México es presa del pandillerismo político

Autor Congresistas
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Oscar Negrete

Cada vez que hay elecciones vemos lo mismo. Personajes acomodaticios haciendo promesas extravagantes y, francamente inalcanzables para un periodo de servicio, porque los problemas de México son, en su mayoría, problemas a largo plazo que solo pueden resolverse así, con programas transexenales de largo plazo, evaluación continua e implementación institucional con rendición de cuentas. Pero los funcionarios electos por voto popular reinventan a México y a sus –ahora muy mermadas- instituciones cada vez que pueden. Es casi como si pensaran que cambiándole el nombre a las instituciones pueden mejorarlas por arte de magia.

El trabajo a largo plazo no funciona en México porque nuestros políticos buscan las cámaras, la atención de redes sociales, la popularidad y los aplausos. Todo a corto plazo. Y para tener eso, para sentir esa fama, para llenarse de aduladores que les llegan al ego con mentiras, están dispuestos a lo que sea. Y esa disposición incluye, por supuesto, el cambio, renuncia y afiliación al vapor al partido político que sea, sin importar los principios ideológicos, sino únicamente la posibilidad real de ganar un puesto de elección popular. Como pandilleros que venden lealtades a la pandilla que se ve más fuerte en el barrio.

Los partidos políticos ya no son instituciones con ideologías específicas y principios establecidos que postulen candidatos que representen esos principios para ser electos y ponerlos en práctica, Ya no tienen plataformas políticas y proyectos de análisis de los problemas de México que puedan abordarse desde la coyuntura de su perspectiva ideológica política, económica y social. Los partidos políticos hoy son pandillas, que aceptan o rechazan candidatos dependiendo de su popularidad y posibilidades de obtener votos. Nada más.

Ya no existe el camino institucional de formación de cuadros, de creación de una carrera política a través de la educación y la participación paulatina en actividades del partido, de promoción política, ¨de calle¨, vamos. Los presidentes de los partidos políticos son como jefes de pandillas, repartiendo puestos a sus lugartenientes y buscando solo dos cosas: el poder y el presupuesto.

Los candidatos postulados rara vez tienen una preparación académica, profesional y política sólida. Somos presos de políticos que solo intercambian cadenas de favores y calculan con frialdad el precio de la dignidad de un ciudadano ignorante y necesitado, que puede vender su voto por una torta o una playera con el logo del algún partido.

Somos presas de comerciales y anuncios o ¨spots¨ con algún candidato mirando al horizonte y presentándose como un salvador milagroso para los problemas del país. Por supuesto que la culpa es compartida, porque para que haya una mentira debe haber quien mienta y quien crea. Y al pueblo le concierne la responsabilidad por dejarse engañar una y otra vez, de no educarse, de no informarse, de dejarse llevar por la desidia y la flojera en los asuntos que incumben a los ciudadanos responsables. A los políticos les concierne la culpa de mentir con cara dura, de saltar de un partido a otro, de tolerar saltos y traiciones y, la verdad, todo por el poder y el presupuesto que pagamos los mexicanos y que ellos se reparten.

Tenemos que entender que la información es un derecho y que tenemos que buscar tiempo en nuestra rutina diaria de informarnos y de conocer y exigir a nuestros representantes resultados. Por eso es que el INAI es tan importante. El INAI garantiza que tengamos acceso a la información del gobierno, nombres de personas y empresas que obtienen contratos, lo que cobraron y lo que hicieron. El INAI es la base de todo análisis de desempeño del gobierno y una de las herramientas más serias con que contamos los ciudadanos para ser un contrapeso a los pandilleros que gobiernan el país.

Entiendo que el presidente quiera reducir gastos de algunos organismos constitucionales autónomos. Y es posible que tenga razón en otros, particularmente en la COFECE, cuyo trabajo no tiene un eco real en la economía mexicana y sus funcionarios viven en la burocracia dorada. Tiene razón el presidente en esa perspectiva, pero no la tiene –cuando menos- con el INAI, que es el último bastión de transparencia en el uso de los recursos de todos y nos permite saber cómo se gasta NUESTRO dinero.

Tenemos que ser más responsables como ciudadanos, porque al dejar en manos de los partidos toda la vida política del país, hacemos menos nuestra calidad de ciudadanos, tan apreciada en la Roma antigua y tan ninguneada en el México actual.

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