La embajadora de Israel en México, Einat Kranz Neiger hizo una crítica al presidente de México como consecuencia de la falta de condena de nuestro gobierno a los brutales ataques terroristas que Hamas perpetró contra Israel.
El presidente de México dijo que: “la embajadora de Israel expresa que no está conforme con nuestra postura y tiene todo el derecho a decirlo. Pero nosotros respetamos al gobierno de Israel y todavía muchísimo más al pueblo de Israel. Nosotros no queremos la guerra, nosotros no queremos la violencia. Nosotros somos pacifistas y no queremos que se pierda la vida de ningún ser humano y de ninguna nacionalidad, sean de Israel o sean palestinos”.
La canciller de México, Alica Bárcena secundó la postura del presidente mexicano. La postura de la canciller solo se comprende desde su deseo de conservar su puesto y su ingreso y no desde su obligación de orientar al presidente en los principios básicos de política exterior y diplomacia. Su obligación era explicarle al presidente que la doctrina Estrada no es aplicable a casos de terrorismo porque el terrorismo no es un asunto interno de países extranjeros, sino ataques injustificados a seres humanos -de cualquier nacionalidad- que son sujetos de derecho internacional público. El terrorismo afecta a todos por igual y no es un fenómeno local.
¿Qué esperaríamos nosotros de la comunidad internacional si el ataque hubiera sido en México y contra mexicanos?
AMLO se ha escondido erróneamente en la doctrina Estrada, que es el pilar dogmático de la “no intervención” en asuntos internos de otros países, ignorando, igual que nuestra canciller, el derecho internacional humanitario y el derecho internacional de los derechos humanos.
La doctrina Estrada es aplicable para asuntos de gobierno interno de países extranjeros, pero, ya que el ser humano puede ser sujeto de derecho internacional público para la protección de sus derechos humanos, en casos de terrorismo es inaplicable la doctrina Estrada.
El ejecutivo confunde los asuntos políticos con los asuntos humanitarios. La doctrina de “no intervención” aplica para no pronunciarse sobre qué país tiene mejor derecho sobre el territorio en disputa, ya que es un aspecto político y jurídico que no concierne a México. No obstante, el daño a las vidas humanas provocado por el terrorismo (no por un conflicto armado regulado por el derecho internacional) debe condenarse de forma absoluta, porque el terrorismo es una forma especialmente vil contraria a todo derecho. El grado de salvajismo, brutalidad y odio de los terroristas no puede ignorarse por mera humanidad básica, por solidaridad en cuanto al respeto de la vida humana como bien supremo de todo derecho ya nacional, ya internacional.
Es una pena y un desgracia diplomática y humana el pronunciamiento de México con respecto a este evento terrorista que cambiará la historia de todos, como seres humanos, pues sin empatía no pueden tenerse relaciones auténticas de ningún tipo. El presidente de México ignoró el grado de brutalidad de los terroristas, como ha ignorado el grado de brutalidad del crimen organizado en México. No obstante, es inadmisible que la canciller haya mantenido la línea del presidente en vez de haberlo asesorado para explicarle que se trata de dos temas diferentes, 1.- el político relacionado con el conflicto por el territorio y 2.- el daño y brutalidad a las vidas humanas causado por los ataques sorpresivos de los terroristas de Hamas.
No condenar la violencia es tolerarla y, en consecuencia, mantenerla como una herramienta para forzar una postura antijurídica en cualquier contexto de ley. Si el derecho en la comunidad internacional es frágil por enfrentarse a la soberanía como escudo de ejecución de los actores primarios del derecho internacional, el no condenar la violencia es quitarle toda eficacia y crear incentivos para mantener la violencia y los ataques físicos como una posibilidad de conducta para obtener un beneficio.
Hoy sobran los expertos que predicen irresponsablemente lo que sucederá, aunque nadie puede hacerlo con exactitud. Han prevalecido y el morbo y el protagonismo donde deben prevalecer la empatía y la prudencia. Solo una cosa es segura, Israel derrotará a Hamas y se tendrá que pensar en una nueva forma política de gobierno para Gaza.
Los hechos son lamentables y tenemos que mostrar empatía y apoyo al pueblo de Israel sin ningún límite y sin ninguna modestia. Lo único que tenemos hoy es una tragedia humana en la que es una obligación moral y existencial apoyar al pueblo de Israel por la salvaje violencia y agresión de la que fue víctima. Este apoyo no es una “intervención en asuntos extranjeros” es mera decencia y empatía humana ante la injusticia manifiesta de un ataque injusto, inmoral, sorpresivo, salvaje y brutal. No se puede minimizar el terrorismo y tiene que condenarse sin miedo y sin reservas.