Congresistas

Una estrategia de política gubernamental y de colaboración social para apoyar a las personas trabajadoras que viven al día

colaboración social para apoyar a las personas trabajadoras que viven al día

(Primera parte)
Clara Jusidman*

En México existe una gran cantidad de trabajadores y trabajadoras que viven con sus familias a partir de lo que ganan cada día. No cuentan con la protección de la seguridad social, ni con protección social alguna, excepto de lo que pueden ahorrar o del apoyo de sus familias.

1. Trabajan como asalariados informales en microestablecimientos de mercados, tianguis, talleres de reparación, pequeño comercio, pequeños talleres artesanales. También, los trabajadores en servicios de plataformas informáticas se encuentran en esta situación, como son los repartidores de comida y objetos diversos y los taxistas.

2. Otro grupo está formado por los trabajadores no asalariados o por cuenta propia que prestan servicios o venden productos en la calle y que sirven a muchos consumidores mismos que contratan sus servicios por un día o para realizar un trabajo por única vez o que los consultan esporádicamente. Estos incluyen una gran cantidad de ocupaciones que comprenden a los profesionistas independientes, trabajadores en informática, trabajadores de la construcción, trabajadoras del hogar de entrada y salida, mariachis y músicos, boleros, taxistas y conductores de diversos vehículos de transporte de personas, trabajadores de limpia, modistas y costureras, estilistas, entre otros.

Un subconjunto del grupo 2 se dedica a vender alimentos a las puertas de sus casas, tanto preparados en los hogares como algunos manufacturados (refrescos, papas fritas, por ejemplo), especialmente en colonias populares. Parte de la demanda son otros hogares de las mismas colonias pero también personas que tienen sus trabajos en la zona, muchos de los cuales han dejado de laborar y, por tanto, se han reducido las ventas de estos negocios familiares

3. Un tercer grupo es el de trabajadores asalariados bajo relaciones informales en establecimientos y organizaciones formales, incluso instituciones públicas. Están contratados por honorarios, en lista de raya, a destajo o con contratos precarios de un mes o tres meses. Pueden ser despedidos en cualquier momento sin costo para la empresa.

La gran mayoría obtiene ingresos que no les permite tener ahorros para emergencias y frente a eventualidades como enfermedades, desempleo, accidentes, fallecimientos o cierre de actividades y medidas de aislamiento social como las actuales. Caen en situaciones de mayor pobreza, pérdida de los pocos activos que han podido adquirir como electrodomésticos y aparatos electrónicos, riesgos de desalojo, cancelación de acceso a servicios de energía, agua, recolección de basura, clausura de sus pequeños establecimientos, etc.

Se trata de condiciones precarias de ocupación originadas en la insuficiente creación de fuentes de empleo asalariado protegido por fallas estructurales de la economía, en la precarización y flexibilización de los empleos y en la subsistencia de ocupaciones tradicionales como músicos, organilleros, cirqueros, artesanos, trabajadores y trabajadoras sexuales, entre otros.

El interés de esta reflexión es encontrar algunas acciones sociales y de política de gobierno que ayuden a estos millones de trabajadores a remontar la emergencia creada por la pandemia del Coronavirus que provocará durante varios meses una baja actividad en el espacio público de otros millones de personas. Podemos pensar que por lo menos durante tres meses esas actividades fuera de los hogares se verán disminuidas y que a futuro, podrían desaparecer.

Ante la emergencia es urgente tomar medidas a la brevedad para conservar los empleos formales existentes y proveer de ingresos a todas las personas y familias que pierden la fuente de los mismos en razón de las medidas de aislamiento que se están adoptando.

Acciones posibles a nivel de los gobiernos

A continuación se proponen cinco grupos de acciones que pueden ser llevadas a cabo por los gobiernos de los tres órdenes. No se propone realizar todas sino se plantean como opciones.

1. La pandemia destruirá ocupaciones específicas pero también generará requerimientos de personas para enfrentar la emergencia. Se podría convocar, capacitar y pagar un salario digno a personas que pudieran:
a. Apoyar a las poblaciones más vulnerables que no puedan salir de sus hogares y requieran de ayuda para llevarles alimentos, medicinas, agua: personas mayores, enfermos crónicos, personas con discapacidad, etc.
b. Vigilar el cumplimiento de las medidas de aislamiento social hablando con las personas que no las adopten y obligándolas a regresar a sus hogares si salen sin justificación.
c. Realizar tareas de sanitización de espacios públicos transitados, transporte público, sanitarios públicos, tianguis, tiendas de conveniencia y supermercados.
d. Apoyar la vigilancia y protección frente a riesgos de vandalismo, violencia, saqueos.
e. Colaborar en tareas del personal de salud para la tercera fase de la emergencia: camilleros, atención en ventanillas, limpieza de clínicas y hospitales, aseo de pacientes, almacenamiento y control de insumos, preparación de alimentos, tareas de registro e informática, etc.
f. Traslado de pacientes, de medicamentos, de doctores a visitas a domicilio, de insumos para la salud, etc.
g. Preparación de alimentos para aquellas que serán atendidas por los servicios de salud en centros establecidos para el efecto o incluso, para el mismo personal de salud.
h. Preparación de alimentos y manejo de comedores comunitarios, distribución de alimentos preparados o de despensas, destinados a grupos que perdieron sus fuentes de ingreso salvaguardando la sanidad en su manejo.
i. Ampliar el empleo en las empresas que deben aumentar la producción de insumos necesarios para la emergencia: mascarillas, respiradores, guantes, artículos de limpieza, cámaras de aislamiento, ropa de protección para trabajadores de la salud, etc.
j. Examinar la posibilidad de que algunos de esos productos se pudieran elaborar en casa para generar actividades al interior de los hogares.
k. Frente al riesgo de aumento de violencia doméstica por el confinamiento familiar dados los altos niveles de hacinamiento en México se podría desarrollar un programa de acompañamiento en el hogar realizado por voluntarios que pueden llevar entretenimiento, diversión, cultura, orientación y buenos hábitos de convivencia a las familias recluidas. Los visitantes tendrían que ser personas sanas desde luego, y cumplir protocolos estrictos de protección sanitaria y de permanencia por un tiempo a determinar (30 minutos, 1 hora) en el hogar. El mismo esquema aplicaría cuando se habiliten hospitales o centros de atención temporales en gimnasios, escuelas, bodegas o donde sea que se instalen y en los que puedan haber condiciones propicias para que no surjan episodios de violencia, especialmente si los contagiados están en condiciones de movilidad y alerta. Si se considera complicado y riesgoso, el programa podría ejecutarse a distancia, mediante plataformas ad-hoc que, en particular, contengan mensajes directos y subliminales de amor, respeto, compasión, bondad y solidaridad (Propuesta de Jorge Máttar del Centro Tepoztlán).

La ventaja de una convocatoria a la realización de empleos temporales permite que sean las mismas personas necesitadas las que acudan a solicitarlos y evitar así la necesidad de elaborar padrones de personas y familias en riesgo de pérdida de ingresos por la emergencia sanitaria.

Los programas actuales del gobierno federal de apoyo a adultos mayores y a personas con discapacidad atenderían a poblaciones que difícilmente se pueden incorporar a tareas de empleo temporal.

Seguramente la realización de algunas de estas propuestas para el Programa de Empleo Temporal frente a la Emergencia Sanitaria podría realizarse con personas voluntarias, pero sería un logro importante si se pudiera contar con recursos públicos para pagarle a quienes acudieran a efectuar este tipo de actividades por el periodo necesario, debidamente capacitados, protegidos para no sufrir contagios y con protocolos definidos para su participación. Significaría reorientar algunas partidas de los gobiernos postergando inversiones y acciones menos urgentes.

Otra posibilidad es convocar a la creación de fondos sociales manejados de manera transparente y segura por comités sociales u organizaciones civiles y comunitarias a nivel municipal, estatal o federal a los que pudieran contribuir todas las personas interesadas en contribuir con dinero a un programa de empleo temporal.

Incluso podría pensarse en otras actividades necesarias que se han relegado por falta de recursos pero que puedan ocupar a varias personas para generar empleos temporales: trabajos de reparación de instalaciones públicas y privadas, bacheo de calles ahora que están vacías, mantenimiento de autotransporte público, por ejemplo.

* Centro Tepoztlán, INCIDE Social A.C. y Por México Hoy

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