La función educadora del Congreso Mexicano

Autor Congresistas
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Oscar Negrete

El Congreso Mexicano tiene como función principal la emisión de leyes para su cumplimiento general. En el proceso legislativo observamos debates e intercambios de ideas sobre las necesidades de la sociedad, los posibles efectos de las leyes y, a la postre, las votaciones para determinar si una ley debe estar o no en vigor.

A pesar de que el Senado y la Cámara de Diputados pueden ejercer funciones de cámara de origen y cámara revisora, cada uno de esos cuerpos legislativos tiene su propia competencia. No obstante, por ser el legislativo un verdadero “poder” de la Unión, realiza muchas más actividades enfocadas en la promoción y defensa de la democracia mexicana y sus valores constitucionales, con el objetivo de lograr difusión entre la población de actividades que difunden dichos valores y principios, a través de sus herramientas de comunicación masiva, como los medios de comunicación, el Canal del Congreso o YouTube.

Esta función del Congreso es esencial, porque permite que más voces se integren a la actividad parlamentaria, para el enriquecimiento mutuo de legisladores y sociedad civil. Por ejemplo, el Congreso Mexicano organiza coloquios, exposiciones, parlamento abierto, ferias de libro, concursos de ensayos, etcétera. Todas estas actividades robustecen la institucionalidad y la legitimidad de este poder, acercándolo a la gente para coadyuvar a la mejor comprensión de su estructura y sus funciones.

Además de las actividades mencionadas, el Congreso Mexicano tiene la función de servir de ejemplo de conducta institucional y democrática para los mexicanos. Desafortunadamente, este objetivo rara vez se cumple, ya que con mucha frecuencia observamos que los debates parlamentarios en las tribunas de ambas cámaras se llenan de insultos, gritos y denostaciones que degradan al propio legislativo y solamente deslegitiman la joven y frágil democracia mexicana, cuya credibilidad se pone en duda en vista de su operación tan mediocre.

Para algunos, el hecho de que los legisladores puedan expresarse como lo desean en sus respectivas tribunas es una señal de una democracia viva y tolerante, para otros, es una señal de la descomposición de la dignidad legislativa y la falta de criterios sólidos de preparación académica y experiencia profesional al momento de elegir a los candidatos que formaran parte de esa soberanía. Lo cierto es que la conducta en los debates debería ser ordenada, con oratoria de calidad y con expresiones técnicas que faciliten el intercambio de ideas y la resolución de los problemas que se le encomiendan ya sea al Senado o a la Cámara de Diputados. El problema es que el fuero constitucional de los legisladores los protege de ser reconvenidos por sus opiniones en el ejercicio de sus atribuciones como legisladores y muchos abusan de ese fuero para llamar la atención con conductas extravagantes y excéntricas. El fuero existe para garantizar la libertad de las ideas, pero no para usar esa libertad para insultar y degradar.

Es verdaderamente lastimoso que la estrategia de comunicación de algunos legisladores sea la agresividad y la denostación. Es probable que su cálculo de imagen pública este basado en el hecho de que, por muchos años, los mexicanos no tuvimos libre competencia en contenidos de televisión abierta y, desgraciadamente, desde Baja California hasta Chiapas, las telenovelas con tramas dramáticas y vulgares de una sola televisora tuvieron tanta difusión que pareciera que los legisladores desean emular esas historias televisadas para llamar la atención de los mexicanos y obtener popularidad electoral, ya que no pueden obtener esa atención y esa popularidad con la claridad, utilidad y fuerza de sus ideas para implementar política pública en cumplimiento de sus atribuciones legislativas.

Recuerde usted los episodios lastimosos de Noroña burlándose y denostando a legisladores de la oposición como si la tribuna fuera una arena de pleitos de mercaderes, y no un logro democrático e institucional que el pueblo de México se dio a lo largo de varios años, en su deseo de tener un país independiente donde la ley debe ser el principio máximo de conducta para todos. La pregunta es: ¿tenemos ese país independiente con estado de derecho?

Por cierto…

Un estado palestino en el contexto de la invasión a Israel del 7 de octubre de 2023 sería una victoria para el terrorismo. Si los terroristas obtienen lo que desean –la creación del estado palestino- a través de la violencia y el sufrimiento de su propia gente y no a través de la diplomacia y la negociación, se sentará un terrible ejemplo de funcionalidad del terrorismo. Es decir, si a consecuencia de un horrible ataque terrorista en Israel se logra el objetivo de Hamas, esto mandará el mensaje a otros grupos terroristas de que, entre más grande sea el daño que causen, mayores posibilidades tendrán de éxito en sus peticiones. La visita de Antonio Guterres a la franja de Gaza no fue más que un mediocre espectáculo que pone presión a Israel, pero le da tiempo a Hamas de reagruparse para mantenerse en el control de cualquier territorio en el que se logren asentar los palestinos al terminar el presente conflicto.

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