La pandemia no acaba…

Autor Congresistas
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Tras el desastre en sanidad y económico surgido con la aparición del COVID-19, la atención mundial se ocupa en un acelerado proceso de vacunación teniendo en la mira la recuperación económica. Sin duda tomará su tiempo a los organismos internaciones hacer un diagnóstico de la situación, de las bajas por detectar y de los retos que enfrentan los países ante las descarnadas revelaciones sobre los niveles de desigualdad que afectan a muchos países que plantean o se salvan todos o no se salva ninguno.

La mirada sobre América Latina y el Caribe, según estudio del Banco Mundial (BM), es la región que cuenta con el más alto número de muertes por COVID de las zonas en desarrollo. Paradójicamente, además de los números de desastre, otros datos revelan que la contabilidad guarda una similitud con las que se contabilizan en las economías de avanzada. También se observa que la región en términos económicos y sociales es la más afectada por la caída del Producto Interno Bruto (PIB) y que significativamente supera los mismos resultados que presentan las economías de avanzada de aquellas identificadas con un enfoque importante de desarrollo, pueden referirse a las que reconocimos por mucho tiempo como emergentes.

El sueño americano muestra sus agudos desequilibrios, incluso abismales y contrastantes con los países que en las últimas décadas de los años 80 se identificaron como los tigres asiáticos. Nos queda como heroico una nueva geopolítica que da señales de que los grandes países Latinoamericanos nos quedamos atrás.

Despunta el dato en el análisis del BM de que algunos países ubicados en la Cuenca del Caribe son los que presentan un mayor decremento económico debido a su dependencia económica de la actividad turística. En estas estadísticas lo que hay también que decir es que se dan algunos casos de excepción. Se puede afirmar en síntesis de que la región resulta una mezcla de significativas tasas de desempleo con tasas de pobreza que se van amortiguadas por transferencias sociales desde algunos países.

Lo datos son las pinceladas que traza un paisaje en el que se combinan por un lado el desplome de servicios y por el otro, el de bienes, pero manteniendo la estabilidad. Se detecta de forma simultánea una caída, una recuperación en Asia Oriental y en China en particular. Surge el encuentro con un alto precio en los productos primarios que antes de a crisis provocada por el COVID, era inexistente. Estos elementos favorecen a los países dedicados a la producción agrícola y minera como son los países de América Latina y el Caribe.

Otro elemento interesante lo constituye las remesas que se proyectan al alza con respecto a la aparición del COVID y resultan de gran importancia para el nivel de vida de muchos países de la región, como es México que gradualmente viene registrando el crecimiento de las remesas. Otro factor más a destacar en este panorama lo constituye el acceso continuado a los mercados de capitales internacionales de los países de la región, lo que se ha traducido en endeudamiento.

A la vista el hecho del incremento de los prestamos durante la pandemia, lo que se traduce en políticas de apoyo a pesar de lo reducido del espacio fiscal, la acumulación de déficits presupuestarios, los que en algunos casos son considerables y se ven asociados al inicio de la pandemia y vinculados con el gasto sanitario, como ayuda a las empresas, apoyo a los hogares y no falta el dato que registre la flexibilidad de la política monetaria que se califica de acomodaticia. Se han desplegado políticas de ayuda a deudores y pendientes a la reducción de los riegos financieros para los cuales se han contemplando periodos de gracia y garantías de préstamo a fin de amortiguar el impacto financiero.

Bajo la óptica del Banco Mundial, las predicciones sobre los impactos de la pandemia pusieron en el paredón a los países más pobres con el mayor número de perdida de vidas, por la debilidad de sus sistemas sanitarios, deficitarios accesos al agua, sistemas de saneamiento como drenajes, barrios marginales sobrepoblados, escasa capacidad de atención gubernamental y otros factores que los convertían en candidatos al contagio generalizado y altas tasas de mortalidad. Hoy los resultados son otros, a un año de la pandemia es diferente, en los países más pobres no se ha producido el mayor número de muertes, sino en los países de economías avanzadas y como alerta en los países de América Latina y el Caribe.

Para el BM no todas las medidas que se han tomado por los países contra el contagio se califican de eficaces y esto se documenta con la desproporcionalidad de las muertes ocurridas en la región. Los criterios de las transferencias sociales, como los siguientes: transferencias sociales, pruebas de detección a gran escala, rastreo activo de contagios, restricciones a viajes internacionales, confinamiento, se encuentras asociadas a los números de muertes. Agravan el panorama las mutaciones que viene experimentando el virus y las olas de contagio que lo acompañan no pueden desatenderse de los altos costos que pueden surgir para enfrentarlas.

Con la aparición de las nuevas variantes en la India, el Reino Unido y Brasil no se disipa la incertidumbre que puede presentarse con la aparición de un nuevo contagio, ese tercer oleaje es una fuente constante de incertidumbre como también lo es la activación de la economía y sus afectaciones en la atmósfera, los ríos y mares, la tierra. El COVID ha representado más que un impactante schock mundial que exige de un enfoque múltiple con su compilación de datos que influyen de forma directa en lo que ha sido hasta ahora la visión del mundo donde la regla de oro ha sido la sobreexplotación con criterios de extinción de la vida.

Sin duda la recuperación económica va acompañada de la eficacia en las vacunas, de su fabricación, disposición, compra y recursos que los países dispongan para todas las medidas restrictivas, pues la recuperación económica no avanza en otro sentido que del combate al COVID y las pandemias que puedan surgir y no haciendo cálculos al futuro sino por las alteraciones ambientales que surgen en el presente, la innovación que cruza todas las actividades sociales que aún no nos hemos detenido a pensar, a plantearnos como sociedad tan desigual los retos que enfrentamos caída día en educación, empleo, seguridad, oportunidades, innovación con el riesgo de quedarnos a la zaga clavados mirando hacia el pasado que no ha sido mejor.

¿A quién responsabilizar de las culpas y premiar de los resultados? ¿A los liderazgos políticos, sociales, médicos, económicos? ¿Quién cederá su voz para representar a los que fallecieron? ¿Quién se hará cargo de construir el porvenir a partir de una visión incluyente y democrática? ¿Y dónde quedan los derechos sociales y humanos? ¿Con qué criterio se hará frente a retos mayúsculos sostenidos por cifras, estadísticas, datos y argumentos que den sustentabilidad al nuevo discurso político y social?

En el análisis del BM hay datos de reflexión que no se pueden desatender como es el que se detecta en países de capacidad limitada, lo que se entiende con gobiernos que optaron por restarle importancia a la pandemia, el exceso de mortalidad debería superar las muertes declaradas por el COVID-19, hecho que puede presentarse en los países más pobres debido a que las muertes se producen al margen del sistema sanitarios e información sobre las causas. Se subraya que en los países que cuentan con alta respuesta sanitaria, el distanciamiento físico y otras medidas de protección debería de traducirse en menos mortalidad.

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