Congresistas

Los pequeños legisladores

En el país de Democracia Viva, cada ciudadano tenía voz y voto en la construcción de las leyes, pero había un problema: los niños nunca eran escuchados.

Un día, un grupo de estudiantes de la escuela Nueva Esperanza decidió cambiar eso. Liderados por Sofía, una niña curiosa y valiente de 11 años, y su mejor amigo Mateo, de 10 años, organizaron un grupo llamado Los Pequeños Legisladores. Su objetivo era claro: demostrar que los niños también tenían ideas importantes para mejorar el país.

Junto con sus compañeros, hicieron encuestas en su escuela y en su barrio para descubrir qué necesitaban los niños. Descubrieron que faltaban parques seguros, más libros en las bibliotecas y mejores leyes contra el acoso escolar. Con esa información, escribieron una propuesta de ley llamada “Derechos para una Infancia Feliz”.

Pero había un obstáculo: los adultos del Congreso no tomaban en serio a los niños. “Son demasiado pequeños para entender la política”, decían algunos senadores.

Decididos a demostrar lo contrario, Los Pequeños Legisladores organizaron una gran manifestación pacífica frente al Parlamento. Con pancartas coloridas y discursos emocionantes, lograron captar la atención de los medios y de la gente. Sus voces llegaron tan lejos que la presidenta del Congreso, la senadora Mariana Ríos, los invitó a presentar su propuesta.

Cuando llegó el gran día, Sofía y Mateo hablaron con valentía. “Nosotros seremos el futuro del país, pero también somos su presente. Necesitamos leyes que nos protejan y nos ayuden a crecer felices”, dijo Sofía con firmeza.

El Congreso quedó impresionado. Después de un debate, los legisladores aprobaron la ley con algunas mejoras, asegurando espacios más seguros y oportunidades para todos los niños del país.

Desde ese día, en Democracia Viva se creó un Consejo Infantil, donde los niños pueden dar su opinión sobre las leyes que les afectan. Y todo gracias a Sofía, Mateo y Los Pequeños Legisladores, que demostraron que en una democracia, la voz de todos cuenta, sin importar la edad.

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