El costo del capricho: Estados Unidos cierra el cielo al AIFA y a las aerolíneas mexicanas

Autor Congresistas
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Beto Bolaños

El empeño del expresidente López Obrador en imponer al Aeropuerto Felipe Ángeles como símbolo de soberanía terminó en sanciones internacionales, rutas canceladas y pérdidas millonarias. El Departamento de Transporte de EE. UU. ha puesto el último clavo en una obra política disfrazada de infraestructura: un aeropuerto sin alas.

La reciente decisión del Departamento de Transporte de los Estados Unidos (DOT) de cancelar vuelos de aerolíneas mexicanas con origen en el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) marca el punto más tenso en la relación bilateral en materia aeronáutica de los últimos años. La medida —que afecta trece rutas y suspende temporalmente el transporte combinado de pasajeros y carga— no surge de la nada: es el desenlace de un deterioro paulatino en el cumplimiento de acuerdos internacionales, de decisiones unilaterales del gobierno mexicano y de la creciente desconfianza entre ambos sistemas de aviación civil.

Los antecedentes: un vuelo turbulento desde 2015

El Acuerdo de Transporte Aéreo México–EE. UU., firmado en 2015, buscó liberalizar el mercado y fomentar la competencia equitativa. Sin embargo, desde 2022 comenzaron las fricciones. Primero vino la degradación de la calificación de seguridad aérea de México a Categoría 2 por parte de la FAA, debido a deficiencias regulatorias detectadas en la Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC). Luego, la imposición de restricciones en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) —argumentando saturación— y el traslado forzoso de operaciones de carga al AIFA, decretado por el gobierno mexicano en 2023.

Estas medidas fueron percibidas por Washington como acciones discriminatorias y contrarias a los compromisos bilaterales, ya que afectaron la operación de aerolíneas estadounidenses y alteraron el equilibrio competitivo que establece el tratado.

Los reclamos de Estados Unidos

El DOT sostiene que México incurrió en tres violaciones principales:

  1. Reducción unilateral de capacidad en el AICM, sin una asignación transparente de slots, afectando a aerolíneas estadounidenses.
  2. Traslado obligatorio de operaciones de carga al AIFA, lo que implicó costos y desventajas logísticas para compañías norteamericanas.
  3. Falta de transparencia en los procesos de asignación de horarios, violando principios de trato igualitario consagrados en los acuerdos internacionales.

Según el DOT, el gobierno mexicano “ha adoptado políticas que distorsionan el mercado y otorgan ventajas indebidas a operadores nacionales”. Con ello, Washington activó una serie de medidas escalonadas que culminaron, en octubre de 2025, con la revocación de 13 rutas.

Las 13 rutas afectadas

De acuerdo con el expediente DOT-OST-2025-0042, las rutas suspendidas corresponden principalmente a servicios combinados de pasajeros y carga desde el AIFA hacia Estados Unidos, operadas por Aeroméxico, Volaris y Viva Aerobus. Son las siguientes:

Aeroméxico

  • AIFA – Los Ángeles
  • AIFA – Houston
  • AIFA – Chicago O’Hare
  • AIFA – Miami

Volaris

  • AIFA – Dallas/Fort Worth
  • AIFA – Las Vegas
  • AIFA – Orlando
  • AIFA – Denver

Viva Aerobus

  • AIFA – San Antonio
  • AIFA – Houston
  • AIFA – Austin
  • AIFA – Phoenix
  • AIFA – Los Ángeles

Estas rutas representaban una expansión estratégica del AIFA como alternativa al AICM. Su suspensión implica un golpe directo al intento gubernamental por posicionar ese aeropuerto como eje del sistema aeroportuario metropolitano.

Efectos inmediatos: empresas, aerolíneas y pasajeros

Aerolíneas mexicanas: pierden acceso a uno de los mercados más rentables y competitivos del hemisferio. Las cancelaciones afectan la conectividad, las proyecciones financieras y las alianzas internacionales. Aeroméxico verá limitada su cooperación con Delta Airlines bajo el acuerdo de “joint venture” transfronterizo, mientras que Volaris y Viva enfrentan reacomodos logísticos y pérdida de confianza del pasajero.

Aerolíneas estadounidenses: aunque parezca lo contrario, también resultan afectadas. Varias dependen del transporte combinado de carga en vuelos comerciales (“belly cargo”) hacia México. Las restricciones implican mayores costos de operación y disrupciones en cadenas de suministro que involucran autopartes, dispositivos médicos y productos perecederos.

Los pasajeros: sufrirán las consecuencias más visibles. Habrá cancelaciones, itinerarios alterados y boletos más caros. Las aerolíneas están obligadas a reembolsar o reubicar a los afectados, pero el daño reputacional y la pérdida de confianza serán difíciles de revertir.

Un trasfondo político evidente

El golpe regulatorio del DOT no sólo busca restablecer el equilibrio técnico: también envía un mensaje político. Washington utiliza el poder de su aparato regulatorio para presionar a México a cumplir con normas internacionales y garantizar condiciones justas a sus aerolíneas.

Detrás del lenguaje diplomático, la sanción revela un deterioro en la relación técnica y de confianza entre ambas autoridades aeronáuticas. Y aunque la medida puede revertirse si México ajusta sus políticas de slots y carga, el costo reputacional ya está hecho: el AIFA queda temporalmente marcado como un aeropuerto de riesgo operativo y político ante el mercado internacional.

El horizonte: turbulencias a la vista

La disputa no ocurre en el vacío. México aspira a recuperar su posición como centro de conectividad en el marco del Mundial de 2026, cuando el flujo bilateral de pasajeros se multiplicará. Pero con decisiones unilaterales y fricciones regulatorias, ese objetivo se aleja.

La solución pasa por tres caminos:

  • Restaurar la transparencia en la asignación de slots,
  • Revisar la política de traslado de carga, y
  • Reforzar la autonomía técnica de la AFAC, cuya credibilidad internacional está en entredicho.

De no hacerlo, el impacto podría extenderse más allá del sector aéreo y afectar la confianza en la inversión extranjera y la cooperación logística con Estados Unidos.

Conclusión: una lección de cielo y tierra

Lo que comenzó como una disputa técnica se transformó en un conflicto simbólico sobre soberanía, cumplimiento y credibilidad. México, al imponer su voluntad administrativa sobre la lógica del mercado y los compromisos internacionales, abrió un frente que Estados Unidos supo capitalizar con precisión quirúrgica.

El resultado: menos vuelos, menos confianza y más incertidumbre para pasajeros y empresas. El AIFA, concebido como emblema de autosuficiencia, se enfrenta ahora al juicio más severo del mercado global: la pérdida de conectividad real.

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