Los pequeños legisladores 2

Autor Congresistas
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En el pueblo de Monteverde, cuatro amigos de 12 años —Luna (amante de los animales), Tomás (futuro youtuber científico), Renata (devoradora de libros), y Gael (líder nato con una libreta llena de ideas)— notaron algo: las decisiones del ayuntamiento nunca los incluían. Cuando el parque del barrio fue cerrado para construir un estacionamiento, sintieron que era el colmo. “¿Por qué los adultos deciden todo sin preguntarnos?”, protestó Luna, señalando el cartel de “Prohibido pasar” colgado en los columpios.

Decidieron formar un club secreto en el viejo granero de Renata. Con ayuda de la profesora Martínez (una joven maestra que les enseñaba sobre derechos civiles), investigaron cómo funcionaban las leyes locales. Descubrieron que, aunque no podían votar, sí podían presentar propuestas ciudadanas… si conseguían 500 firmas. “¡Hagamos una petición para salvar el parque y crear un huerto escolar!”, propuso Gael. Tomás grabó un video explicando su plan, y Renata escribió discursos.

Al principio, los adultos se rieron. El alcalde les dijo: “Estudien y dejen la política para después”. Pero no se rindieron. Organizaron una feria ecológica en la plaza, con dibujos de niños mostrando cómo querían su pueblo. Usaron TikTok para viralizar su causa (#NiñosDeciden) y hasta construyeron una maqueta del parque ideal con materiales reciclados. Una tarde, la prensa local llegó: “Niños exigen ser escuchados en el ayuntamiento”, tituló el periódico.

El consejo municipal, presionado por la atención mediática, accedió a recibirlos. Nerviosos pero preparados, presentaron su proyecto: no solo salvar el parque, sino añadir un espacio de compostaje y talleres mensuales donde niños propusieran ideas. “Si hoy nos ignoran, mañana seremos adultos que tampoco escucharán”, argumentó Renata con voz firme. Al final, hubo aplausos… y votos a favor.

El parque se transformó en un espacio mixto: mitad áreas verdes, mitad huerto comunitario gestionado por estudiantes. El éxito los inspiró a crear “Voces Verdes”, una red nacional de niños que asesoran a gobiernos locales. Años después, Luna estudiaba Derecho Ambiental, Tomás filmaba documentales científicos, Renata era diputada, y Gael dirigía una ONG. Siempre recordaban que todo empezó con un grito: “¡Nuestra voz cuenta!”.

La democracia no tiene edad. A veces, los sueños más pequeños siembran los cambios más grandes. 🌱✊

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