Elio Villaseñor
“La política es demasiado seria para
dejarla en manos de los políticos.”
— Charles de Gaulle
Muchos líderes políticos que hoy se presentan como oposición, cuando estuvieron en el poder o ejercieron algún cargo público, hicieron de la política un negocio. Convirtieron el servicio público en una fuente de enriquecimiento personal, anteponiendo sus intereses particulares a los de la sociedad.
Esa actitud generó un profundo hartazgo ciudadano.
La gente se cansó de ver cómo algunos políticos usaban el poder solo para volverse ricos, mientras los problemas del país seguían sin resolverse.
Tristemente, esa forma de entender la política —como un camino rápido hacia el éxito personal o el lujo— sigue siendo, en muchos casos, la regla para participar en ella.
ella.
“La política debe ser una profesión de servicio, no un negocio de lucro.”
— José Mujica
Hoy escuchamos a partidos de oposición hablar de “renovarse” o de ofrecer una nueva imagen, pero en muchos casos se trata solo de estrategias de mercadotecnia.
Pocos reconocen sus errores o hacen una autocrítica real sobre los abusos del pasado.
Prometen el cambio, pero sin comprometerse a cambiar ellos mismos.
Por eso, la ciudadanía sigue viendo con desconfianza a una clase política que solo critica a los que gobiernan, mientras repite las mismas prácticas cuando le toca el turno.
Muchos no buscan transformar la realidad del país, sino negociar beneficios personales o mantener cuotas de poder.
”
El deber de la política no es perpetuar privilegios, sino ampliar derechos.”
— Eduardo Galeano
Nos enfrentamos así a un gran desafío: ¿Cómo romper este ciclo de cinismo y complicidad? ¿Cómo impedir que el patrimonio del país siga sangrando en beneficio de unos pocos?
El verdadero cambio no vendrá solo de nuevos partidos o de nuevos rostros, sino de una nueva manera de entender la política. Una política que vuelva a poner en el centro el bien común.
“No hay mayor libertad que la de trabajar por el bien común.”
— Nelson Mandela
Recuperar la política significa devolverle su sentido original: el servicio a los demás, la búsqueda del bien colectivo, la construcción de un futuro más justo y solidario.
Y eso no puede quedar solo en manos de los políticos.
Los ciudadanos debemos ser parte activa: vigilantes, propositivos, comprometidos.
Solo con una ciudadanía consciente, participativa y exigente podremos reconstruir una política que esté verdaderamente al servicio del país y no de unos cuantos.
