Un visitante incómodo

Autor Congresistas
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  • Llegó en la deceleración económica
  • Debilidades en el sistema de salud
  • Desempleo

Las instituciones financieras internacionales y nacionales saben que en materia de salud la gran partida del siglo se libra entre el Coronavirus y los sistemas de salud pública, además de que incluye un impacto al sector económico y financiero. La batalla global contra el contagio no se da exclusivamente en el terreno de la salud, sino sobre un sistema de salud debilitado, pero además cruzado por la pobreza y la corrupción, sin desestimar que también se extiende al terreno tecnológico y científico con los suministros médicos repercutiendo en el campo económico y político, social y cultural.

A cuatro meses de la aparición del COVID-19 se nos muestra que las más grandes perdidas las registran los países de América Latina, cuyo grado de desarrollo se desdibuja ante el alcanzado por algunos países asiáticos y no se diga más en comparación de los europeos del este y con Norteamérica.

El análisis

Para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), que preside la Dra. Alicia Bárcenas, se trata de efectos graves a corto y largo plazo, tanto en la oferta como también en la demanda, cuya intensidad y profundidad están sujetas a las condiciones internas de cada economía, en el marco del comercio mundial,igualmente la duración de la epidemia y las medidas sociales y económicas para evitar el contagio.

En la cotidianidad, la crisis y el riesgo de los efectos a mediano plazo, en el catalejo: quiebras de empresas, reducción de la inversión privada, menor crecimiento económico, menor integración en cadenas de valor, deterioro de las capacidades productivas y del capital humano. A la mano la experiencia inmediata y sus efectos: mayor desempleo, menores salarios e ingresos, aumento de la pobreza y pobreza extrema; sistemas de salud: mayores costos, fragmentación y desigualdad de acceso.

El Coronavirus ha llevado a pique y quiebre la confianza en la globalización y el multilateralismo como instrumento para el desarrollo que ha experimentado una severa erosión.

Pista lodosa

En el terreno económico, político, social, jurídico, tecnológico, médico, científico, la pobreza y la marginación no sólo se está escribiendo una historia de sanidad sino de democracia. Por los hechos y las dinámicas en los países hispanos, observamos las debilidades del sistema que no pudo trascender del campo de la democracia procedimental e integrarse al campo de la justicia, del desarrollo en síntesis de los derechos y la equidad en la participación del ingreso.

Se evidencia en está crisis y riesgo nacional, el estado que guardan los derechos humanos y entre estos, los políticos, cuando se suspenden los procesos electorales y el acceso a documentos de identidad como la credencial de elector, en salud con dificultoso acceso a una cama hospitalaria, medicamento, prueba de contagio, disposición de un respirador y ventilador. En el terreno laboral, el acceso o conservación del empleo y un ingreso permanente, a la información, rendición de cuentas, a la vivienda, al agua, en un panorama más restringido como puede ser el marco del confinamiento.

A la pantalla global entró en la visibilidad panorámica no solo del sistema de salud ni su programa mediático, dirigido por la Organización Mundial de Salud (OMS), y el operado por los sistemas nacionales. También se visibilizaron los regímenes políticos amparados en los discursos de la forma en que se ha desarrollado la democratización del poder político, incluida las características del sistema de salud, el económico, financiero, laboral, judicial y legislativo.

Las contradicciones

América Latina exhibe que se debate lo mismo entre derechas o izquierdas populistas, que en administraciones políticas autoritarias y sin solventar de manera convincente las tentaciones de la corrupción y lejos quedó el sueño de la democratización de las estructuras.

Muy pronto cayeron las máscaras de los gobernantes, las ilusiones de sus estrategias, las promesas de sus programas, los sueños de sus artificios, los talentos políticos y administrativos.

La epidemia surgida en Wuhan, China, que luego se expande por Corea del Sur, Japón, Singapur, Irán, Italia, Francia, España, Alemania, México, Brasil, Argentina, Colombia, hasta filtrarse en 192 países, cada uno de ellos libra la batalla con sus propios recursos, los que generan sus economías y el perfil de los regímenes políticos que van desde los autoritarios pasando por los democráticos.

La caída

Vidas, empleos, empresas, cayeron a la velocidad del vértigo, a la presión del virus, mostrando los inventarios y la limitación de recursos de los países, la omisión y los olvidos, la falta de voluntad política para construir sistemas de salud universal en una democracia, en el escenario de inequidad y pobreza.

No sólo los mas pobres son los grandes protagonistas de la pandemia que han puesto en la mira a la economía social o popular, la marginal o inclusive la formal. En las afectaciones no faltan las clases medias que se pauperizan también a gran velocidad. Evidente la tendencia a los cambios de modelo de trabajo y las prioridades y modificaciones de producción.

En el parte de los caídos en Estados Unidos destacan en los registros como los más afectados, los afroamericanos y los latinos, los migrantes. Resaltan en América Latina los trabajadores formales e informales como quienes viven al día. Dominan en la globalidad las preocupaciones por la pérdida de vidas, a la par el cierre y la quiebra de empresas y las pérdidas de empleo.

En la mira

En los objetivos globales se coloca al frente la recuperación de las economías. Para los países los gruesos presupuestos nacionales para la recuperación ya sea por parte de las instituciones financieras globales que las nacionales, las privadas o las pública. Para otros los limites de la bolsa nacional y el endeudamiento. En la mano las cartas de navegación a futuro están las de las inversiones para la recuperación. Sobre la mesa una anunciada vuelta a un Plan Marshall de recuperación, la receta que se puso en marcha tras la debacle de la Segunda Guerra Mundial, hoy en la crisis global, lo que impone otras dimensiones y escalas para el manejo de recursos.

Según un documento de análisis de la CEPAL, el COVID-19 afecta a la región en cinco tramos externos de transmisión: disminución de la actividad económica de sus principales socios comerciales y sus efectos, la secuencia de las cadenas de suministro, materia primas y partes manufacturadas. Se resalta el hecho de que la región depende de sus exportaciones, mismas que tendrán reducido su volumen y valor debido a la recesión mundial. Se destaca que la magnitud del impacto final dependerá de la estructura sectorial de cada país.

Otro factor lo representa la caída de los precios de los productos primarios, seguido por el acentuado declive de los precios y el deterioro de los términos de intercambio con fuertes efectos negativos en los niveles de ingreso de las economías latinoamericanas dependientes de esas exportaciones, aunque con diferencias significativas entre ellas. Se explica que la contracción de la demanda mundial, en particular la de China, el mayor importador de materias primas, que es uno de los mayores consumidores y que jugará un papel destacado en la disminución de sus precios.

La cuerda floja

A estás complejas circunstancias se agrega el que una crisis geopolítica se presenta en el mercado del petróleo que lo llevó a una reducción del 24% de los precios, en menos de una semana a principios de marzo de 2020. Otro elemento significativo lo representa la interrupción de las cadenas globales de valor. La disrupción de las cadenas de suministro, comenzando por los proveedores chinos y luego por la producción europea y estadounidense, con sus afectaciones principalmente a México y a Brasil, cuyos sectores manufactureros son los más grandes de la región Latinoamericana.

Se amplia la cadena con otro factor que resulta de la menor demanda de servicios de turismo y de manera particular en aquellos Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID) del Caribe que pueden ser muy afectados. Resalta en el documento que “los mayores efectos del COVID-19 se sienten en el segundo trimestre de 2020 y se concretan en prohibiciones o auto restricciones de viajar de tres meses de duración, la actividad turística en el Caribe se contraería un 25%”.

Tomando pulso

Y entra otro elemento en juego: la intensificación de la aversión al riesgo y el empeoramiento de las condiciones financieras mundiales, las que generan una mayor demanda de activos seguros y que se ejemplifica con las tasas de rendimiento de valores de Estados Unidos alcanzando niveles históricamente bajos y que se acompaña con una menor demanda de activos financieros de la región y una importante depreciación de las monedas de sus países, como está ocurriendo.

Resulta relevante la información sobre los sectores más afectados por las medidas de distanciamiento social y cuarentena como son los de servicios, ya que estos dependen en gran medida de contactos interpersonales. Se destaca que en la región, los sectores que podrían sufrir las mayores contracciones con sus impactos en el comercio, transporte, servicios empresariales y servicios sociales, sectores que generan el 64% del empleo formal. Se apunta además que el 53% del empleo de la región se produce en actividades informales, que serán significativamente afectadas por basarse principalmente en contactos interpersonales.

En el curso de los efectos resalta lo que se refiere a los impactos sociales, en especial en el terreno de la salud, mismo que se ha visto deteriorando incluso mucho antes de la aparición del COVID-19 en el panorama social en América Latina y el Caribe. El documento de la CEPAL nos dice que la salud se estaba deteriorando, por el aumento de los índices de pobreza y de extrema pobreza, la persistencia de las desigualdades y el descontento generalizado. Y se resalta que “en ese contexto, la crisis tendrá repercusiones negativas en la salud y la educación, así como en el empleo y la pobreza”.

Se advierte en el terreno de lo social que fuertes impactos se darán sobre el sector de la salud por la escasez de mano de obra calificada y de suministros médicos, así como por el aumento de los costos. Se alerta que la mayoría de los países no han invertido lo necesario en salud. Resalta en el análisis que el gasto público del gobierno central en el sector, en 2018 se situaba en un 2.2% del PIB regional (CEPAL, 2019; Naciones Unidas, 2020) que está lejos del 6% recomendado por la Organización Panamericana de la Salud para reducir las inequidades y aumentar la protección financiera en el marco del acceso y la cobertura universal.

Posibilidades

Si bien el desglose del documento es desolador, en sus conclusiones hay elementos que no se pueden desatender, pues es preciso “contener y regular el desacoplamiento de los mercados financieros y las corrientes de la economía real”. También se debe reconocer que el comercio internacional no es un motor de crecimiento a largo plazo por sí mismo: debe ser acompañado de políticas industriales de diversificación hacia industrias más sofisticadas. Además, considerar que las desigualdades entre los países y entre grupos sociales que aumentaron la fragilidad del sistema mundial deben ser abordadas sin omisión.

Se considera en el documento que la única solución sostenible a los problemas socioeconómicos generados por el COVID-19 será la contención coordinada del virus, también la escala, la velocidad y el alcance de su expansión requiere una mayor coordinación de las políticas multilaterales. Se rubrica el documento con la idea de que la “pandemia tiene el potencial de dar nuevas formas a la geopolítica de la globalización, y es también una oportunidad para recordar los beneficios de las medidas multilaterales e iniciar acciones muy necesarias para alcanzar un modelo de desarrollo sostenible e inclusivo”.

Frente a las complicaciones del escenario la ruta es la a cooperación internacional y la posibilidad de que las organizaciones multilaterales puedan diseñar y aplicar nuevos instrumentos técnicos y también financieros para apoyar a los países que se enfrentan a la presión financiera y fiscal de frente a los retos que deja la llegada del Coronavirus.

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