El tiempo no perdona

Autor Congresistas
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Darío Mendoza A

La titular del Poder Ejecutivo, Claudia Sheinbaum debe visualizar que ciertos acontecimientos geopolíticos y locales se están alineando para que ella tome por fin el control del poder político y se aleje de la sombra del Maximato sembrado por el expresidente López Obrador, lo que mostraría real Una presidencia con identidad propia, marcada por decisiones firmes y estratégicas.

Un factor clave en esta ecuación es la nueva postura de la Casa Blanca en su lucha contra los cárteles de la droga. El senador Marco Rubio ha señalado que el decomiso de narcóticos “ya no es suficiente”, y que ahora se trata de “eliminar” a los “narcoterroristas”. Esta política, respaldada por inteligencia estadounidense, ha presionado al gobierno mexicano para desmantelar redes de corrupción profundamente arraigadas, incluyendo el llamado cartel del “huachicol fiscal”, que involucra a figuras prominentes de la administración anterior.

Si Sheinbaum actúa con determinación contra estas redes, enfrentando a las figuras corruptas con el peso de la ley, no solo debilitará las estructuras criminales, sino que también consolidará su poder, marcando un punto de inflexión en su presidencia. Este paso no solo fortalecería su liderazgo, sino que también enviaría un mensaje claro de autonomía y resolución.

La historia demuestra que las decisiones oportunas y firmes son cruciales para la estabilidad de un régimen, mientras que la indecisión puede desencadenar consecuencias devastadoras. Cuando los líderes titubean, los problemas se agravan, se pierden oportunidades y la confianza en el liderazgo se erosiona, generando inestabilidad en los ámbitos político, social y económico.

Por ejemplo, durante la invasión nazi a la Unión Soviética en 1941, la indecisión inicial de Josef Stalin ante los informes de inteligencia, prolongó los avances alemanes, resultando en millones de bajas soviéticas y un costo humano estimado en 27 millones de vidas. Aunque la URSS eventualmente prevaleció, la vacilación inicial debilitó su posición estratégica.

De manera similar, las políticas de ambigüedad e indecisión de Neville Chamberlain (Reino Unido) y Édouard Daladier (Francia) frente a la agresión nazi en 1938 permitieron que Alemania se fortaleciera, facilitando el estallido de la Segunda Guerra Mundial. En otro caso, las decisiones vacilantes del presidente de EU, Lyndon B. Johnson, durante la Guerra de Vietnam prolongaron el conflicto, con un costo de más de 58,000 vidas estadounidenses y profundas divisiones internas en Estados Unidos.

En contraste, decisiones audaces, como la del general Dwight D. Eisenhower al autorizar el Día D en 1944, demuestran cómo un liderazgo decidido puede cambiar el curso de la historia, incluso en circunstancias adversas.

En el contexto actual, la indecisión podría tener consecuencias graves para México. La falta de acción oportuna no solo perpetúa problemas como la corrupción y el crimen organizado, sino que también erosiona la confianza de los ciudadanos y de los inversionistas. Los indicadores económicos ya muestran señales de debilitamiento, y la incertidumbre puede disuadir a los tomadores de decisiones en el sector financiero, afectando la estabilidad económica del país.

Por el contrario, un liderazgo reflexivo pero resolutivo, que aproveche el momento para actuar contra las redes de corrupción forjadas en el pasado, puede sentar las bases para un gobierno estable. 

La historia enseña que los líderes que actúan con determinación en momentos cruciales pueden mitigar crisis y consolidar su autoridad. Para Claudia Sheinbaum, este es el momento de tomar decisiones firmes que la posicionen como una figura autónoma y capaz. Enfrentar la corrupción, y aprovechar el apoyo de Estados Unidos para fortalecer la seguridad en México, hará que Claudia por fin tome el poder. El tiempo no perdona, y la oportunidad no se presenta dos veces.

@dariomendoza

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