Monocles

Autor Congresistas
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“He nacido como tú, en un siglo en que la razón no se somete sino al hecho y a la demostración; mi nombre, lo mismo que el tuyo, es buscador de la verdad; mi misión está consignada en estas palabras de la ley: !habla sin odio y sin miedo; di lo que sepas! La obra de la humanidad consiste en construir el templo de la ciencia, y esta ciencia comprende al hombre y a la Naturaleza. Pero la verdad se revela a todos, hoy Newton y a Pascal, mañana al pastor en el valle, al obrero en el taller. Cada uno aporta su piedra al edificio y, una vez realizado su trabajo desaparece. La eternidad nos precede, la eternidad nos sigue; entre dos infinitos, ¿qué puede importar a nadie la situación de un simple mortal?” “¿Qué es la propiedad? Investigaciones sobre el principio del derecho y del gobierno. Pierre Joseph Proudhon, editado por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM)”.

“Me parece además que, de manera general en la mayor parte de las llamadas sociedades indoeuropeas, o en todo caso en el teatro que conocemos, desde el griego hasta el de los siglos XVI y XVII, la cuestión de la representación del derecho fue algo constante. Después de todo, el teatro de Shakespeare -bueno todo el lado de teatro político en Shakespeare- tiene sin duda por problema central, me parece, la cuestión de la fundación del derecho soberano: ¿cómo(…) puede un soberano llegar a ejercer legítimamente un poder que ha arrebatado por la guerra, la revuelta, la guerra civil, el crimen, la violación de los juramentos? Me parece que así mismo en el teatro clásico francés -pienso sobre todo en Corneille, desde luego- los problemas que se abordan, que se representan, son también los de derecho público. Y creo también que en Schiller el problema del derecho, la representación teatral de la fundación del derecho es algo esencial.” (“Obrar mal, decir la verdad. La función de la confesión de la justicia. Michel Foucault, Siglo XXI Editores”)

“Se arrojó sobre la cama y tomó de la mesilla de noche una hermosa manzana que había reservado la noche anterior para su desayuno. Ahora era su único desayuno y, como comprobó al darle el primer mordisco, resultaba, sin duda, mucho mejor que el desayuno que le hubiera podido subir el vigilante de la sucia cafetería. Se sentía bien y confiado. Cierto, estaba descuidando sus deberes matutinos en el banco, pero como su puesto era relativamente elevado podría disculparse con facilidad. ¿Debería decir las verdaderas razones? Pensó en hacerlo. Si no le creían, lo que sería comprensible en su caso, podría presentar a la señora Grubach como testigo o a los dos ancianos de enfrente, que ahora mismo se encontraban en camino hacia la ventana de la habitación opuesta. A K le sorprendió, al adoptar la perspectiva de los vigilantes, que le hubieran confinado en la habitación y le hubieran dejado solo, pues allí tenía múltiples posibilidades de quitarse la vida. Al mismo tiempo, sin embargo, se preguntó, esta vez desde su perspectiva, qué motivo podría tener para hacerlo. ¿Acaso porque esos dos de al lado estaban allí sentados y se habían apoderado de su desayuno? Habría sido tan absurdo quitarse la vida, que él, aun cuando hubiese querido hacerlo, hubiera desistido por encontrarlo absurdo. Si la limitación intelectual de los vigilantes no hubiese sido tan manifiesta, se hubiera podido aceptar que tampoco ellos, como consecuencia del mismo convencimiento, consideraban peligroso dejarlo solo. Que vieran ahora, si querían, cómo se acercaba a un armario, en el que guardaba un buen aguardiente, cómo se tomaba un vaso como sustituto del desayuno y cómo destinaba otro para darse valor, pero este último sólo como precaución para el caso improbable de que fuera necesario.” (“El Proceso. Franz Kafka, librodot.com”).

“Cuando un individuo se define como miembro de un grupo se dice, a la luz de la sociología, que esta condición le confiere roles que a su vez establece relaciones de status, de pautas de efectuación y significación que dan lugar a expectativas atribuidas a estos roles que se hacen motivacionales para las acciones actuales y futuras prescriptas por la posición que ocupa dentro del sistema al que pertenece. Sin embargo, quienes viven en el mundo intracarcelario presuponen el sentido de estos elementos en toda su diversidad y estratificación, así como el esquema general de su estructura social desde su muy particular perspectiva. Todos estos complejos conceptos los experimentan tan sólo como una red de tipologías de individuos, de acciones, de motivos, de objetivos y/o productos socioculturales originados por las acciones de seres humanos.” (“El pluralismo jurídico intracarcelario. El derecho y la ley no escrita de la prisión. Herlinda Enríquez Rubio Hernández, editorial Porrúa”)

“-Usted se preguntará por qué dejamos esa ventana abierta de par en par en una tarde de octubre -dijo la sobrina señalando una gran ventana que daba al jardín. 

-Hace bastante calor para esta época del año -dijo Framton- pero ¿qué relación tiene esa ventana con la tragedia?

 -Por esa ventana, hace exactamente tres años, su marido y sus dos hermanos menores salieron a cazar por el día. Nunca regresaron. Al atravesar el páramo para llegar al terreno donde solían cazar quedaron atrapados en un ciénaga traicionera. Ocurrió durante ese verano terriblemente lluvioso, sabe, y los terrenos que antes eran firmes de pronto cedían sin que hubiera manera de preverlo. Nunca encontraron sus cuerpos. Eso fue lo peor de todo.

A esta altura del relato la voz de la niña perdió ese tono seguro y se volvió vacilantemente humana.

-Mi pobre tía sigue creyendo que volverán algún día, ellos y el pequeño spaniel que los acompañaba, y que entrarán por la ventana como solían hacerlo. Por tal razón la ventana queda abierta hasta que ya es de noche. Mi pobre y querida tía, cuantas veces me habrá contado cómo salieron, su marido con el impermeable blanco en el brazo, y Ronnie, su hermano menor, cantando como de costumbre “¿Bertie, por qué saltas?”, porque sabía que esa canción la irritaba especialmente. Sabe usted, a veces, en tardes tranquilas como las de hoy, tengo la sensación de que todos ellos volverán a entrar por la ventana…” (“La ventana abierta. Saki, editorial Vid”.

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