El anuncio en la conferencia matutina por el presidente Andrés Manuel López Obrador, de que hay un proyecto de vacuna para “el pueblo de México que significa tranquilidad y salud”, en la cual la inversión está a cargo de el Ing. Carlos Slim y los laboratorios Astra Zeneca, aún a la distancia da otro giro emocional y propagandístico a la historia de una tragedia global y nacional, en la que otros países en la punta de la tecnología médica como Rusia y China, se han dado a las tareas de la investigación y las tecnologías, asociados con otros países emergentes.
¿Pero es la vacuna la vía para resolver la línea de la vida y de la muerte de todo un sistema de salud, laboral, de derechos, de educación y de justicia que nos ha mostrado la cabeza de Medusa y los desajustes de los regímenes políticos recientes? ¿Cuál será el diagnóstico de la justicia y la gestión de la justicia y de los derechos en la reclusión? ¿Las escalas del desarrollo y la estratificación de la desigualdad están a la vista y se anuncia el proceso de salida? ¿Cuál es el plan y el proyecto para atender la catástrofe?
Si analizamos la dinámica mexicana bajo los criterios mundiales del enfoque al combate a la pandemia, observaremos en qué aspectos del debate se dan las diferencias y estas qué tienen que ver con el empleo de la prueba de los contagios, en los efectos que acompañan a la entrega directa de los estímulos para la reactivación económica y las repercusiones de la entrega directa de recursos a los beneficiados de los programas sociales de la administración. No hay un balance ni una evaluación de resultados, costos y ganancias sociales.
Todo empezó con la aparición de un nuevo virus en el mercado público de Wuhan, China, afectó Asia, colonizó Italia, Alemania, Austria, Hungría, Rumania, Polonia, Rusia, Bélgica, España, toda Europa. Atravesó el Atlántico, llegó a las Américas, golpeó a Estado Unidos, Brasil, Venezuela, Colombia, Chile, Perú, Ecuador, Argentina, México para marcar un antes y un después, anunciando una nueva era.
Una nueva normalidad iría poniendo un énfasis en la urgente revisión del modelo económico, el sistema de salud, de protección social, sustentabilidad ambiental, modelo energético, cambio climático, educación, sistema laboral, educativo, alimentario, de desarrollo tecnológico, ingresos, salarios, y a la suma los otros temas atizados por la crisis. Tardó la gestión de la crisis en la fragua ejecutiva y preocupó a los congresos y parlamentos, ya que se perfilaba la colegialidad en el poder, amortizando decisiones.
En poco más de cinco meses la contabilidad del COVID rebasó en México con más de 56 mil fallecimientos, una ecuación cuyo resultado ha sido aproximadamente de 10 mil mexicanos por mes, al decir de la contabilidad gubernamental diaria, miles de casos confirmados activos y otros miles de sospechosos acumulados, en el mismo tiempo. Toda una matemática para los entendidos y dudosa para otros avezados.
El coronavirus SARS-CoV-2, tras cinco meses de presencia global impone diversas lecturas de una historia de secuencias de contagios devastadores, de millones de infectados y fallecimientos, de secuelas de desempleo y quiebras económicas. Sorprende también la crisis con una serie de lecciones cívicas e inéditas, experiencias humanas que en cada país se dan de forma diferente.
Se muestran en los hemisferios lo mismo sus avances democráticos que sus gobiernos populistas y autoritarios emergentes, las disciplinas con los distintos grados de consciencia cívica de las poblaciones y la calidad de sus administraciones, y no falta el nivel social, político y económico y otro más, como la profundidad, los colores y matices de la pobreza, atrasos, debilidades y corrupción, que exhibe un gran diagnóstico social de lo que ha sido el progreso en unos países y el desarrollo en otros.
En las estaciones, el invierno
Todo comienza a partir de marzo, a cinco meses y hoy se vislumbran las estaciones que faltan, por que llegó el COVID para quedarse otro invierno. Bajo las distintas ópticas que impone la lucha por la sanidad, la rápida propagación de una enfermedad desconocida, una voluntaria paralización económica y una más, el diseño de la recuperación. Estamos ante un tema en el que median mundos y submundos, grados de soberanía, desaparecen y aparecen las fronteras, una para el combate, otra para limitar el contagio.
El impacto no sólo ocurre y ocurrió en materia de salud o educación, se estrella en el campo de la existencia cotidiana de la economía popular, del mercado, la industria, en los peldaños de subsistencia, estratificación de la pobreza, en lo laboral y de la técnica, también en la perspectiva de los derechos humanos, del sistema de salud, educación, de las políticas públicas y la organización social, impartición de justicia, organización política, ejercicio del poder, de investigación médica, acceso a medicamentos, disposiciones y facilidades de confinamiento, en suma la forma de cómo ejercemos el gobierno, la ciudadanía y practicamos la democracia, la forma de cómo se construye y organiza el régimen político y económico y sobre la forma como vivimos.
Estrategias
Dado que se trata de una pandemia global, las políticas para su combate en términos de sanidad, en la mayoría de los países del hemisferio fueron las mismas, con una matriz global. Se partió de una plataforma común construida desde una premisa, se trataba de un virus desconocido, de alta velocidad de propagación, de rápido contagio, ante el cual no hay curación ni vacuna y cuya naturaleza resultaba aún desconocida.
Para la historia, se siguen los dictados de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Se perfiló una forma de combate a la pandemia consistente en el distanciamiento social a metro y medio entre una persona y otra, confinamiento o cuarentena permaneciendo en casa, lavado permanente de manos, uso de gel antibacterial, paro voluntario de la economía, portabilidad de cubrebocas en algunos casos y hoy obligatoria en algunos países, suspensión de actividades esenciales (para quienes les fue posible), trabajo administrativo desde casa y toma de pruebas.
La mayoría de los países europeos construyeron sus plataformas y se apegaron a los amplios acuerdos con todas las instituciones médicas, estados de investigación y avances médicos propios, de producción de medicamentos, de equipos de ventilación e insumos de sanidad. Se promovieron alianzas entre países, con sistemas de salud, factores económicos y productivos, sectores comprometidos con la información, sistemas de transparencia y comedimientos a un Parlamento Abierto.
La Unión Europea conformada por 27 países, logró recursos para reactivar la economía del orden de 750 mil millones de euros como deuda conjunta. Como eje se enfocó el objetivo de crear un fondo de ayuda a los países más golpeados por el COVID-19, que además representan también algunos de los más endeudados. La idea es que a través de transferencias, estos Estados miembros podían tener acceso a financiación sin que fueran créditos que acumularan deuda.
Tomaron auge los intercambios entre gobiernos y universidades en materia de investigación, comercio de insumos, equipos médicos de ventilación y medicamentos, se vio el auge de las donaciones orientadas a países con menos recursos y se exhibió como nunca las diferencias entre países ricos y otros en pobreza.
América como el epicentro
Pronto el gigante de la economía, Estados Unidos asomó encabezando un nuevo e inesperado liderazgo, el de los contagios y fallecimientos, con un caso detectado en Seattle. El manejo de la pandemia por el presidente Donald Trump resume innumerables criticas por la forma de gestionar la pandemia. Minimizó su propagación con el argumento de que era un riesgo bajo, pero además negando condiciones para no entrar en pánico.
Con el tiempo las condiciones se agravaron obligando al gobierno norteamericano a tomar medidas drásticas para contener la situación. Así se optó por el cierre de fronteras, cancelación de vuelos procedentes de Europa y otras regiones afectadas. Trump durante marzo declaró la emergencia nacional y destinó 50 mil millones de dólares para combatir el virus y más tarde reconoció la condición de desastre nacional.
Se destaca en el contexto de Estados Unidos, un país con 320 millones de habitantes, y que el gobierno federal, emitiera varias directrices para frenar el COVID-19, como fue el usar mascarilla y mantener el distanciamiento social.
Desde la organización política es de distinguir que conformado como una federación de 50 estados, cada entidad cuenta con autonomía de decisión de sus políticas en temas como salud pública o la educación, por lo tanto, en cada estado se adoptaron medidas diferentes en relación a las necesidades de su población y el número de contagios confirmados. En la mayoría de los estados suspendieron las clases y cancelaron los eventos con la presencia de más de 10 personas y aproximadamente 40 estados decretaron el confinamiento para quedarse en casa.
Nueva York fue la entidad más afectada con cerca de 200 mil casos de contagio confirmado y fue declarado como una entidad en emergencia. Resaltó el hecho de que Estados Unidos es el único país desarrollado que no cuenta con un sistema universal de sanidad para sus ciudadanos, no obstante, de ser un país reconocido por sus adelantos democráticos, avances de punta en tecnología y tratamiento médico, revelando que la gran mayoría de la población no tiene acceso a una atención médica porque no puede pagarla. Además, se observa que no se dispone de un seguro médico y que para poder tratarse se debe contratar un seguro o pagar el tratamiento, lo que desde los distintos ángulos resultan los costos sumamente elevados.
Queda evidenciado la debilidad del sistema de salud norteamericano bajo el criterio de empresa privada por un lado y por el otro, la intención por parte del gobierno de paliar la situación de desprotección y catástrofe por el gobierno federal que mantiene la oferta de dos tipos de seguro: Medicare, que ofrece la opción de salud a personas mayores de 65 años o con alguna discapacidad, y el Medicare para personas con ingresos bajos.
La visión
En el caso de México se reforzaron los mecanismos de comunicación de forma directa por el titular del Poder Ejecutivo que venía utilizando como mecanismos de socialización de sus acciones de gobierno con una Conferencia Matutina y que en cuánto a salud y a recuperación económica se inclinó por la designación de créditos directos a los ciudadanos que hubieron protegido la planta de empleo.
El modelo de comunicación no escapó a las confusiones, a la vista la confrontación de mensajes, unos en la trivialización con el que no pasa nada o en la tentación a la politización y al saboteo de la importancia del contagio como también de los recursos. Faltó la gran convocatoria a la unidad, el liderazgo a favor de la cohesión y a eliminar la tendencia hacia la agitación para elevar las ganancias sociales y políticas.
Se generaron las conferencias vespertinas explicando las medidas implementadas a favor de la sanidad, el combate del virus, a la par de la obtención de los apoyos económicos ya cifrados con antelación en un padrón de beneficiarios o de clientes. Los mensajes se tradujeron en un complicado malabarismo verbal y se convirtieron en la Babel de cita para todas las intenciones políticas y sociales.
México avanzó con menores pruebas y análisis de contagio, un régimen de austeridad, sin control de infectados mediante reclusión, con desabasto de medicamentos, confrontaciones entre el orden federal y local, incluso el municipal, y el escudo de un discurso sobre una población debilitada por enfermedades crónicas.
El contenido del mensaje fue evidente, el reforzamiento de un discurso central y una divergencia con los gobernadores de casi la mitad de las entidades federativas, denunciando los desequilibrios de la política de combate de la pandemia, la manipulación de los recursos destinados a los estados y la ineficacia de los responsables de la política contra el virus. En los contenidos de los mensajes se dejó ver que la preocupación del gobierno se enfocó a la disponibilidad de camas, a privilegiar permanecer en casa y a recibir atención médica telefónica.
La fórmula no fue otra que la recomendada por la OMS, con la salvedad de la pobreza en la toma de pruebas y los quiebres presentes en la contabilidad de las estadísticas de la epidemia perdiendo su dimensión real.
Hasta la fecha el discurso de combate a la pandemia se concentra en una política de comunicación de control y de difusión directa por el presidente y el subsecretario de Prevención y Promoción de Salud. El contraste de las informaciones se da con la que difunden los diarios nacionales internacionales impresos y digitales, los noticieros de radio y televisión nacionales y locales. Además, el surgimiento de un grupo de gobernadores que se están proyectando como contrapeso.
Más que repuestas hay preguntas sobre los cinco meses de la pandemia. ¿Falta o no el balance ordenado de las políticas implementadas frente al virus? ¿A cuánto ascendió la inversión en salud pública por el gobierno federal? ¿Cuál ha sido la oferta hospitalaria? ¿Qué resultó de la adquisición de ventiladores y respiradores? ¿Se ha brindado apoyos y recursos a los gobiernos estatales? ¿Cuál fue el monto y el número? ¿Cuánto le ha costado a los mexicanos la atención médica por el COVID?
¿Cuántos médicos, enfermeros, camilleros fueron capacitados y a qué costos? ¿Cuántos médicos, enfermeras, enfermeros, especialistas han fallecidos? ¿Cómo se ha financiado el combate contra el virus? ¿Cuántos fallecidos hay en realidad? ¿Se dio una amplia convocatoria para el diseño de la paralización voluntaria de la economía y su modelo de recuperación? ¿Cuál fue la razón para privilegiar al sector bancario y financiero sobre el sector empresarial e industrial? ¿Cómo se dio en el diseño de la paralización de la economía a los gobernadores, los sindicatos, el Congreso de la Unión, el Poder Judicial de la Federación, los congresos locales y las municipalidades?
La mirada económica
Para la prevención y ajustes a las afectaciones económicas el Fondo Monetario Internacional (FMI), planteó tres grandes recomendaciones: la primera, apuntando al ámbito fiscal y que se relaciona con la necesidad de ofrecer un estímulo fiscal adicional para evitar un daño económico duradero. Las prioridades implican una serie de políticas que dan prioridad de forma inmediata a un gasto en atención sanitaria y para aquellos que lo necesitan. Se trata de la gestión de medidas de contención integrales, combinadas con un monitoreo temprano, a fin de reducir la tasa de infección y la propagación del virus.
Se recomienda que los gobiernos continúen y amplíen esfuerzos para llegar a las personas y empresas más afectadas, por medio de políticas que incluyan aumento de licencias por enfermedad, remuneración y medidas de alivio tributario. Se reconoce que se hace necesario estimar las medidas ya implementadas con un estímulo fiscal coordinado y sincronizado a escala mundial.
En segundo término, la política monetaria consistente en contar con el respaldo de los bancos centrales, es lo recomendable, promoviendo una demanda e impulso de la confianza mediante la flexibilización de las condiciones financieras y asegurando el flujo de crédito hacia la economía real. Y en la tercera, se precisa mantener el equilibrio de preservar la estabilidad financiera, la solidez del sistema bancario y sostener la actividad económica.
Se reconoce por el FMI que esto representará una prueba de la tensión que mostrará, si los cambios realizados a raíz de la crisis financiera, sus objetivos. Se indica que se debe motivar a los bancos y aplicar de manera flexible las regulaciones vigentes, utilizando sus reservas de liquidez y capital, y a renegociar los vencimientos de los préstamos para los prestatarios bajo mayor presión.
También será fundamental informar sobre los riesgos y comunicar de manera clara las expectativas de los órganos de supervisión para que los mercados funcionen adecuadamente en adelante. El FMI se está mostrando dispuesto a movilizar su capacidad de préstamos de un billón USD para ayudar a los países miembros. El FMI puede desplegar su conjunto de herramientas flexibles y de desembolso rápido para casos de emergencia.
La participación y las responsabilidades
¿Cómo se construyó y con quiénes el diseño y se tomó la decisión a favor de un paro voluntario de la economía? ¿Cuáles fueron las razones para desatender los planteamientos de los empresarios? ¿Quiénes fueron los protagonistas estelares, Banco Azteca, Santander, Banorte y por qué? ¿Qué responsabilidad tuvo el Congreso? ¿Qué acordó y negocio con los gobiernos locales? ¿Cuánto se invirtió en la pandemia y en qué? ¿Hubo un pacto o no entre los sectores de la producción para el paro voluntario y recuperación de la economía? ¿En qué términos se dio ese pacto?