Rodolfo Aceves Jiménez*
La fortaleza de una institución de seguridad o defensa se mide en función de sus capacidades, pudiendo ser, por el estado de fuerza así como su capacitación y adiestramiento, por su capacidad de fuego, por sus técnicas, por la tecnológica empleada, entre otras.
Por eso el intercambio académico con instituciones de seguridad o de defensa de otras partes del mundo es esencial, debido a que se actualizan métodos, técnicas y procedimientos o se conoce nueva tecnología para combatir la delincuencia.
Gracias al conocimiento adquirido las fuerzas mexicanas de seguridad han dado fuertes golpes a la delincuencia o han participado en operaciones internacionales de colaboración, como las dos capturas de Joaquín Guzmán Loera o la Operación Lanza de Neptuno en Pakistán, respectivamente.
El desarrollo de las capacidades ofrece la posibilidad de realizar operativos de seguridad de precisión con el menor riesgo de víctimas y asegurando los objetivos perseguidos y el éxito también viene aparejado con la capacidad y destreza de los mandos y del personal.
Por eso la respuesta que dio el presidente López Obrador al exembajador norteamericano Christopher Landau, quien criticó que el gobierno mexicano ha adoptado básicamente una actitud de “laissez fair” (dejar hacer), es decir pasiva, ante los cárteles, no da respuesta al estado de inseguridad actual en el país.
El jefe del Ejecutivo Federal admitió que él dio la orden para liberar a Ovidio Guzmán en octubre de 2019, debido a que estaba en riesgo la gente. Reconoció que durante su gestión, Landau fue respetuoso de su gobierno y nunca hubo actos de injerencia de su parte.
Sin embargo y más allá del carácter humanista de su administración que afirma el presidente, se encuentra las capacidades de las fuerzas mexicanas de seguridad para hacer frente.
Se subestima la capacidad de organización y preparación o se desconfía por la penetración de la delincuencia en la seguridad.
No se toma en consideración el estado de fuerza, su capacidad de fuego y las demás variables por las que el Estado posee el monopolio del uso de la fuerza.
Tampoco es notorio que se recurra a la obtención de información y a su transformación en inteligencia.
El mensaje que manda el presidente es, que su administración no dará golpes discretos o espectaculares en el combate a la delincuencia.
Ni las capacidades instaladas, ni la confianza en las fuerzas armadas o de seguridad del país harán cambiar una decisión.
Y además permanece la mala relación en temas de seguridad con Estados Unidos. Y todo por un descuido en el timing político mexicano.
*Es Maestro en Seguridad Nacional por la Armada de México
Correo electrónico: [email protected]
Twitter: @racevesj