Oscar Negrete
Es innegable que uno de los temas más apremiantes en las agendas políticas nacional e internacional es la protección al medio ambiente y su relación con el desarrollo sustentable.
La necesidad de proteger al medio ambiente deriva de hechos científicos que evidencian que las actividades industriales humanas han generado contaminación y destrucción de ecosistemas enteros a niveles que ponen en riesgo la civilización humana y la vida animal en muchos países.
Desafortunadamente, sobran los ejemplos de los problemas que enfrentamos, pero las soluciones son escasas. A pesar de que este problema debería ser prioritario en la agenda política, está siendo ignorado en el poder legislativo. Podemos ejemplificar, dentro de los problemas:
- La contaminación del agua del subsuelo por actividades industriales.
- La sobreexplotación de los mantos acuíferos para actividades humanas, comerciales y de manutención.
- La construcción desmedida de viviendas humanas que implican la depredación de recursos naturales.
- La contaminación de los océanos con plásticos y otros residuos sólidos.
- La destrucción de los arrecifes de coral.
- La pesca desmedida y no sustentable.
- La caza excesiva.
- La destrucción de ecosistemas boscosos para dar paso a la agricultura.
- El mal manejo de residuos peligrosos que dañan la salud animal y vegetal de ecosistemas enteros.
- La tala no sustentable de recursos maderables, sin planeación para la renovación.
- El uso de combustibles fósiles y la falta de un plan de transición energética a energías limpias.
- La nula educación a la población sobre la necesidad del cuidado ambiental como factor para la salud y el desarrollo humano.
- Los hábitos de consumo excesivos basados en el uso de productos desechables.
- Las envolturas de plástico y otros materiales no reciclables.
- La falta de cultura en el aprovechamiento racional de recursos hídricos.
- El consumo excesivo de productor cárnicos, cuyo ciclo de producción no sólo es cruel, sino que contribuye al cambio climático por la emisión de gas metano proveniente del ganado.
- La explotación demográfica y el crecimiento irresponsable de la población humana.
En fin, los problemas de nuestra interacción con el medio ambiente, los ecosistemas y las demás especies que habitan la tierra, abundan. Pero, reitero, a pesar de lo grave del problema, parece que no existen legisladores responsables que aborden estos asuntos para el beneficio inmediato y futuro de nuestras poblaciones.
¿Qué relación tiene lo anterior con la religión?
Hace poco tuve una experiencia verdaderamente nefasta con una persona adulta, de 34 años, con quien platiqué acerca de la necesidad de cuidar el medio ambiente y reducir el consumo de carne roja, y tratar de tener una interacción más sensible y respetuosa con el medio ambiente.
Ante mi argumento de que sólo tenemos un planeta y recursos limitados, ella respondió que en realidad no había ningún problema, dado que:
- La tierra nos fue dada por Dios para nuestro aprovechamiento y dominación sobre todas las especies.
- Los recursos naturales nos pertenecen porque Dios nos los ha dado, así como los animales y las plantas.
- La población humana puede aumentar sin límite, ya que Dios ordena en la Biblia, poblar la tierra.
- Si se terminan los recursos o la vida en la tierra es algo positivo, pues es una señal de que Jesucristo regresará, lo cual, de suyo, debe ser glorioso para todos.
No omito manifestar que mi interlocutora estudió relaciones internacionales en la universidad de Georgetown, en los Estados Unidos.
Así su cultura general y el nivel de debate científico y racional.