La renovación de los cuatro consejeros electorales integrantes del Consejo General (CG) de Instituto Nacional Electoral (INE), podría resumirse como la más intensa, inquietante e inédito proceso de su historia. A 30 años de bregar por dotar al país de un sistema electoral confiable y creíble, representativo y democrático, cabe preguntarse, con respecto a los ciudadanos, si todavía le quedan a deber los funcionarios electorales como también los partidos políticos, pues la representación política se encuentra en crisis y la discrecionalidad en la toma de decisiones colegiadas al interior del INE aún queda por verse.
Los consejeros electorales nacieron con el estigma de origen de haber sido designados por los diputados pertenecientes a un grupo parlamentario que van a dejar clara la impresión de representar una cuota de poder, de grupos parlamentarios, con los que quedaron en deuda y según la oposición, representaron el sentido de sus decisiones, así que la débil democracia mexicana casi no pudo ir más allá con su ADN presidencialista, de la democratización de los procedimientos electorales que hizo posible que los ciudadanos organizaran la elección desde las casillas hasta los consejos distritales.
En el INE las tentaciones por las posiciones de poder han sido patentes y la más clara demostración de eso, se relaciona con las atribuciones del presidente por proponer a los miembros de CG, a los titulares de la Direcciones Ejecutivas, y en la creación de Unidades Técnicas que ocuparan mujeres como directoras a manera de compensación.
En una actividad telúrica como es el poder y la contienda por el poder, nadie puede negar que el INE vive un cisma que deja ver que se asienta sobre cavernas. Cada proceso electoral resulta revelador y genera una reforma al gusto del titular del poder en turno, hoy se anuncia la posibilidad de promover una presidencia del Consejo General rotativa menor a 9 años de duración, regular la permanencia en el cargo del secretario ejecutivo y no dejar su duración en el cargo a los resultados de su eficacia, promover una posible federalización del CG con la participación de consejeros originarios de los estados como consejeros electorales, la desaparición de los institutos electorales locales, reducción del número de diputados y senadores plurinominales.
Se han anunciado reformas en materia de reducción del financiamiento público de los partidos políticos, sanciones electorales con mayor efectividad.
Se despliega un abanico de posibilidades sin perder en la mira la importancia de las fortalezas que ha alcanzado el INE para garantizar la democracia en la ruta de la estabilidad política y legitimidad del poder público.
Morena, el Ejecutivo federal y algunos integrantes del CGINE libran una batalla política, estos combates escalan a la prensa y se profundizan en las redes sociales. La naturalidad de la democracia deviene en el conflicto, luce en los datos y en los argumentos en tensión, brilla en una intensidad donde los derechos humanos, políticos, de información y transparencia demandan su lugar al centro.
En las escaramuzas van los pasos adelante como también sus retrocesos, en el compás la solicitud gubernamental de que el INE entregue los datos biométricos a la Secretaría de Gobernación, la exigencia de la desaparición de los organismos electorales locales, la reducción del financiamiento a los partidos políticos, la reducción de los presupuestos para los organismos políticos locales. En el apuntalamiento de las partes la implementación de la urna electrónica, el fortalecimiento de la representación de los pueblos y comunidades indígenas, promover avances en materia de participación política de grupos vulnerables.
Lucen las advertencias en todos los foros en donde se discuten los riesgos como hasta la posible inviabilidad de los tres ejes fundamentales del sistema electoral mexicano: la autonomía de los órganos electorales, la certeza y la equidad en la contienda, la representación de la pluralidad política que existe en el país, la cual permite que cualquier fuerza política pueda llegar al poder.
Se destaca entre los retos, los relacionados con la información confiable para la toma de las decisiones electorales; la desaparición de la discrecionalidad para los diseños de las campañas de difusión, incluir los criterios para la inclusión de una mayor pluralidad y la colegialidad de las decisiones del Consejo, la instrumentación con precisión de la instrumentación electoral.
Los procesos electorales están a la puerta, la tocan y la reflexión va en el sentido de cómo prepararnos para la mejor participación en un proceso electoral, que debe de poner a los mejores candidatos en el juego político enarbolando las mejores propuestas que debemos conocer para decidir el futuro del país.