Alfredo Cid*
¿Representación o simulación? Hablamos continuamente y de manera por demás coloquial sobre lo que comúnmente señalamos como “nuestros representantes”, sin ponernos a pensar o a razonar realmente lo que hay detrás del concepto de la Representación Política.
La representación independientemente del adjetivo que le acompañe, tiene una connotación de carácter jurídico que implica básicamente: a) La voluntad clara y directa para nombrar a un tercero, para que realice actos a nombre y por cuenta del representado; b) La contraprestación o pago para la prestación del servicio, y; c) La posibilidad de revocar el nombramiento o mandato ante el incumplimiento del objeto de la representación.
¿A que viene tanta explicación? Pues al hecho de que se pone, al menos dentro de la palestra pública, la permanencia o no de los diputados de Representación Proporcional.
La historia de la democracia en nuestro país lo señala como un logro de las minorías a efecto de que pudieran estar representadas en los órganos legislativos. Pero aquí sería otro cuestionamiento: ¿Es un logro para las minorías o para las élites partidistas que regentean y viven de las prerrogativas como partido político?
Para poder explicar el anterior cuestionamiento lo primero que debemos hacer es señalar, si efectivamente los que llegan por esta vía –no solo a la Cámara de Diputados sino también a la de Senadores–, realmente actúan en torno a quienes se dicen representar. Pero aquí se presentan otros dilemas: a) No se vota directamente por ellos, el voto se va EN AUTOMATICO para la lista que el partido registra para representación proporcional desde el momento que se vota por el diputado o senador de mayoría relativa. Es decir, se trata de un engaño para el elector al que nunca se le explica de esta suma forzosa y los efectos de un solo voto que se aplica en dos tipos diferentes de elección. Y, b) La lista de los supuestos representantes es lo que se denomina como bloqueada y cerrada, o sea, al antojo del partido que normalmente pone a sus elites o a los inombrables que nunca ganarían una votación abierta y competitiva.
En el primer de los casos y el peor de los ejemplos es el SUPER VOTO para senadores. Con un solo voto se eligen a ¡4 senadores! Si, leyó bien, a 4 con el mismo voto. Dos que inexplicablemente continúan pegados en dos fórmulas de mayoría, uno de primera minoría y otro que es toda una joya de atentado al origen del federalismo y que se extrae de una lista nacional por representación proporcional, es decir: ¡que no representa a la entidad donde se vota!
En el segundo de los supuestos hay algo perverso que prevalece en el sistema mexicano de representación proporcional. Y planteo el sistema mexicano porque de acuerdo a la teoría política los sistemas mixtos de representación –mayoria y representación proporcional juntas–, la representación proporcional puede ser diferente pero parece que elegimos el de mayor inconveniencia.
A diferencia de otros sistemas políticos en donde los electores votan directamente por un partido en específico para la representación proporcional, o incluso, pueden elegir el orden de quienes ocupen los primeros lugares de la lista –listas flexibles y abiertas–, aquí tenemos que conformarnos con las listas que los partidos elaboran en lo “obscurito” con aquellos integrantes de su partido que, normalmente, corresponde a los dirigentes que necesitan perpetuarse con espacios públicos asegurados o las figuras que se les ocurran, puesto que el nombre no importa, hay que recordar que de acuerdo al porcentaje de votación entran en el orden que el partido determine previamente y sin considerar, no sólo al interior de sus bases, sino tampoco a los electores que emitirán un voto por un diputado que corresponde al de mayoría de su partido, disfrazando totalmente la voluntad popular de manera perversa.
Hablar que 200 diputados de representación proporcional o 32 senadores, son muchos o son pocos para que pudieran desparecer de éste sistema “mixto a la mexicana”, puede resultar un exceso; no es el numero en sí, “es la forma” de como se eligen, es decir, que se permita que todos los ciudadanos llenemos una boleta específica para elegir a los del partido que nos interese por ésta vía y que se deposite en una urna de elección EXCLUSIVA para representación proporcional, en vez de continuar engañándonos con el cuento de que los ciudadanos elegimos y votamos por los diputados y senadores de representación proporcional; pues ni elegimos ni influimos en las listas que hacen los partidos a su antojo; ni emitimos un solo voto específico por ellos. Tan simple como poner una boleta, una urna y un acta para emitir votos por representación proporcional.
Personalmente opino que el numero de diputados y senadores de representación proporcional si es un exceso, pero por algo se empieza, al menos denos a los ciudadanos la oportunidad de equivocarnos con nuestro voto ¡pero, no nos lo impongan!
*Especialista en Derecho Constitucional por la UNAM y
la Universidad de Salamanca España.