Perdemos terreno en calidad profesional y universitaria

Autor Congresistas
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MESA CONGRESISTAS

Urge apoyo en leyes y políticas públicas educativas y científicas

México está en una encrucijada en la que se afectará la vida de generaciones de mexicanos.

La deuda de México aumenta de forma impresionante y desastrosa. Cito datos de la columna del economista Gerardo Flores, del 3 de enero de 2023, (publicada en el periódico El Economista), en la que se refiere a la deuda de México de la siguiente manera:

¨Por ejemplo, en el período enero-noviembre de 2018, el costo total de la deuda interna del gobierno fue de 232 mil 617 millones de pesos, mientras que en el período enero-noviembre de 2022, el costo total de la deuda reportado por SHCP fue de 393 mil 302 millones de pesos, un 69 por ciento más que en los últimos once meses del gobierno anterior. Por lo que hace a la deuda externa, el costo para el período enero-noviembre de 2018 fue 3 mil 735 millones de dólares, mientras que para el período enero-noviembre de 2022, ese costo se ubicó en 4 mil 737 millones de dólares, un 27 por ciento más que hace cuatro años. ¨

Es un hecho objetivo que la situación financiera de México se mueve hacia un declive importante y, por tanto, cada vez tendremos menor margen de maniobra con el presupuesto federal.  Para efectos de estas líneas, esta información es relevante porque cada vez se invierte menos dinero sin ganar eficiencias en educación en México y, por lo tanto, se pierde terreno en mejorar la percepción y comprensión que del mundo tienen los mexicanos. Seguimos siendo víctimas del eterno adagio que nos ha azotado por siglos: un pueblo ignorante es un pueblo fácil de manipular.

El pueblo mexicano ha sido engañado por sus gobiernos por décadas. La élite en el poder se ha encargado de utilizar la idiosincrasia del mexicano en su contra. Desde la explotación de sus supersticiones y creencias sobrenaturales, pasando por su apatía y desinterés cívico sustituido por la pasión por el futbol soccer; hasta la actual explotación del odio, el resentimiento y envidia sociales que dividen a los mexicanos entre fifís y chairos o ricos vs pobres, para dejar olvidada a la llamada clase media. Queda en el olvido esa arenga de las protestas que dice que: ¨El pueblo unido, jamás será vencido¨; ya que el pueblo mexicano vive una desunión y confrontación sin precedentes.

Lo anterior es relevante porque seguimos sin comprender que los problemas de México no se pueden resolver en el corto plazo. La educación es la base fundamental de partida para mejorar la vida de cualquier población. Educación académica, científica, cívica y de la salud, para comprender que vivimos en una sociedad en la que ganaríamos más colaborando que confrontándonos, pero los ánimos siguen encendidos y el fuego avivado y fortalecido por el viento que sopla fuerte desde el otrora llamado Palacio de los Virreyes.

En los últimos cuarenta años, los presidentes de México tuvieron interés en la modernización del país. Inclusive, durante la Guerra Fría, en la que los Estados Unidos competían contra la Unión Soviética en materia armamentista, científica, cultural, etcétera; hubo un contagio hacia México, donde, a manera de imitación, cada vez más mexicanos seguían una vocación científica para avanzar también en esa competencia tácita hacia un mejor futuro nacional, basada en la contienda entre los sistemas de vida respectivos de los países del oeste contra los del este.

Desafortunadamente, en algún momento del viaje, se perdió la ambición nacional por mejorar la educación, la cultura y la ciencia mexicanas. También se perdió el deseo de modernidad e inserción exitosa en el concierto de las naciones.

La edición 2023 de la lista Global 2000 del Center for World University Rankings (CWUR, por sus siglas en inglés) clasifica a varias universidades del mundo por sus criterios de calidad en educación, facilidad para emplearse, calidad de la facultad y desempeño en materia de investigación.

Por supuesto, Estados Unidos y Europa concentran las universidades con mayor prestigio. Esto implica que algo deben estar haciendo bien. La lógica nos llamaría a aprender de esos países y analizar sus estrategias educativas y no a confrontarlos, disfrazando nuestros complejos de inferioridad de ¨orgullo mexicano¨.

La UNAM es nuestro barco insignia en educación superior, obteniendo el lugar 276 a nivel mundial. No obstante, nos supera la Universidad de Sao Paulo con el 109 en Latinoamérica.

México pierde oportunidades al desaprovechar el dinero en proyectos faraónicos sin sentido económico. Necesitamos el apoyo de los legisladores y sus ejercicios de parlamento abierto para crear un plan de apoyo presupuestal a largo plazo para mejorar la calidad de nuestras universidades y, en consecuencia, nuestra capacidad colectiva de innovación, creación de empleo y desarrollo humano integral.

Solo como ejemplo, en un país territorialmente tan pequeño como Israel, la Universidad de Tel Aviv está en el lugar 154, ¡más de 100 puestos arriba de la UNAM! Israel tiene una población de aproximadamente 9 millones de personas y México una población aproximada de 120 millones. Bien por Israel y su deseo de mantener la excelencia a pesar de estar rodeado de una geografía política hostil. Nosotros no estamos siendo eficientes ni estamos mostrando orgullo ni dignidad por nuestra educación y nuestra vida intelectual. Aquí es donde deberíamos mostrar el patriotismo y no en los partidos de futbol. No hemos aprovechado la cercanía con los Estados Unidos ni con Canadá para aprender de los modelos operativos de sus universidades.

Las universidades deben ser espacios abiertos para el diálogo productivo, la innovación científica, la impartición de conocimiento y la generación de ideas para la mejora social. ¿Están nuestras universidades produciendo profesionistas cuantitativa y cualitativamente capaces y éticos para mejorar a la sociedad mexicana?

El llamado urge a nuestros legisladores para tomar el liderazgo en este aspecto prioritario que debe atenderse lo antes posible.

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