto ha destruido mucho la capacidad de las escuelas de también contribuir al cuidado y a la atención emocional de los niños y niñas. Ese es mi punto de vista, hay un aspecto de construcción en términos emocionales, de sentimientos, de formas de relacionamiento social, que son muy difíciles de sustituir por servicios proporcionados por el mercado o por servicios proporcionados por el Estado, entonces ahí te lo dejo.
Y la otra es que una parte importante es cambiar las relaciones al interior de las familias y redistribuir mejor el trabajo de cuidado y el trabajo productivo entre géneros y entre generaciones. Tradicionalmente son las mujeres y de las mujeres son las hijas o las abuelas, las que acaban haciendo este trabajo reproductivo y los hombres están exentos de ello. Es muy frecuente que sea la hermanita la que se encargue de cuidar a los hermanitos mientras la mamá sale a algún mandado, o es la hermanita la que limpia la casa y recoge y lava los trastes, mientras sus hermanos juegan.
Entonces hay que cambiar esas relaciones, tiene que haber corresponsabilidad al interior de las familias y no solamente es entre sexos, sino también entre generaciones y de esa manera crear personas con un sentido más igualitario, más equitativo, con una mejor distribución de responsabilidades en esta construcción de seres humanos. Para mí el cuidado es eso: es la construcción de seres humanos dignos.
Una irrenunciable dignidad como derecho
De esa dignidad a lo largo de la vida. Por eso no es fácil concretar, hay que definir como qué responsabilidades sí puede cubrir el Estado y cuáles debe de cubrir el gobierno federal, los estatales o los gobiernos municipales. Hay muchos servicios que sólo pueden ser dados a nivel municipal y adaptados a la condición específica en el territorio, pero por ejemplo, el Sistema Nacional de Educación, el de Salud, esos son sistemas que deben ser provistos con calidad y con accesibilidad por parte del Estado nacional. Creo que a nivel de las ciudades es posible desarrollar una serie de servicios de cuidado que permitan liberar a las mujeres de su tiempo de cuidado en ciertos momentos, que permitan capacitar a los miembros de las familias para realizar mejor sus tareas de cuidado y permitan que los hombres aprendan a hacer trabajos de cuidado y garantizar que sean servicios de calidad para las personas que van a ser cuidadas.
Eso es algo súper importante de plantear, o sea, no por liberar el tiempo de las mujeres tienes que descuidar la calidad del servicio que se proporciona a sus hijos o a sus padres. Entonces es un tema de acceso físico y económico a algunas instalaciones, pero también vigilar mucho la calidad de la atención que estás generando.
Se contemplan reformas constitucionales que tienen que ver con el 4º y el 73 constitucional. Es un tema muy complejo.
Efectivamente muy complejo.
Por esa misma complejidad me pregunto ¿los hemos discutido lo suficiente?
Creo que sí. Me ha tocado estar en foros, hay una organización que se llama la Coordinadora por los Cuidados o algo así integrada por académicas, legisladoras y mujeres cuidadoras. Cuando son sólo las feministas esencialmente que pelean el tema, su centro es la liberación del tiempo de las mujeres para que éstas puedan tomar las decisiones que quieran sobre su tiempo, es la batalla por la recuperación del “tiempo propio”, así lo llaman también, “el derecho al cuidado y al tiempo propio”.
Cuando entran al debate las personas que están al cuidado de personas con discapacidad, con enfermedades crónicas, etc., lo que les preocupa esencialmente es tener servicios adecuados para las personas que cuidan, además de la posibilidad de tener tiempo para ellas mismas. Entonces las prioridades varían según la posición en la que estás respecto a la provisión de cuidados.
Muchos foros en este campo sirven de descarga personal, de las situaciones personales agobiantes que enfrentan algunas y en las alternativas que ellas mismas han desarrollado. Si eso se tradujera en medidas de política por ejemplo: dialogar sobre ¿qué es en lo que tú piensas que deberían de apoyarte o apoyar lo que tú estás haciendo, quién lo debería de realizar? ¿lo que estás buscando es que tu marido asuma que tienen un niño con discapacidad y que él también ayude, o estás proponiendo que el Estado provea un lugar a donde puedas llevar a tu niño algunas horas o días para cuidar de él? ¿O quieres que el Estado te pague los servicios de cuidado que tu estás llevando a cabo?
O sea, se vuelve un espacio de desahogo, espacios de expresión de sus propias angustias, y entonces no contribuyes a la construcción de políticas, de propuestas. Creo que falta una discusión profunda de políticas que permita realmente ver cómo se distribuyen las responsabilidades y cómo se garantiza la calidad del cuidado. Los gobiernos se aterran porque piensan que, tienen que crear un gran sistema de cuidados, con nuevas instituciones y muy costosos, cuando se debe entender que se trata de desarrollar un sistema que articule aportes de diferentes instancias y de diferentes niveles de gobierno y que incluye a las familias, la comunidad y a las empresas. Entonces te diría que es muy difícil avanzar en la concepción y establecimiento de sistemas.
Tienes que discutirlo y cuando te vas a cosas que parecería que vas a derivar en un gran aparato los gobiernos se aterran, se aterran, los deslavan, los desconocen. Al final son pactos, pactos explícitos o pactos implícitos entre los actores que intervienen en el mundo del cuidado y por muchos años el pacto implícito era que las mujeres se tenían que hacer cargo de eso y con la emancipación de éstas se llega a cuestionar una cuestión que nos mantiene subordinadas al estar como responsables únicas del cuidado.
¿La ley habla de una corresponsabilidad?
Así es, por eso te digo, y generalmente se habla de la corresponsabilidad de cuatro actores, que son: la familia, el Estado, la comunidad y el mercado. Ese es un problema de las políticas sociales, es un tema que no se discute suficientemente y por eso tienes programas sociales que se repiten entre el Estado y la federación o entre los estados y los municipio, y no hay una estipulación y una clarificación de las responsabilidades, y entonces se desperdician muchísimos recursos, se duplica, por ejemplo, tú lo viste con las pensiones de adultos mayores, cuando genera López Obrador el programa en la CDMX y este es posteriormente asumido por el gobierno federal se empieza a reproducir en los gobiernos estatales y de repente hay una pensión universal a nivel federal, pero subsisten las pensiones estatales. Uno de los grandes problemas de la política social es la falta de articulación entre entidades y secretarías federales y entre órdenes de gobierno y eso le puede pasar al Sistema de Cuidados, cuando urge una visión de Estado. Un ejemplo podría ser la atención de la población indigente, este es un tema que debe ser asumido por los gobiernos de las ciudades, así como pequeñas unidades de rehabilitación distribuidas en los territorios de las ciudades para atender a personas con discapacidad que enfrentan problemas de movilidad.
¿Este es un tema de las visiones de los proyectos y programas o priva la inmediatez en lo electoral?
Es un tema de visiones de mediano y largo plazos. Lo que te digo, que muchas veces pasa con las leyes y por eso creo que ahora evalúan el costo que va a tener la aplicación de esa ley en acciones concretas. A mí me parece eso, absolutamente indispensable. Cuando tú emites una ley sobre un Instituto de la Juventud o sobre un sistema tienes que definir qué significará en términos operativos y qué presupuesto se va a requerir para echarlo a andar, y si necesitas modificar responsabilidades de instituciones que ya existen o si necesitas crear alguna institución. Eso muchas veces, o por muchos años en México no se ha hecho, entonces por eso tienes, así como legislación con buenos deseos, pero que no se traducen en realidades. No bajan a los ciudadanos, no se hace una evaluación de las implicaciones concretas en instituciones, programas y presupuesto o en obstáculos para aplicarlas. Mucho proviene de las élites no solamente en las élites económicas, también de las élites políticas, de las organizaciones que pueden tener influencia, que a veces creen interpretar lo que están pidiendo los ciudadanos. Ojalá y hubiera realmente consultas, un mayor diálogo con la ciudadanía.
Mira, cuando nosotros trabajábamos en la ciudad, fue a partir de conversar con las mujeres los problemas que estaban viviendo, a mí no me venían a pedir trabajo, ni a pedir dinero, me venían a manifestar su preocupación de qué hacían con sus hijos mientras ellas iban a trabajar. Entonces, sí tienes que escuchar y entender que es complejo, diverso y que el territorio es súper distinto, pero a veces lo que haces es reproducir programas que vienen de otros países y están fuera de la realidad concreta de tu entorno.
El Sistema de Cuidados está como demanda y objetivo en todo el mundo. Me acuerdo haber estado en Beijing, hace 25 años hablando de esto con las europeas y con las hindúes y las latinoamericanas afuera de la sala: insistiéndome en que impulsara la valoración de las tareas reproductivas y las europeas no entendían de qué se trataba. Entonces, son más de 25 años de esta lucha muy importante para las mujeres en países con una gran desigualdad de género. En los documentos más recientes de Naciones Unidas han estado pensando más en cómo lo concretas. Entonces lo primero que hacen es ponerlo en las leyes, por eso lo incluimos en la Constitución de la Ciudad de México.
¿El derecho al cuidado está en la Constitución?
No aún no. Es lo que deberá debatirse en el Senado una vez que ha sido aprobado por los diputados. Está ahora en su cancha. Es un asunto de amplia discusión y análisis. Tiene que entenderse que los servicios educativos y los servicios de salud, son servicios de cuidado, que el Estado debe de asumirlos y pagar con los recursos que deriva de los impuestos que estamos pagando. Tienen que ser conscientes del agobio y las triples jornadas que están teniendo las mujeres en razón de las políticas para enfrentar la pandemia y que hace más evidente la necesidad de incluir el derecho al cuidado y a cuidar en la Constitución.
Pero además se tienes que aceptar que la conceptualización sobre el origen y las condiciones de las relaciones sociales van avanzando.La conceptualización de género empezó en los 60’s del siglo pasado en la academia. En Beijing fue la primera vez que se incorporó en un foro, digamos, político internacional, el concepto de “género”. ¿Y tú crees que 25 años después, la gente entiende de qué se trata lo de “género”? Es que va evolucionando el pensamiento, el reconocimiento de las situaciones que se están dando.
Entonces, eso del cuidado tiene que ser así, o sea, decirle a la mujer: “tú al cocinar estás haciendo un aporte maravilloso al bienestar de tu familia”, o a la trabajadora del hogar mal remunerada, sin protección, ,que exija que se reconozca que está haciendo un trabajo fundamental de cuidado, un trabajo valioso. Entonces es un tema de avances en la conceptualización y la construcción de teorías a partir de la realidad. Asumir que la relación de género es una relación de poder y que hay uno que subordina y otra que es subordinada, que es una construcción social que puede ser cambiada, y que no es una construcción biológica. No es fácil. Es un asunto que debe irse divulgando. Has de cuenta el tema del aborto, ¿cuándo ibas a pensar en hablar del tema del aborto en público? ¿cuántos años ha costado que se tome conciencia que el aborto tiene que ser una decisión que tome la mujer?
¡Cuántos años! las discusiones sobre el trabajo sexual. Había una percepción social de que ese era un trabajo malo, un trabajo terrible, un desprestigio de las mujeres que se dedicaban a eso, y cuánto ha costado el que haya un reconocimiento, que al final es un trabajo. Y todavía tienes gente que se pelea sobre el tema. Esta Coalición por el Derecho al Cuidado, donde están muchas mujeres, que tienen que dedicar su vida a cuidar a un chiquito con parálisis mental, otra que tiene tres hijos autistas o el creciente número de mujeres que tienen que dedicarse a cuidar a padres con discapacidad mental y física. Entonces, esa gente que lo vive en carne propia, es la que está empuja y empuja y empuja el tema para que haya un reconocimiento de su importancia y un nivel de discusión de política pública.
¿Qué pasó con la violencia hacia las mujeres?
Si tú te acuerdas, fue la primera vez que yo recuerdo, que se hizo una coalición de mujeres de los distintos partidos en las cámaras, y colocaron y sensibilizaron el tema de “Violencia Doméstica”. Antes era algo privado, pertenecía al mundo de lo privado y el mundo público no tenía por qué meterse a el privado. Fueron las mujeres las que empezaron hablar, creo que se llamaba “Grupo Plural” y poco a poco se fueron desarrollando espacios, legislación e institucionalidad para hablar y atender el tema. Nosotros en el gobierno del Ing. Cárdenas en el entonces D.F. montamos las Unidades de Atención a la Violencia Familiar (UAVIFs), años después se fueron creando las Casas de Justicia para las mujeres, que impulsó Laura Carrera. Entonces, poquito a poquito el tema de cuidados pasará al debate público, y te digo, está en las agendas de gobierno de muchos países.