Se conmemoró el 68 aniversario de que para las mujeres fuera reconocido el derecho al voto, hecho que invita a la reflexión en que las mujeres no parecen vivir sus mejores tiempos políticos.
Una mirada al escenario político y laboral nos ofrece el espectáculo de que la igualdad y paridad en lugar de fortalecerse se desmorona y es el caso de la salida de las mujeres del gabinete presidencial, de la secretaria del Función Pública, la secretaria de Bienestar y la secretaria de Gobernación que no encontró remplazo con otra mujer.
Ni tampoco en la Cámara de Diputados se continuó con la tan reconocida paridad mostrada por la LXIV Legislatura, que con orgullo se reconoció como la de la paridad constitucional o sea un número de mitad de mujeres elegidas por el principio de mayoría por un régimen de gobierno que elevará la paridad a rango constitucional.
¿Qué pasó con la paridad de género en el proceso electoral? ¿Cómo fue la odisea de las mujeres en campaña? ¿Cuántas mujeres y en qué regiones fueron abatidas por la violencia? ¿Qué tipo de violencia se ejerció contra ellas? ¿Cuántas mujeres llegan a las gubernaturas y queé lugar ocupan en las agendas de los gobiernos estatales y municipales?
¿Cómo se traduce la paridad en la LXV Legislatura de la Cámara de Diputados cuando hemos visto que ninguna mujer está presidiendo los órganos de gobierno? ¿Qué significa hoy para las mujeres como representación de derechos y el diseño de las políticas públicas para las mujeres del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres)? ¿Cómo ha repercutido en las mujeres el empoderamiento de otra mujer en la Secretaría de Gobernación a cargo de la política de interior?
Hay más preguntas que respuestas sobre todo cuando Inmujeres se viene apagando y las mujeres tanto jóvenes como maduras han decidido tomar la calle y se han resuelto por otras tribunas para defender sus derechos y las políticas públicas que también legitiman la voz popular y de las que han sido despojadas.
Resulta interesante conocer el convenio firmado entre el Instituto Nacional Electoral (INE) e Inmujeres para impulsar sus derechos políticos. Como conviene en la conmemoración Nadine Gasman Zylbermann, presidenta de Inmujeres, convino que aún falta mucho por hacer y para muestra un botón el propio INE en sus mandos ejecutivos con cinco direcciones y una sola mujer al mando.
La idea es impulsar las acciones del Programa Nacional para la Igualdad entre Mujeres y Hombres 2020-2024 (Proigualdad), dirigidas a garantizar la participación política de las mujeres y asegurar su representación en la toma de decisiones. La paradoja es que no encontramos en el escenario de una administración federal impulsora de la paridad que se ha desdibujado en el mismo gabinete y en la primera Legislatura que luchó por una paridad perfecta sino otra más luminosa que la que hoy aparece desteñida.
Que se busca con este convenio entre ambas instituciones, en un comunicado se informa que “se realizarán acciones puntuales dirigidas a impulsar el cambio cultural en favor del reconocimiento de las capacidades políticas y la autonomía de decisión de las mujeres; promover la transformación de los ámbitos comunitarios, laborales y educativos para favorecer la incorporación de las mujeres en la toma de decisiones y, en tercer lugar, generar las condiciones de participación política electoral que garanticen su plena incorporación a la toma de decisiones”.
Volvemos a viajar entre vibraciones de postulados cuando el Presupuesto de Egresos en su transversalidad no concreta en políticas públicas la legitimidad de los votos que las candidaturas obtienen en las urnas.
En un escenario de declaraciones hay posturas rescatables y entre ellas las de la presidenta de Inmujeres en un sentido inobjetable cuando aseveró que “una de las asignaturas estratégicas es el trabajo con los partidos políticos, las mujeres están dónde los cuellos de botella, dónde están las barreras, dónde está eso que no acaba de cambiar y ahí están los partidos políticos. Me parece que en ese sentido el trabajo que podamos hacer en conjunto es extremadamente importante, no sólo para prevenir la violencia política contra las mujeres por razón de género, sino para crear la cultura de cambio en la política, hacerla más constructiva”.
Convendría que Inmujeres considerara lo que ocurre con las organizaciones civiles de mujeres, con las legisladoras federales y estatales, con las presidentas municipales y las que colaboran con los ayuntamientos y sobre todo para reforzar una representación que vaya más allá de los pasillos del poder para entrar en contacto con los cambios que la pandemia y la violencia se han encargado de definir, como que ya no estamos para cuentos.