Rodolfo Aceves Jiménez*
En el dogma de seguridad nacional los anhelos del pueblo mexicano que se encuentran expresados en los objetivos nacionales permanentes de la Constitución, son el valor supremo del Estado mexicano. Ahí subyace la sensibilidad de los gobernantes para con sus gobernados.
Estos se encuentran contenidos en el Capítulo Primero de la Constitución, del artículo 1 al 29, y provienen de las demandas sociales producto de las guerras y revoluciones que nuestra historia ha pasado a lo largo del tiempo y que se han insertado en las tres etapas del constitucionalismo mexicano, la constitución de 1824, de 1857 y de 1917.
Nos referimos a derechos sociales y personales, como el derecho a la salud, la educación, la vivienda, el trabajo, la salud, la información, la libertad de tránsito, etcétera.
Estos derechos han sido el origen de algunas de las instituciones del Estado mexicano, como la Secretaría de Educación Pública, la Secretaría del Trabajo, el Instituto Mexicano del Seguro Social o el ISSSTE, el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales.
Entre los anhelos del pueblo mexicano también se encuentra la seguridad, contenido en el artículo 21 constitucional, que comparte toda una estructura ideológica como función y como fin del Estado, según la ciencia política.
También en estos primeros artículos están contenidos los derechos humanos de segunda generación que, según los tratadistas, son aquellos que tienen como objetivo fundamental garantizar el bienestar económico, el acceso al trabajo, la educación y a la cultura, de tal forma que asegure el desarrollo de los seres humanos y de los pueblos.
La institución de la seguridad pública ejerce el monopolio de la violencia, con el fin de salvaguardar el objetivo nacional permanente de la seguridad, así como para que el Estado mexicano logre sus fines y ejerza sus funciones de Estado, conforme se lo mandata la Constitución y el derecho de seguridad.
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Hoy en día algunas las políticas de Estado contenidas en la Constitución y en el Plan Nacional de Desarrollo están alejadas de los propósitos de la presente administración. Juárez, Madero o Lázaro Cárdenas además de que tuvieron rivales políticos, lograron separar el valor político de la necesidad ciudadana.
Juárez fue duramente criticado por sus reelecciones en 1867 y 1871, incluso, el jalisciense Irineo Paz, abuelo del premio Nobel Octavio Paz, señaló sus reelecciones con “porqué permites voto de a peseta?”.
Madero fue señalado por su falta de malicia para el ejercicio de la política, que rayaba en candidez o timidez, así como por su afición al espiritismo y sobre Cárdenas algunos lo consideran héroe por haber otorgado amnistía entre 1928 y 1929 a los cristeros sublevados en Michoacán, mientras que otros lo consideran indigno.
Pero Juárez, Madero o Cárdenas lograron crear instituciones que permanecen hoy en día. Juárez le retiró a la iglesia funciones con las que creó la institución del registro civil; Madero logró la no reelección y Cárdenas el crecimiento económico con instituciones sociales.
*Es Maestro en Seguridad Nacional por la Armada de México
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