A las cuatro de la madrugada, hora del centro de México, el Comité del Premio Nobel de la Paz anunció que María Corina Machado, líder moral del pueblo venezolano, fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz 2025. La noticia recorrió el continente como un eco de esperanza: la oposición democrática venezolana, por años perseguida y desmembrada, encontraba en ella un símbolo universal de resistencia civil frente al autoritarismo.
Orígenes y formación
Nacida en Caracas en 1967, María Corina Machado pertenece a una generación marcada por la transición democrática que dio forma a la Venezuela moderna. Ingeniera industrial egresada de la Universidad Católica Andrés Bello, completó estudios en la Universidad de Yale, lo que le brindó una perspectiva global sobre la gestión pública y la institucionalidad. Sin embargo, su trayectoria política no nació en las aulas, sino en la indignación cívica ante el deterioro moral y económico de su país.
En 2002, fundó Súmate, una organización ciudadana dedicada a la defensa del voto y la transparencia electoral. Su labor fue clave en el referéndum revocatorio de 2004, y también motivo de persecución: el gobierno de Hugo Chávez la acusó de “traición a la patria” por haber recibido apoyo de organismos internacionales. Desde entonces, su nombre quedó asociado a la valentía de quien desafía el poder absoluto con herramientas democráticas.
El ascenso de una disidencia moral
Diputada a la Asamblea Nacional en 2011, su paso por el Congreso venezolano fue breve pero incendiario. Sus discursos directos, sin concesiones al miedo, la enfrentaron no sólo al oficialismo, sino también a sectores opositores que preferían la moderación. “No hay dictaduras buenas ni dictadores reformables”, solía repetir, marcando una línea ética que pocos se atrevían a sostener.
Con el paso de los años, Machado se convirtió en la figura más visible de la oposición liberal venezolana, impulsando la idea de una resistencia civil sostenida y una transición pacífica hacia la democracia. En 2023, tras unas primarias opositoras sin precedentes, fue electa candidata presidencial por amplia mayoría. Pero el régimen de Nicolás Maduro la inhabilitó políticamente, impidiendo su participación formal. Aun así, su liderazgo trascendió las urnas: millones de venezolanos siguieron movilizándose bajo su nombre y su bandera.
Una lucha colectiva
El reconocimiento del Comité Nobel no recae sólo sobre una persona, sino sobre un pueblo que ha mantenido encendida la llama democrática frente a una de las dictaduras más longevas del hemisferio. María Corina Machado se ha convertido en el rostro visible de esa tenacidad colectiva: mujeres, jóvenes, trabajadores y exiliados que se niegan a resignarse. Su mensaje ha sido claro: “Venezuela será libre, no por un milagro, sino por la voluntad invencible de sus ciudadanos”.
La lucha que encabeza no ha estado exenta de sacrificios. Ha enfrentado amenazas, allanamientos, difamaciones y aislamiento político. Aun así, su tono no se ha quebrado. En un país donde el miedo se volvió método de gobierno, su serenidad se ha vuelto un acto de desafío.
El destino y la esperanza
Hoy, el Nobel de la Paz 2025 consagra a María Corina Machado como símbolo continental de la resistencia no violenta. Pero más allá del premio, su verdadero legado podría estar en lo que logre inspirar: una generación que comprenda que la democracia no se hereda, se conquista día a día.
Mientras Venezuela sigue buscando el camino hacia su reconstrucción, el rostro de María Corina —firme, sin estridencias— recuerda que los principios pueden sobrevivir incluso al poder más férreo. Su historia es la de una nación que no se rinde, y de una mujer que decidió encarnar su voz.