Mesa de redacción
La mañana del 5 de marzo de 2025, la periodista Azucena Uresti expuso en su noticiario una situación grave. A partir de la circulación en redes sociales de un video en el que se observa a un equipo de neurocirujanos trabajar con insumos obsoletos, defectuosos o insuficientes en un hospital de Sonora, Azucena entrevistó no solamente a un doctor involucrado directamente con la precaria situación, sino también a una enfermera que expuso más carencias en otro hospital.
La situación en el cuidado de la salud en México es muy deficiente. No somos Dinamarca.
El problema, en realidad, es la falta de ciudadanía responsable que exija a sus representantes populares la rendición de cuentas de parte de servidores públicos encargados de esas tareas. La población en México prefiere recibir una dádiva inmediata y pequeña de forma individual, en lugar de contar con servicios generalizados de calidad aceptable para la colectividad. Es un tema de egoísmo pues. Nuestra mentalidad “ciudadana” es el típico “sálvese quien pueda”; o “mientras a mí no me toque, no pasa nada”.
La situación es más grave por maquiavélica. La administración anterior le ha dejado muy poco margen de maniobra a la administración actual en términos de recursos económicos. Por supuesto, el maquiavelismo está en el cálculo político de que las dádivas dejan más votos que los servicios generales de calidad en los hospitales.
Las matemáticas son simples: Va a votar más gente que recibe alguna dádiva, beca o apoyo. Estos beneficiarios serán más que los detractores que lleguen a enfermarse de cáncer. Así que, aunque no haya medicinas para el cáncer, se pierden menos votos que si dejan de haber becas o dádivas.
En el contexto del noticiero de Azucena, procedió a entrevistar a Eduardo Clark, Subsecretario de Integración y Desarrollo del sector salud. Por supuesto, de la entrevista no resultó nada concreto. Azucena hizo las preguntas adecuadas, pero Clark reviró con respuestas preconcebidas y vagas. Lo de siempre, pues. “Estamos trabajando en ello”; “estamos al tanto del problema”; “vamos a atender el reto”; etcétera. Son respuestas producto de la capacitación en manejo de medios que reciben muchos políticos. O sea, no responder con claridad, sino dar largas y, básicamente, evadir la responsabilidad de compromisos concretos. Ni siquiera reconocer las carencias que les heredó la administración anterior, por ese temor reverencial que existe al expresidente. Todos esperábamos que después de la tragicomedia que fue la gestión de Gatell, los servicios de salud mejorarían en México, pero esa mejoría sigue sin llegar.
Los medios tenemos un límite. Podemos preguntar, pero los funcionarios públicos nos pueden dar la vuelta, evadirnos. No tenemos recurso ante ello más que la opinión pública. Y ahí queda todo. Y ante la falta de ciudadanía responsable, lo que necesitamos es que el Congreso utilice sus facultades de comparecencia para que al mencionado Subsecretario se le cuestione sobe la falta de insumos, medicamentos e infraestructura deficiente de los hospitales en México.
Ante la soberanía del legislativo, los funcionarios están obligados a responder y a “aguantar” toda la sesión. Es un mecanismo de llamado de atención a la administración para mejorar condiciones que, en teoría, deberían favorecernos a todos los mexicanos. La expectativa es que la oposición se prepare y haga preguntas con base en hechos, para que el debate parlamentario derive en compromisos y seguimiento. Necesitamos más comparecencias en el Congreso, aunque el Congreso sea oficialista, no podemos ignorar situaciones tan graves, como médicos haciendo milagros ante la falta de herramientas necesarias para hacer su trabajo. Por eso tenemos “fugas de cerebros”, porque no se le puede pedir a los médicos y a las enfermeras que trabajen y que callen, mientras vemos a nuestros políticos vivir en la opulencia, queriendo heredar cargos y hueso, independientemente del partido al que estén afiliados.