Bulmaro Valvidares
“La honestidad en aras de la dignidad del hombre
es el compromiso más trascendente
de nuestro corto paso por esté mundo.”
René Favaloro
La profesión de abogado es la profesión más criticada, despreciada, amada y necesaria a la vez, los abogados en México tienen la fama de ser bebedores, parranderos, taimados, chicaneros, soberbios e incumplidos.
Pero la abogacía es mucho más que adjetivos despectivos, es una profesión que requiere disciplina, compromiso y dedicación, los abogados como peritos en derecho desempeñan un rol importante dentro de la sociedad, son quienes interpretan la ley al lado de jueces, magistrados y fiscales.
Dentro de un Estado de Derecho el abogado tiene la complicada tarea de proteger las posesiones y propiedades de las personas, pero sobre todo lo más preciado para ellas, su libertad.
La historia de la abogacía en nuestro país se encuentra llena de ilustres jurisconsultos, algunos como: Jacinto Pallares López nacido en Michoacán en 1843, conocido con el sobrenombre de el primer abogado de la República, José Menéndez mejor conocido como el abogado del corbatón, personaje pintoresco de la Ciudad de México, abogado de vocación más no así de profesión; Manuel Crescencio Rejón y Alcalá, ideador del Juicio de amparo mexicano orgullo yucateco y de la nación; Mariano Otero e Ignacio L. Vallarta promotores del juicio de Amparo a nivel nacional e internacional, la aportación jurídica más importante de México para el mundo.
En tiempos más recientes encontramos a reconocidos juristas tales como: José Vasconcelos jurista oaxaqueño, fundador de la Secretaría de Educación Pública, primer secretario de esta institución y ex rector de la UNAM, reconocido internacionalmente con el título de Doctor Honoris Causa por diversas universidades: Nacional Autónoma de México, de Chile, Guatemala y otras universidades latinoamericanas; Eduardo García Máynez e Ignacio Burgoa Orihuela.
José Carpizo McGregor primer presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, fundada durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari; Javier Coello Trejo subprocurador de la República conocido como el fiscal de hierro, que encarceló por igual a secretarios de estado como a activistas políticos, cobró relevancia por la aprehensión del líder petrolero conocido como “La Quina” y del famoso narcotraficante Félix Gallardo y por resolver el denominado robo del siglo recuperando las piezas arqueológicas que habían sido sustraídas del Museo de Antropología en 1985.
Juan Velásquez Evers, mejor conocido en el medio legal como “el abogado del diablo”, reputación que se ganó por representar y defender a personajes reconocidos políticamente. Nació en la Ciudad de México en el año de 1947, en el seno de una familia de tradición militar, su abuelo Manuel M. Velásquez fue subsecretario de Guerra y Marina durante el gobierno del presidente Porfirio Díaz.
Creció entre libros y rodeado de personajes políticos de la época, gracias a las relaciones y a los asuntos que llevaba su padre Víctor Velásquez destacado abogado, sobre su madre poco o nada se sabe.
Durante su adolescencia cursó la preparatoria en la Universidad Militar Latinoamericana bajo un régimen de internamiento, estudió la licenciatura en derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México, mientras estudiaba la carrera acompañaba a su padre a todos lados al Palacio Negro, a los tribunales y en su despacho en donde aprendió sobre la práctica jurídica, obteniendo experiencia mucho antes de concluir la licenciatura.
Un hecho que llamó su atención y que marcó su vida fue el caso, captura y juicio de Joel David Kaplan conocido como “el rey de la melaza”, por sus negocios en la industria azucarera.
Kaplan, quien fuera representado legalmente en juicio por su padre, fue condenado a treinta años de prisión por el delito de homicidio calificado, tiempo después escapó de la penitenciaría de Santa Martha a bordo de un helicóptero, hecho que pasaría a la historia como la fuga del siglo.
Velásquez Evers, sentía respeto y admiración por la Suprema Corte de Justicia de la Nación y por las Fuerzas Armadas, llegando a declarar en entrevistas, que, sin la existencia de estas dos grandes instituciones, México, no existiría como tal, que antes que ser abogado hubiera preferido ser militar por su admiración y respeto que sentía por el ejército, marina y fuerza aérea mexicana.
Pronto situó su despacho al sur de la Ciudad de México, en una casa por la zona de San Ángel, la cual contaba con una amplia biblioteca.
Comenzó a tomar fama y relevancia a partir de la llegada de José López Portillo a la presidencia del país, quien fuera su mejor amigo de acuerdo a sus propias declaraciones que realizó en diversas entrevistas, reafirmando su amistad sin temor a equivocarse.
Y no porque fuera su amigo el expresidente, sino que, durante el periodo presidencial de López Portillo, sucedieron diversas detenciones de ex secretarios de estado en sexenios anteriores con la intención de combatir la corrupción y a la delincuencia de cuello blanco en el gobierno, entre ellas se dio la del exsecretario de la Reforma Agraria durante el sexenio de Luis Echevarría Álvarez, Félix Barra García, quien fuera detenido en 1977 en el estado de Florida, Estados Unidos.
Barra García, fue representado en juicio por los abogados Jesús Zamora Pierce y por nuestro connotado personaje Juan Velásquez Evers, estuvo 2 años, 8 meses en prisión.
Otros de sus clientes fueron el expresidente Luis Echeverria, acusado por los hechos de Tlatelolco 68; Norberto Rivera Carrera acusado por el delito de encubrimiento de sacerdotes pederastas; el ex clavadista olímpico Joaquín Capilla, Carlos Salinas de Gortari acusado del delito de fraude y acusado por la devaluación del peso en 1994 y el líder petrolero Carlos Romero Deschamps por desvío de recursos.
Fue objeto de diversos reconocimientos y condecoraciones a lo largo de su carrera profesional Doctor Honoris Causa por la Universidad Nacional Autónoma de México, por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, entre otras universidades a nivel nacional, merecedor de la Condecoración del Mérito Militar por parte de la Marina Armada de México, la SEDENA y del Colegio Militar por sus servicios en la docencia y las aportaciones a las cátedras de derecho dentro de esas instituciones.
También fue catedrático en la facultad de derecho de la UNAM, de la Universidad Panamericana y del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
Fue reconocido por el Consejo de la Judicatura Federal con la distinción del Arquetipo de Defensor, por el esmero y dedicación que le ponía a los casos de sus representados.
La carrera profesional de Velásquez fue prolífica y controversial, aunque siempre se vanagloriaba de no haber perdido ningún caso o verse envuelto en casos de corrupción, manteniendo siempre la postura sobre una defensa adecuada y justa ante la arbitrariedad de la ley.
Finalmente, Velásquez Evers muere el 27 de octubre de 2024 a la edad de 77 años, siempre será recordado por la pasión y compromiso con que enfrentaba sus casos, así como por su dedicación para formar nuevos y buenos abogados.
Rodeado de contrastes, el polémico y brillante abogado, quien por unos era conocido como el abogado del diablo, se lleva consigo la respuesta a una serie de reflexiones que en torno a sus diversos casos se presenta, queda en el suspenso los argumentos, las técnicas, las tácticas, el conocimiento y las estrategias de las disciplinas que rodean los sistemas legales.