Minorías Creativas

Autor Congresistas
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Darío Mendoza

Dedicado a ese increíble equipo de personas que trabajaron en la calle de Sacramento
para hacer posible la alternancia en México, el 2 de julio del año 2000.

En momentos críticos de la historia, algunas sociedades logran generar anticuerpos para evitar el colapso que amenaza su existencia como civilización. Estas respuestas suelen surgir de minorías visionarias que, con creatividad y valentía, transforman el rumbo de su pueblo. México es un ejemplo vivo de este fenómeno.

A finales del siglo XX, la sociedad mexicana emprendió un camino heroico para conquistar su libertad y consolidar su democracia. Durante las últimas dos décadas de ese siglo, las batallas pacíficas por un sistema más justo cobraron fuerza, especialmente en los años 80. Un hito memorable fue el “verano caliente” de Chihuahua en 1986, cuando la oposición estuvo a punto de conquistar una gubernatura. Sin embargo, el entonces priista Manuel Bartlett justificó el fraude electoral como un acto “patriótico”, frustrando ese anhelo.

Por más de 70 años, México vivió bajo la hegemonía de un partido único que controlaba todas las instituciones del Estado. Los grandes medios de comunicación, silenciaban estas luchas democráticas, obligando a la sociedad a pelear por abrir espacios en la prensa, la radio y la televisión.

El punto de inflexión llegó en 1988. Las elecciones presidenciales de ese año fueron tan cuestionadas que el PRI se vio forzado a ceder terreno. En 1989, se creó el Instituto Federal Electoral (IFE), un organismo autónomo que asumió la organización de las elecciones, antes controladas por el gobierno. Las reformas de 1994 consolidaron la independencia del IFE y dieron origen al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), garantizando procesos electorales más transparentes y equitativos.

El cambio definitivo ocurrió en el año 2000, cuando la organización ciudadana Amigos de Fox llevó a Vicente Fox a la presidencia, poniendo fin a más de siete décadas de dominio priista. Este hito marcó la alternancia como un pilar de la democracia mexicana, impulsada por una minoría creativa que inspiró a toda una nación al inicio del siglo XXI.

Esta lucha por la libertad fue posible gracias a ciudadanos valientes e innovadores que desafiaron un sistema que, durante 70 años, simuló procesos democráticos. La sociedad civil mexicana desempeñó un papel crucial en esta transición, demostrando que el cambio no depende de los partidos tradicionales, sino de la acción colectiva y visionaria.

Sin embargo, los logros de décadas se han evaporado. Las recientes reformas impulsadas por viejos priistas, ahora vestidos de guinda, han resucitado un sistema de partido prácticamente único. Cambios legales han permitido a este grupo controlar nuevamente instituciones clave para perpetuarse en el poder, erosionando los avances democráticos.

¿Es posible frenar este retroceso autoritario? La historia nos enseña que la respuesta no está en las viejas estructuras partidistas, sino en la sociedad civil organizada. Como señaló el historiador británico Arnold Toynbee, las civilizaciones avanzan gracias a las “minorías creativas”: pequeños grupos de individuos que, ante crisis históricas, generan soluciones innovadoras y efectivas. Estas minorías no dependen de grandes masas, sino de la visión, el liderazgo y la capacidad de inspirar a la sociedad.

Según Toynbee, las minorías creativas se distinguen por:

  1. Respuesta al desafío: Frente a las dificultades, rompen con la inercia y proponen soluciones originales.
  2. Innovación y liderazgo: No solo generan ideas nuevas, sino que movilizan a la sociedad mediante la persuasión, el ejemplo o la autoridad moral de sus lideres.
  3. Sin elitismos: No son necesariamente élites privilegiadas, sino grupos que pueden surgir de cualquier estrato social, definidos por su capacidad de innovar.
  4. Ciclo de influencia: Su efectividad depende de su capacidad de inspirar. Si se estancan, se convierten en minorías dominantes que imponen su autoridad sin innovar, lo que puede llevar al declive.

El tamaño de un movimiento no determina su impacto; lo que importa es el coraje, la moralidad y la inspiración de sus integrantes. No se necesitan multitudes, sino un grupo convencido y preparado para dar un giro a la historia. México, hoy más que nunca, necesita de estas minorías creativas para recuperar y fortalecer su democracia.

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