Mesa de redacción
Finalmente, gracias a la intervención coherente y humana de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, se han prohibido las corridas de toros en la ciudad. Si bien no se prohíben por completo, cambia su dinámica para reducir el deplorable espectáculo de crueldad y violencia. Es un gran avance, creado con el objetivo de lograr transitar hacia una vida libre de violencia en nuestro entretenimiento. Sobre todo, para generaciones más jóvenes.
Esto es un paso congruente con atender causas de violencia en nuestra ciudad y nuestro país. El disfraz de la cultura se ha caído. Las corridas de toros básicamente consisten en torturar a un toro hasta matarlo. Lo peor del asunto es que es casi un ritual, lento, formal, lleno de vítores, música y aplausos. El apoyo a esta práctica cruel, degradante y abusiva, encuentra eco en “wannabes” que desean sentirse españoles y el deseo tan mexicano de diferenciarse de los demás, tratando de sentirse de clase alta, bajo un horrible pretexto.
En México podemos estar de acuerdo, -la mayoría de nosotros-, que es necesario reducir la violencia en nuestra sociedad. Pero esa violencia ha estado tan presente y ha sido tan generalizada en tantos aspectos, que a veces la ignoramos o la toleramos pasivamente, sin entender que cada expresión de violencia tiene potencial de internalizarse y repetirse en otras manifestaciones de convivencia, como los celos, por ejemplo.
Desafortunadamente, en México la violencia es celebrada como valentía. Existen las peleas de gallos y de perros también. No es un misterio que en Europa estos espectáculos no existan ni se celebren, porque la educación y la comprensión de que la violencia se internaliza y se repite, le permite a la sociedad buscar entretenimiento y ocio en otras actividades.
Tenemos que encontrar algo de compasión en el corazón. La compasión no es debilidad. La violencia simplemente da pie a más machismo y más violencia. El estado de ánimo de una persona que presencia un espectáculo cruel y sanguinario está predispuesto a más violencia, es la naturaleza humana. Nos convertimos en aquello que constituye nuestros hábitos.
Tenemos que lograr –como sociedad- alejarnos del morbo y de los episodios escandalosos. La modificación de las corridas de toros es un gran paso, sin duda. Algunas voces que gustan del espectáculo sanguinario dicen que el toro de lidia es criado específicamente para ese espectáculo y que, sin tauromaquia, se extinguiría. A mí me parece mucho más cruel criar un animal con el único objetivo de asesinarlo para entretenimiento. Es el epítome de los problemas del ser humano: un sentimiento de superioridad sobre todos los demás con quienes comparte el planeta. Sentir que, por ser humano, tiene derecho a disponer de todo como le plazca.
Gracias a la Jefa de Gobierno, Doña Clara Brugada y al Congreso de la Ciudad de México por hacer realidad una promesa de atacar las causas de la violencia en nuestro México. No podemos pedir un México en paz si optamos por la violencia en cada momento, especialmente violencia contra quienes no pueden comprender lo que sucede, ni tienen voz para denegar o consentir su participación.
Para combatir la violencia, no podemos ser selectivos ni convenencieros. Se requiere del esfuerzo de todos. Solo así daremos pasos constantes a una sociedad más civilizada e incluyente.