Oscar Negrete
El 7 de marzo de 2024 el presidente Joe Biden, en una sesión conjunta del Congreso Estadounidense, pronunció el discurso conocido como el “Estado de la Unión”; es decir, un resumen ejecutivo con tintes políticos de “el estado que guarda” el país bajo su administración por las acciones de política pública tomadas el año previo, de acuerdo con lo dispuesto por el articulo II sección 3 de la Constitución de los Estados Unidos.
Después del discurso o el informe del “Estado de la Unión”, tradicionalmente sigue un discurso de la oposición a manera de “respuesta” al discurso oficialista. Esto, bajo la premisa de que la democracia de los Estados Unidos es una democracia “modelo” donde se procura que se escuchen la mayor parte de las voces políticas en los asuntos del país, de la república, o como decían los romanos, la “res publica”, que, a traducción de estudiante de derecho es: “la cosa pública”, o lo que a todos concierne, para contrastar afirmaciones y contra argumentar al titular del ejecutivo (algo que en México no es bien visto en la actual administración).
Es curioso que Biden diera su informe el 7 de marzo y que el 8 de marzo se conmemorara el día internacional de la mujer. Y digo que es, más que curioso, irónico, que ante el discurso de un presidente que representa a votantes e ideologías liberales, supuestamente favorables a los derechos, independencia y peso en diversidad e inclusión de las mujeres en la vida pública, sus seguidores mostraran tanto odio, misoginia, discriminación y violencia contra Katie Britt, la senadora de Alabama que pronunció la “respuesta” al informe de Biden.
Katie Britt es senadora por Alabama y su labor política consistía en responder y criticar las políticas públicas de Biden, como lo requiere esencialmente una democracia. Así lo hizo.
No obstante, su respuesta generó inadmisible odio y violencia de género, al ser agredida e insultada en cuanto a su persona -y no en cuanto a sus ideas- por los “liberales” que, teóricamente, apoyan los derechos de las mujeres y su dignidad, incluyendo la salud reproductiva y la igualdad laboral.
Tristemente, los ataques a Katie Britt son una degradación de la hipocresía liberal en su mayor grado hacia una mujer, senadora de la república y con ideas distintas al partido gobernante. Yo he sido crítico de las fallas de la sociedad mexicana, pero, en esta ocasión, el odio, envidia y resentimiento con el que la senadora Britt fue atacada, dejan corto al más acomplejado de los insultadores de la izquierda mexicana.
La senadora fue atacada, insultada y denostada, por ser de clase media y empresaria. También fue atacada por su forma de sonreír, por su apariencia física, por el color de su piel, por su confesión religiosa, por el tono de su voz y la cadencia de su discurso. Es el colmo del odio, y justo un día antes -otra vez- de conmemorar el día internacional de la mujer.
Queda pendiente en la agenda para todos los que usan las redes sociales, tratar de ser responsables, decentes y valientes en sus opiniones. Es una cobardía vil y baja atacar a alguien sin dar la cara y en el anonimato de los comentarios de odio. A la distancia y sin posibilidad de ser reconvenido. Es una vileza mayor atacar a una mujer solo por serlo. La senadora Britt tiene mucho de que orgullecerse, ya que es la senadora más joven electa en la historia de Alabama.
Su éxito y esfuerzo económico, su orientación a la vida familiar y su perfil afable y de clase media ofendieron a los seguidores de Biden al grado de olvidarse que supuestamente ellos llevan el estandarte de los derechos de las mujeres, y la atacaron cobardemente, por ser mujer, como mujer, y en aspectos personales del todo ajenos al quehacer político. En fin, ya dice el dicho que en todos lados se cuecen habas. ¿Le parece a usted correcto el nivel de división social y odio en la sociedad estadounidense manifestado en los ataques misóginos a la senadora Britt? ¿Encuentra similitudes con la división y odio en la sociedad mexicana?
Nos hace falta educarnos y contenernos. Educarnos en la mesura y el control de las emociones, pero nos hace más falta procesar y entender que agredir a una mujer es un acto de cobardes. Y así se expusieron, como cobardes, los “liberales” supuestos protectores de los derechos de la mujer.