LOS LIBRES
Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba. Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada. Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos. (“El libro de los abrazos” Eduardo Galeano https://www.colegioemaus.edu.ar/assets/el-libro-de-los-abrazos.pdf).
HERIDAS
La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Nuestra comarca del mundo, que hoy llamamos América Latina, fue precoz: se especializó en perder desde los remotos tiempos en que los europeos del Renacimiento se abalanzaron a través del mar y le hundieron los dientes en la garganta. Pasaron los siglos y América Latina perfeccionó sus funciones. Éste ya no es el reino de las maravillas donde la realidad derrotaba a la fábula y la imaginación era humillada por los trofeos de la conquista, los yacimientos de oro y las montañas de plata. Pero la región sigue trabajando de sirvienta. (“Las venas abiertas de América Latina” Eduardo Galeano; Editorial Siglo XXI).
MOMENTUM
Antes de la invención del alfabeto, los seres humanos vivían en lo que llamamos un “lenguaje del devenir”. Lenguaje y acción estaban entonces estrechamente unidos. Se reconocía de manera natural que el hablar tenía el poder de hacer que ciertas cosas sucedieran; cosas que posiblemente no habrían acontecido, de no haber dicho alguien lo que dijo. Los poetas, los responsables entonces de la educación, cumplían con su función de enseñar relatando historias épicas o fábulas, narraciones sobre acciones realizadas por humanos, héroes y dioses. De esta forma, se sabía lo que era la piedad, el amor o la perfidia a través de las acciones realizadas por los personajes de esas historias. (“La ontología del lenguaje” Rafael Echeverría. J. C. editor).
REFLEXIÓN
La responsabilidad de los intelectuales consiste en decir la verdad y revelar el engaño. Se trata, según parece, de una perogrullada que no precisa comentario alguno. No hay tal cosa, sin embargo. Para el intelectual moderno esta afirmación no es en lo más mínimo evidente. Así, Martin Heidegger escribía en 1933 en una declaración favorable a Hitler, que “la verdad es la revelación de lo que hace a un pueblo seguro, claro y fuerte en su acción y en sus conocimientos”; se es responsable solamente de este tipo de “verdad”. (“La responsabilidad de los intelectuales” Noam Chomsky; trad. Jorge Promio. Editorial Galerna, B. A.).
IMAGEN
El lobo estepario estaba, según su propia apreciación, completamente fuera del mundo burgués, ya que no conocía ni vida familiar ni ambiciones sociales. Se sentía en absoluto como individualidad aislada, ya como ser extraño y enfermizo anacoreta, ya como hipernormal, como un individuo de disposiciones geniales y elevado sobre las pequeñas normas de la vida corriente. Consciente, despreciaba al hombre burgués y tenía orgullo a no serlo. Esto, no obstante, vivía en muchos aspectos de un modo enteramente burgués; tenía dinero en el banco y ayudaba a parientes pobres, es verdad que se vestía sin atildamiento, pero con decencia y para no llamar la atención; procuraba vivir en paz con el policía, con el recaudador de contribuciones y otros poderes parecidos. (“El lobo estepario” Hermann Hesse. http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx).