Dario Mendoza A
El hartazgo de los ciudadanos mexicanos contra todos los partidos políticos es un sentimiento que crece sin freno y ya se refleja claramente en los estudios de opinión pública. En la encuesta de El Universal de agosto pasado, la proporción de ciudadanos independientes subió de 33 % a 38 %. Quienes se identifican como panistas o priistas apenas alcanzan el 5 % del electorado, y la marca Morena perdió terreno al bajar de 47 % a 43 % en un año.
En otra medición, la del diario El Financiero, la democracia interna de los partidos quedó evaluada en el último lugar: el 65 % de los ciudadanos califica de “muy malo” el trabajo partidista.
Hay un rechazo nítido, profundo y transversal de muchos segmentos de la sociedad hacia los partidos políticos. Al mismo tiempo, la gente reprueba la forma en que el gobierno actual atiende los grandes problemas del país, especialmente la violencia y la corrupción. Sin embargo, este hartazgo aún no ha sido capitalizado por ninguna fuerza política de oposición.
En este escenario comienza a brillar un nuevo fenómeno político en el horizonte: Grecia Quiroz, la viuda de Carlos Manzo. Ella no solo ha demostrado una extraordinaria fortaleza ante la muerte de su esposo, sino que se ha comprometido con valentía a que una fuerza verdaderamente independiente conquiste la gubernatura de Michoacán.
Grecia cuenta con varios elementos poderosos a su favor:
Primero, los ataques constantes de personajes del oficialismo —como el impresentable senador morenista Gerardo Fernández Noroña— solo lograrán engrandecer su figura a nivel nacional y consolidarán el fenómeno de la lucha independiente.
Segundo, Grecia porta un símbolo profundamente mexicano: el sombrero. Usado de manera natural en muchas regiones del país, representa el trabajo duro y el valor de las mujeres y los hombres del campo. Se necesita carácter para hablar con verdad y desafiar a un sistema autoritario; ella lo tiene.
Tercero, Grecia va a contracorriente del discurso “políticamente correcto” que presenta a los hijos o al marido como obstáculos para el crecimiento personal de la mujer. Aquí vemos a una madre, viuda, que hoy dirige con mano firme uno de los municipios más violentos del país. Esa realidad forja una narrativa poderosa de coraje y entereza en medio de las adversidades.
Hasta ahora, ninguna organización civil, ni ningún personaje había logrado capitalizar el descontento y el hartazgo de los mexicanos contra su clase política. No había surgido quien supiera hablar y conectar de corazón con la ciudadanía para levantar a la nación.
Sin embargo, a partir de un hecho trágico y doloroso empieza a brillar con luz propia el movimiento del sombrero en Michoacán. Desde ahí, la nación comienza a sacudirse. Porque solo una historia que desafía el status quo con verdad y valor es capaz de encender los anhelos más profundos de una comunidad y generar esa chispa de esperanza que tanto necesitamos.
Cuando una mujer valiente decide ponerse el sombrero y caminar sin miedo, México entero empieza a recordar que otro camino es posible.
