Rocío Fiallega
Tengo tres imágenes icónicas de Porfirio Muñoz Ledo: la primera junto al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas en el Zócalo de la Ciudad de México, creando nuevas filas para la transición a la democracia; la segunda, el 1° de septiembre de 1997 al responder el Informe de Gobierno siendo presidente de la Cámara de Diputados como legislador de la oposición; la tercera, con su propuesta de Nueva República en 1999.
En la primaria Rosa Luxemburgo, pudo superar su tartamudez con un método sencillo creado por su madre: leer en voz alta y luego lectura de velocidad, y posteriormente fue recitador y ganador de premios de oratoria que se los fue guardando su padre en una cuenta de banco; me imagino que lo marista nunca se le quitó con su formación en el CUM.
Egresado de la Facultad de Derecho de la UNAM y con postgrados en París, Porfirio pasó por tres partidos: el Revolucionario Institucional (PRI, del que fue presidente nacional, y luego creó en su interior la Corriente Democrática), el de la Revolución Democrática (PRD, del que también fue presidente), el Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) y el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena, aquí no lo dejaron ser su presidente), fue secretario del Trabajo y Previsión Social, así como de Educación Pública.
En la bonita costumbre del Tapado, nomás no lo eligieron: primero quedó López Portillo y luego Miguel de la Madrid, además de que la gubernatura de Guanajuato no fue para él, ni la presidencia de la República cuando contendió en el 2000 como parte del PARM. Con Fox fue coordinador de la Comisión de Estudios para la Reforma del Estado y luego embajador ante la Unión Europea; ya cerca de la elección de 2006 decidió apoyar a Andrés Manuel López Obrador.
Fue senador de 1988 a 1994 (LIV Legislatura) y diputado en tres periodos: 1997-2000, 2009-2012 y 2018-2021, es decir la LVII; LXI y LXIV Legislaturas.
La fundación Porfirio Muñoz Ledo, Nueva República, constituida el año pasado para la promoción de estudios e investigaciones sobre la realidad nacional y para crear una nueva Constitución, afirma que es “el parlamentario con mayor número de participaciones en tribuna de toda la historia del país”.
Lo que siempre me llamó la atención fue su propuesta de Nueva República, porque precisamente quería fundar la “cuarta República” con la redacción de una nueva constitución. Su idealismo, su amor por la puntualidad, su enorme cultura y su sarcasmo, siempre crítico, lo más socialdemócrata que podía ser en este país, siempre bordó sueños.
Porfirio Alejandro Muñoz Ledo y Lazo de la Vega murió el 9 de julio, a los 89 años. En el salón del pleno de la Cámara de Diputados se le hizo un homenaje de cuerpo presente, en el que se le llamó “ícono de la rebeldía” y “hombre de Estado” que “nunca se doblegó”. Mediante Twitter el presidente Andrés Manuel López Obrador señaló que sus discrepancias no podrían borrar su legado político, quizá porque Muñoz Ledo lo llamó “psicópata” al frente de un Narco Estado.