Imagen de WikiImages en Pixabay
En un contexto internacional complicado, especialmente para Rusia, fracasó su misión Luna-25.
Esa misión consistía en enviar una nave no tripulada a la Luna y realizar estudios científicos que incluían, entre otros, la investigación sobre la posible existencia de agua, en estado sólido, en la superficie lunar.
La nave rusa estaba programada para alunizar el 21 de agosto, pero se estrelló en la superficie de la Luna el 20 de agosto.
Por su parte, la India, con el mismo propósito, lanzó la misión Chandrayaan-3, logró un alunizaje exitoso y tanto su nave como su vehículo de extracción de muestras están funcionando como se planificó. Irónicamente, los objetivos científicos de exploración de la India son similares a los del gobierno ruso.
Para Rusia, con una larga tradición de exploración espacial y logros internacionales en este rubro, esta falla implica un gran descalabro y pérdida de prestigio inconmensurables. El fracaso ruso, se debió en parte, a que el programa espacial fue presionado por Vladimir Putin para que los tiempos se ajustaran a su agenda política, en un entorno en el que Rusia ha perdido credibilidad y legitimación como líder internacional, por la invasión a Ucrania que, en su momento, negaron que iban a realizar. Por otra parte, las sanciones económicas a Rusia, derivaron en que los rusos no pudieran acceder a componentes que necesitaban y que les suministraban países extranjeros que, por ahora, no pueden tener comercio con Rusia. Irónicamente, si Putin no hubiera invadido Ucrania, hubiera tenido los componentes y los recursos para que Luna-25 hubiera sido una misión exitosa.
Finalmente, la soberbia de Vladimir Putin y la unilateralidad en sus decisiones, exhibieron a Rusia como un país cuya ciencia y tecnología, están muy detrás de lo que nos quisieron hacer creer. Al invadir a Ucrania y no poder terminar el conflicto de forma rápida y contundente, Rusia exhibió la torpeza e incompetencia de sus mandos militares. Con este fracaso científico, Rusia exhibe que su capacidad tecnológica y de planeación están muy detrás de lo que muchos anticipaban.
Otra razón fundamental del fracaso fue que Rusia es, en gran medida, la voluntad de un solo hombre: Vladimir Putin. Estos fracasos deben enseñarle a México que un país con un verdadero estado de derecho no puede depender de la voluntad de un hombre, ya sea un cacique o un cuasi-emperador.
Las palmas pues, son para la India. Una misión espacial exitosa tiene detrás: formación de científicos por décadas, educación de altísima calidad, apoyo político y continuidad a los proyectos, interacción y cooperación científica con otros países, desarrollo de componentes, comercio exterior y una cadena de suministro eficaz. Honestamente, da alegría ver las celebraciones populares en la India por ese éxito nacional que los llena de orgullo y los motiva a seguir y apoyar políticas públicas más ambiciosas, enfocadas en la exploración del espacio y el desarrollo de sus programas científicos accesorios.
Todo lo anterior es relevante, porque en México estamos sujetos día con día a bajezas y nimiedades como los dimes, diretes y traiciones políticas de las “corcholatas” en la carrera hacia la silla presidencial. Poco escuchamos en la agenda legislativa o noticiosa nacional sobre el desarrollo sólido y a largo plazo de la ciencia mexicana. No hay programas que llenen a los mexicanos de orgullo y generen o detonen el interés por la ciencia y la tecnología en nuestro país.
En las conferencias de prensa del ejecutivo vemos soberbia y escuchamos insultos, descalificaciones y bromas de mal gusto, pero no escuchamos planes sólidos de política pública de ciencia y tecnología. Con científicos como Hugo López Gatell, hemos tocado fondo.
Cuando nuestros políticos se dedican a repartirse el presupuesto, buscar huesos y a nada más, convierten el futuro de México en una simulación. Esta administración en especial, sustrajo a México del mundo, nuestros líderes se escondieron de la comunidad internacional con cobardía, en lugar de buscar oportunidades de desarrollo científico, educativo, de intercambio y de inversión en proyectos ambiciosos que llenaran de orgullo a los mexicanos. ¿No hubo diplomáticos que asesoraran a Marcelo acerca de la necesidad de que México participara de forma más ambiciosa en los proyectos de la agenda internacional? Nos limitamos tímidamente a mantener ¨la dignidad nacional intacta¨.
En fin, los estadounidenses pronto nos darán otra sorpresa en materia de exploración espacial y, entre tanto, en México tendremos que conformarnos con ver en la televisión como otros países avanzan, mientras nosotros ocupamos nuestro tiempo en hacernos pedazos internamente.