Janine Otálora y el valor de la ética judicial

Autor Congresistas
13 Vistas

Ignacio Ruelas Olvera

La dignidad de renunciar. La virtud de la Magistrada Otálora me recordó una vieja lectura de la antigua Roma, el retiro por virtud, de Lucio Quincio Cincinato. Lucio no fue juez en el sentido moderno, su conducta ejemplar como magistrado y líder es profundamente simbólica. En el año 458 a.C., Roma enfrentaba una grave amenaza militar y el Senado lo nombró “dictador”, un cargo supremo con poderes absolutos por seis meses. Cincinato aceptó el cargo, lideró al ejército, venció a los enemigos, y —en un gesto que ha sido admirado por siglos— renunció voluntariamente al poder apenas cumplió su misión, regresando a su campo a trabajar la tierra.

Su acto de no aferrarse al poder y de respetar los límites institucionales se ha convertido en un símbolo de ética pública. En contraste con otros líderes que buscan prolongar su mandato e influencias, Cincinato dio una lección ética: el servicio público debe ser temporal, desinteresado y guiado por el deber. 

Tanto Janine Otálora como Lucio Quindío, ambos comparten esa virtud, representan ejemplos de integridad en el servicio público. Aunque separados por siglos y contextos distintos, ambos decidieron retirarse del poder por convicción ética. La Magistrada Otálora en honor a su virtud, ¡por supuesto!, al principio de legalidad, la ampliación del contrato laboral con traje de pago por anticipado pondría en duda sus razonamientos, resoluciones y hasta las mismas cotidianidades en el desempeño. La Magistrada Otálora muestra que su autoridad en la materia es su capacidad manifiesta y asumida con profesionalidad. Así con rectitud se ha ganado su reputación y honorabilidad.

En tiempos donde la permanencia en el poder parece ser la norma, la decisión de la magistrada Janine M. Otálora Malassis de concluir su encargo en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) conforme al plazo original de nueve años, representa un acto de coherencia ética y respeto institucional que merece ser reconocido y celebrado. Refleja su carácter de Abogada, para entender la ley sin misterios. 

Otálora notificó al Senado de la República que dejará su cargo el próximo 31 de octubre de 2025, renunciando a la posibilidad de extender su mandato hasta 2027, como lo permite la reforma judicial impulsada por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Esta reforma, que ha sido vista por muchos como una estrategia para mantener afinidades políticas dentro de los órganos jurisdiccionales, fue acogida por varios de sus colegas. Ella, sin embargo, optó por honrar la protesta que rindió en 2016, cuando fue designada por un periodo de nueve años.

Un gesto de integridad constituye la trayectoria de Janine Otálora que ha estado marcada por su independencia de criterio, su defensa de la libertad de expresión, su compromiso con los derechos político-electorales. En múltiples ocasiones, votó en contra del bloque mayoritario, defendió posturas técnicas y jurídicas, incluso cuando ello implicaba presiones internas o campañas de desprestigio.

Su decisión de no extender su mandato no es una renuncia al servicio público, sino una afirmación de que LA y SU ética no son vendibles. En un contexto donde la confianza ciudadana en las instituciones se encuentra debilitada, gestos como el de la Magistrada Otálora son faros que iluminan el camino hacia una justicia verdaderamente independiente, por la que debemos luchar sin tregua.

Más allá del cargo la magistrada Otálora deja el TEPJF, Sala Superior, en un momento clave, previo a un nuevo ciclo electoral. Su salida deja una lección profunda: el poder judicial no debe ser rehén de intereses políticos, y sus integrantes deben ser ejemplo de imparcialidad, prudencia, profesionalismo y congruencia, ética y sabiduría, comportamientos y sencillez, actitud y transparencia…

En sus propias palabras, “ha sido un honor desempeñar el cargo de magistrada en el órgano de justicia constitucional electoral de última instancia”. Su dignidad sin aferrarse al cargo, sin buscar privilegios, sin traicionar los principios que juró defender y protestó honrar.

El 8 de agosto pasado en Oaxaca, dijo: “Construir entre todos una justicia electoral íntegra consolidará una democracia incluyente, para todos”. La comisión de la reforma Electoral debe ser sensible a su aportación, ojalá. Una lección más, durante la sesión del tribunal electoral que aprobó la sobrerrepresentación a favor de Morena dijo: “La sobrerrepresentación, cuando se permite, erosiona los controles institucionales y compromete la estructura constitucional… El respeto al precedente no puede implicar un aprisionamiento de la razón o significar que las y los jueces quedan atrapados por criterios pasados…”.

Su salida no es una pérdida, sino ganancia para la democracia. Su actitud sensata y ética nos recuerda que la verdadera autoridad no se impone, se gana con integridad. 

Que su ejemplo inspire a quienes aún creen que el servicio público es responsabilidad de Estado, no una trinchera.

Artículos Relacionados