A la voz de “la calle no tiente dueño “y en la idea “la calle es nuestra”, miles de mexicanos calificados por la voz presidencial de conservadores, fifis, clasistas, discriminadores, aspiracioncitas, racistas, corruptos, hipócritas, resistentes a la transformación, fueron tomadas las principales arterias urbanas convocadas por las organizaciones civiles que han librado de la extinción presupuestal civil a la defensa del Instituto Nacional Electoral (INE).
A la lista de asistencia los apuntes en la libreta del secretario de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres Guadarrama 10 mil personas congregadas, 60 mil en los cálculos del presidente López Obrador, en otras ecuaciones miles se escurren por las avenidas centrales convertidas en ríos de personas que contabilizaran hasta 250 mil según registran algunos medios internacionales.
No sólo están en juego la defensa de la democracia, sino que con ella surgen en vilo los derechos humanos ante la emergencia del autoritarismo.
Sobre el cielo los drones
Y en mano armada con la tecnologizada gráfica popular, como en los tiempos revolucionarios, registrando la imagen rastreando desde el cielo la expresión con los drones. Grupos de jóvenes daban testimonio del cauce de personas por las avenidas provenientes del sur y sobre la Avenida Insurgentes desde La Joya, Tlalpan hasta la Glorieta del Metro anillando Insurgentes, Chapultepec y Oaxaca.
Entre el colorido de la marcha las autoridades en guerra por la crónica cuantitativa sobre la participación. La cuenta de la traza de las consignas surge como la muestra de un país tensionado y dividido entre provocaciones y el conflicto derivado de un diario discurso de confrontación que no acaba de aterrizar con resultados en materia de seguridad, unidad nacional, alto al crimen organizado, la violencia, salud, medicamentos, atención médica, educación, reactivación económica, cese a los feminicidios, combate a la corrupción y todo como modelo de Nación surgido de los resultados electorales que llevaron a la Presidencia de la República a Andrés Manuel López Obrador, a Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), y sus aliados a obtener la mayoría de representantes al Congreso Federal.
Los motivos
Al centro como consigna y motivo la defensa de INE, y respetable ignorancia del presidente, con una suerte de exorcización de toda intención presidencial democrática o antidemocrática de reversión con el secuestro de una institución responsable de organizar elecciones, construir y revisar el Padrón Electoral y garantizar la credencial electoral con fotografía, acreditar y licenciar a los partidos políticos, fiscalizar su financiamiento público y privado, construir y actualizar la geografía electoral, fiscalizar y asegurar las condiciones de equidad de la competencia, todas esas funciones que dispensa la Constitución como derechos políticos.
En la capital del país, México, en 60 ciudades del territorio nacional y cuatro ciudades en el extranjeros son el escenario de la expresión plural del rechazo a la intención de reforma al INE desde la propuesta del Presidente de la República y que ya se discute en la LXV Legislatura de la Cámara de Diputados, que acumula la realización de más de 25 parlamentos abiertos y que incluye la supuesta desaparición de financiamiento público a los partidos políticos, desaparición de los organismos electorales locales, propone elección de consejeros electorales por la población, condicionándolos a la estructuras de campañas, más la desaparición de legisladores plurinominales. Todo un conjunto de reformas constitucionales y secundarias a un año de la celebración del proceso de la renovación del Congreso de la Unión y de la Presidencia de la República.
Derecho de identidad en el INE
Hombres, mujeres, jóvenes, adultos mayores, familias con carriolas y acompañados por sus mascotas toman la calle de reforma bajo el lema “El INE no se toca” acotando toda intención de apropiación del árbitro electoral nacional, cuya autonomía se encuentra en riego de volver al control gubernamental del que salió hace tres décadas. ¿Se trata de un país dividido o a la vista la falta de causas y liderazgo que lo unifique?
En el caudal de las participaciones con sus historias sociales y políticas; Vicente Fox, Elba Esther Gordillo, Roberto Madrazo, Jesús Zambrano, Claudio X. González, Francisco Labastida Ochoa, José Narro Robles, Dip. Santiago Creel, los senadores Germán Martínez, Emilio Álvarez Icaza, Julien Rentería, Radamés Salazar Solorio. Entre los intelectuales Roger Batra, Jesús Reyes Heroles, Leo Zuckerman, Xavier Velasco, Héctor Mauleón, Ulises Ruiz, Claudia Ruiz Massieu, Roberto Madrazo y Javier Lozano.
Al tiempo
Antes del mediodía, bajo el sol cenital clavado en el templete, atrás la monumental silueta de la Revolución, atrapo la atención de la multitudinaria asistencia, José Woldenberg, el maestro universitario, el ex líder sindical y primer presidente del Instituto Federal Electoral (IFE), hace suya la infinitud, asume la defensa de la democracia.
Precisó el espacio, el de la representación, el suyo, y el de todos sin exclusión. Explicaba el sentido de la marcha: “Estamos aquí reunidos con un solo objetivo claro y trascendente: defender el sistema electoral que varias generaciones de mexicanos construyeron, que ha permitido la convivencia y competencia de la pluralidad y la estabilidad política, la transmisión pacífica de los poderes públicos y la ampliación de las libertades”. Para Woldenberg: se ha afinado el objetivo la pluralidad de la representación y los derechos humanos y como centro la igualdad y la democracia.
Con el pulso de la multitud, el ritmo de la emoción Woldenberg sostuvo: “Todo eso constituye un patrimonio común y por ello estamos aquí, ciudadanos de muy diferentes orientaciones políticas y extracciones sociales, militantes de partidos, integrantes de organizaciones sociales y personas sin filiación política que deseamos que México sea la casa que nos cobije a todos”.
“Estamos aquí ejerciendo nuestros derechos. El derecho a manifestarnos, a opinar, a reunirnos de manera pacífica para expresar nuestras preocupaciones y aspiraciones. Somos parte de una marea de opinión que aprecia y defiende la democracia”.
Fluye la multitud de una marea alta que se eleva y se transparenta con las palabras, con ese discurso necesario de José Woldenberg, una vez consejero ciudadano para después fungir como primer presidente del INE.
“Como país fuimos capaces de edificar una germinal democracia. Dejamos atrás el país de un solo partido, de un presidencialismo opresivo, de elecciones sin competencia ni opciones auténticas, de poderes constitucionales que funcionaban como apéndices del Ejecutivo, de medios de comunicación mayoritariamente oficialistas, para abrirle paso a la expresión y recreación de la diversidad política, a elecciones libres, disputadas y creíbles, a congresos plurales, gobiernos de diferente orientación, pesos y contrapesos en el entramado estatal y sin duda una espiral virtuosa que amplió el ejercicio de las libertades”.
“Y para que ello fuera posible se requirió de movilizaciones, luchas, denuncias, acuerdos –muchos acuerdos– y sobre todo conformar normas e instituciones electorales capaces de ofrecer garantías de imparcialidad y equidad a la diversidad de fuerzas políticas que modelan el país. Ocho reformas se llevaron a cabo entre 1977 y 2014 y los resultados están a la vista. Fue necesario edificar autoridades electorales autónomas, tribunales capaces de desahogar la aguda conflictividad, construir condiciones equitativas de la competencia, puertas de entrada y salida para las distintas corrientes políticas que cristalizaron en partidos, y de manera paulatina pero sistemática nos acostumbramos a la diversidad, a las contiendas competidas, a las alternancias en los ejecutivos, en los congresos plurales y a los mecanismos de diálogo, negociación y acuerdo que los mismos reclamaban”
No hay liquidez en las palabras para que se diluyan sino para filtrarse, dar forma al interior Woldenberg ha extendido el aula universitaria para fundirse con una asistencia numerosa e inesperada para decir a la multitud con emoción “Quiero llamar su atención sobre un solo hecho: la alternancia constitucional y pacífica (subrayo, pacífica) del poder presidencial ocurrió, por primera vez en México, gracias a ese proceso democratizador. En casi 200 años de vida independiente, nuestro país nunca lo había logrado”.
“Esa democracia se construyó con el trabajo de millones, de varias generaciones de mexicanos y mexicanas, cuyo edificio culminante fue el del Instituto Nacional Electoral. Ese gran cambio histórico no puede ser explicado sin la existencia de nuestro sistema electoral”.
Expuso con claridad de corrido y profundad a las sumas de preocupaciones “La titularidad del Poder Ejecutivo ha cambiado y lo ha conquistado el partido A, el partido B y el partido C. El Poder Legislativo ha recogido los cambios en las preferencias políticas de millones de mexicanos; las minorías de ayer son las mayorías de hoy y en todo el país, ese proceso se repite y se ha naturalizado a lo largo de casi tres décadas”.
“No llegamos a una estación final. Tampoco a un paraíso. Apenas a una germinal democracia pero que nos ha permitido asentar la pluralidad política y que la misma pueda coexistir y competir de manera pacífica”.
“El problema mayúsculo, el que nos ha traído aquí, el que nos obliga a salir a las calles, el que se encuentra en el centro de la atención pública, es que buena parte de lo edificado se quiere destruir desde el gobierno. Es necesario insistir en eso, porque significa no sólo una agresión a las instituciones existentes sino a la posibilidad de procesar nuestra vida política en un formato democrático”.
En la reflexión el origen, las causas, los temores, las acechanzas de una democracia electoral que se reconoce perfectible pero definida por sus tiempos. En la ecuación surge en la escena José Woldenberg, qué lo hace elegible y representativo en el centro de una marcha que ya se reconoce histórica.
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Frente a la multitud diversa por cerca de 10 minutos dijo que “estamos ante un día distinto que no se puede desatender, que México no puede volver a una institución electoral alineada con el gobierno, incapaz de garantizar la necesaria imparcialidad en todo el proceso electoral. Nuestro país no merece regresar al pasado porque lo construido permite elecciones auténticas, piedra angular de todo sistema”.
Recordó que “México no puede destruir las destrezas profesionales, los conocimientos adquiridos y el compromiso de los funcionarios que integran los servicios profesionales electorales. México no puede centralizar todos los procesos electorales en dos instituciones descomunales, no sólo porque somos –según la Constitución– una república federal, sino porque ni el INE ni un solo Tribunal podrán realizar con eficiencia lo que hoy encuentra cauce y solución en 32 entidades soberanas.
Eslabona los tiempos de la construcción de la democracia mexicana subrayando “Otra vez intento ilustrar lo que digo con evidencias. Desde la última reforma electoral en 2014, se han disputado en los estados y la Ciudad de México: 55,336 cargos de elección popular, entre ellos 55 gubernaturas, 93 legislaturas y 5,932 ayuntamientos. Tan sólo el año pasado los institutos estatales registraron 275,424 candidaturas locales. Con tales números ¿es deseable y posible concentrar, centralizar y administrar ese universo político en una sola institución?”
Agregando las elecciones de la experiencia de una epopeya por la democracia “Por eso, México no puede deshacerse sin contemplaciones del entramado federalista en materia electoral sin perder en eficacia y confianza. Tampoco de los tribunales en materia electoral porque siguen siendo necesarios para desahogar el permanente litigio que acompaña nuestras elecciones”.
“México no merece una reforma constitucional en materia electoral impulsada por una sola voluntad por más relevante que sea. Hay importantes lecciones en el pasado: las reformas que fueron fruto de voluntades colectivas forjadas con los métodos probados y comprobados del diálogo y el acuerdo”.
“México no puede ni debe trasladar el padrón electoral a otra institución porque el INE ha cumplido con creces en la elaboración de un listado confiable, cuyas credenciales se han convertido de facto en cédulas de identidad ciudadana”.
“México viviría conflictos evitables, innecesarios, interminables y costosos sin las normas electorales. No hay desperdicio, no son producto del consenso de las principales fuerzas políticas del país”.
No hay ni vacío ni desperdicio en el discurso del sociólogo y sindicalista que ha acompañado la construcción de la democracia mexicana, la formación de una nueva ciudadanía plural y con derechos políticos y humanos irrenunciables para decir: “Quienes estamos hoy aquí, ciudadanos todos en el ejercicio de nuestros derechos, sabemos, porque lo vivimos, que en nuestro país laten diferentes formas de pensar, distintos intereses y cuerpos valorativos, diversas plataformas políticas e ideológicas, y que sólo desde el autoritarismo más ciego se puede aspirar a homogeneizar esa riqueza de expresiones. Por el contrario, nosotros valoramos esa diversidad porque creemos que en ella radica parte de la riqueza de nuestra Nación y por eso estamos obligados –sí, obligados– a garantizar su expresión, coexistencia y competencia civilizada”.
“Y es en ese horizonte en el cual elecciones auténticas, libres, equilibradas, resultan insustituibles. Nuestro futuro no puede ser resultado de la seducción por un pasado que en buena hora fue desterrado”.
Woldenberg comparte con la multitud preocupaciones y aspiraciones como el que “las próximas citas electorales deben contar con las mismas garantías que las del pasado inmediato: padrón confiable, equidad en las condiciones de la competencia, imparcialidad de los funcionarios profesionales, conteo pulcro de los votos, resultados preliminares en la noche y por supuesto que ganadores y perdedores sean definidos por el voto de los ciudadanos y sólo por ellos”.
“Hacemos un llamado a todos los grupos parlamentarios –sí, a todos– sin exclusiones ni excepciones, los que conforman las Cámaras del Congreso Federal y de los 32 congresos en las entidades, a que defiendan lo edificado en materia democrática y no conduzcan a nuestro país a una etapa venturosamente superada: la del autoritarismo que se auxiliaba de autoridades electorales a modo”.
“El día de hoy refrendamos nuestro profundo compromiso con la democracia y por ello defendemos un sistema electoral que nos cobija a todos y que permite la coexistencia de la diversidad y la substitución de los gobiernos por vías pacíficas y participativas. Ese es el México que queremos: un México para todos, un México cuya diversidad cuente con un formato para su convivencia y competencia”.
Por ello decimos:
No a la destrucción del INE.
No a la destrucción de los institutos locales.
No a la destrucción de los tribunales locales.
No a la pretensión de alinear a los órganos electorales a la voluntad del gobierno.
No al autoritarismo.
Sí a la democracia.
Sí a un México democrático.
Un día soleado, concurrido, reafirmaba de nuevo la vocación democrática de México decidido a tomar la calle asegurando sus libertades.