Congresistas

El Apando: entre lo grotesto y el realismo de la degradación humana.

Las letras, la vida y la militancia política de José Revueltas se mezclan casi de manera homogénea. Es uno de los escritores mexicanos más destacados del siglo XX, sobre todo porque –con prosa incisiva– construyó relatos y textos centrados en la denuncia de injusticias sociales. Su militancia política, los múltiples encarcelamientos y otras experiencias personales influyen directamente en las características de su obra literaria. 

El Apando, publicada en 1969, es una novela corta escrita precisamente durante su reclusión en la cárcel de Lecumberri. La novela, ambientada en una celda de castigo o “apando” —un espacio de aislamiento extremo dentro de la prisión—, se convierte en una metáfora poderosa de la opresión humana y la degradación de las condiciones mínimas para la sobrevivencia. A lo largo del texto, Revueltas no solo narra una historia de contrabando de drogas en la cárcel, sino que profundiza en temas existenciales como la traición, la resistencia y la monstruosidad inherente. Al final la novela se mueve en un extremo de realismo y narracción grotesca. 

La trama de El Apando gira en torno a tres presos: Albino, Polonio y El Carajo, confinados en una celda oscura y asfixiante. Su plan para introducir drogas a la prisión se convierte en el eje narrativo que revela la degradación progresiva de los personajes. Revueltas construye una tensión asfixiante al alternar perspectivas: el lector es testigo de la desesperación de los reos, que observan el mundo exterior a través de una rendija, y de las mujeres que arriesgan todo por ingresar con los insumos solicitados. Este dispositivo narrativo no es casual; el “apando” simboliza una cárcel dentro de la cárcel, un microcosmos donde el ser humano se reduce a sus instintos más primitivos. 

La historia culmina en una traición inevitable, donde la solidaridad se quiebra bajo la presión del poder opresivo, ilustrando la dialéctica negativa que Revueltas emplea para criticar la idea central de los sistemas de castigo como una extensión del la represión estatal. Su experiencia –de una u otra forma– valida sus expresiones y los relatos crudos. 

Desde un análisis literario, El Apando destaca por su narrativa grotesta y realista. Influido por el existencialismo, Revueltas utiliza un lenguaje fragmentado y sensorial para transmitir la sensación de claustrofobia: descripciones vívidas de olores fétidos, oscuridad impenetrable y el paso inexorable del tiempo. En conjunto, estos elementos crean una atmósfera de horror psicológico. Los personajes no son héroes románticos, sino “prófugos de la realidad”, como los describe el autor, que escapan mentalmente del encierro a través de alucinaciones y recuerdos. Albino, por ejemplo, representa la intelectualidad frustrada; Polonio, la brutalidad instintiva; y El Carajo, la vulnerabilidad física. 

La caracterización de los personajes subraya la transgresión como acto de resistencia: su enfrentamiento ante la monstruosidad de su realidad convertida en sistema, donde el cuerpo es también uno de los múltiples campos de batalla. Revueltas, influido por su propia experiencia carcelaria, transforma la prisión en alegoría de la sociedad mexicana de la segunda mitad del siglo XX, donde se presenta –abiertamente– una discusión política central sobre los límites del poder estatal y los alcances de los derechos del individuo. 

El Apando trasciende el género a partir de su narración entre lo grotesto y el realismo, es evidentemente una denuncia universal sobre la condición humana bajo opresión. Revueltas no ofrece redención; en cambio, expone la traición como síntesis dialéctica negativa, donde la resistencia individual choca contra estructuras inamovibles. Esta obra, escrita en apenas unas semanas de aislamiento, refleja la urgencia vital del autor y su maestría para convertir el dolor personal en un texto breve, pero con posicionamiento político notable. 

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