De la Pasividad a la Acción: Ciudadanos que Construyen, No que Esperan

Autor Congresistas
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Elio Villaseñor

La historia la hacen los que se comprometen,
no los que la observan desde la distancia

José Martí

Vivimos en una época en la que muchos ciudadanos han cedido sus derechos y permitido que otros decidan su destino.

Nos hemos acostumbrado a esperar salvadores, a confiar en que alguien más nos protegerá, y esa actitud ha sido una constante en la historia de la humanidad.

Los populismos contemporáneos han perfeccionado esta estrategia. Muchos políticos han sabido capitalizar el descontento social y convertirlo en apoyo incondicional, reforzando la idea de que solo ellos pueden encarnar la voluntad delpueblo y ofrecer seguridad, estabilidad o progreso.

Su narrativa suele girar en torno a enemigos externos e internos —la prensa, las élites, la oposición— con el objetivo de mantener a la ciudadanía en un estado de dependencia política.

¿Por qué nos dejamos llevar por discursos que prometen que todo está bien, cuando la realidad nos muestra lo contrario? ¿Por qué adoptamos una postura pesimista, creyendo que nada puede cambiar?

Nos quejamos cuando enfrentamos problemas en nuestra vida cotidiana, pero nuestro descontento se disuelve en la inacción, y ahí termina nuestro coraje.

Como advertía Hannah Arendt en Los orígenes del totalitarismo, los regímenes autoritarios prosperan cuando las sociedades renuncian a su capacidad crítica y a su autonomía. Algunos políticos saben aprovechar este desgaste. Se presentan como la única solución, pero en lugar de resolver los problemas, simplemente nos mantienen conformes con promesas vacías.

El objetivo no es empoderar a la ciudadanía, sino perpetuar su pasividad.

Es más fácil asumir el papel de víctima que tomar la responsabilidad de generar soluciones colectivas.

Sin embargo, a pesar de este clima de resignación, comienzan a surgir pequeños brotes de cambio.

Personas que, en lugar de esperar respuestas, deciden construirlas.

Son luces en medio de la incertidumbre, recordándonos que el verdadero poder está en quienes se organizan, en quienes dejan de lado la pasividad y buscan soluciones junto con otros.

Ahí, en la acción compartida, es donde se gesta el verdadero cambio. No necesitamos salvadores, sino ciudadanos dispuestos a forjar su propio destino.

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