Mesa de redacción
Aunque todavía le restan poco más de 12 meses a la administración federal actual, por lo general, el último año de gobierno de los presidentes en turno, suele ser de impacto menor, ya que los altos funcionarios del gabinete suelen buscar, como ya está ocurriendo actualmente, candidaturas u otros puestos en el sector público, que les permitan mantener un ingreso y un trabajo después del final de la administración en curso.
Por lo anterior, caben algunas reflexiones sobre lo que sucedió en México en este sexenio que, para todo efecto práctico, está terminando.
Cuando el presidente llegó al poder en 2018, México enfrentaba siete problemas fundamentales:
La inseguridad pública por la violencia.
La descomposición del tejido social.
El bajo crecimiento económico.
La urgente necesidad de transitar a energías limpias.
El precario estado del sistema de salud.
El precario estado del sistema de educación pública.
La polarización y la desunión que crecían en el pueblo mexicano.
Por partes, podemos resumir el estado actual de tales problemas, después de cinco años de acciones y políticas públicas del presente gobierno.
1.- Inseguridad pública por la violencia.
Las estadísticas públicas y privadas confirman que este es el sexenio más violento del que se tiene memoria. La política pública de evitar combatir al crimen frontalmente, supuestamente para evitar más violencia, fracasó. Los criminales jugaron sus cartas mostrando fuerza y contundencia, desafiaron al estado mexicano y le ganaron. Los supuestos abrazos y no balazos fracasaron sonoramente, y el discurso oficial no puede detener la violencia. Solo basta ser mexicano para saber que la situación es mucho peor de lo que acepta el oficialismo. Muchos mexicanos están en manos de caciques y de caciques criminales, sin que la fuerza del estado los proteja, porque en México el estado no tiene el monopolio de la violencia armada. En México la violencia armada es una fuerza claramente extendida y el estado de derecho es, en realidad, un estado fallido. Aunque no se acepte.
2.- Descomposición del tejido social.
Si bien es cierto se esperaban ciertos logros de los programas sociales de AMLO, la realidad es que los recursos económicos repartidos como dádivas únicamente crearon clientelismo político, pero no fueron suficientes para crear los incentivos para que los jóvenes se alejaran de la vida criminal. Es decir, la política criminal del subsidio sin programas adicionales de educación, alimentación, cultura y trabajo no dieron resultados. El tejido social se sigue descomponiendo ya que los jóvenes se siguen uniendo a la delincuencia organizada y las familias mexicanas enfrentan mayores grados de violencia intrafamiliar, como resultado de la frustración educativa, económica, social y cultural que, en breve, se reducen a falta de orientación y oportunidades.
3.- El bajo crecimiento económico.
La pandemia de COVID-19 y las obras faraónicas del presidente le cobraron caro a México el estancamiento económico que vive. Y más aún, acentuaron la dependencia económica de México con EEUU, derivada no de aspectos competitivos entre México y EEUU, sino de la confrontación entre EEUU y China. Seade, el negociador mexicano más visible, responsable del país en el contexto del T-Mec, salió de México y el contenido del tratado poco se ha democratizado. Los gastos en el aeropuerto Felipe Ángeles, la Refinería Dos Bocas y el Tren Maya, enterraron las esperanzas de licitar obras de infraestructura verdaderamente útil y necesaria, como la infraestructura para transportar y purificar agua para hacerla potable y mantenerla disponible para las grandes ciudades y las comunidades menores, o mejorar los puertos, aeropuertos existentes y carreteras.
4.- La urgente necesidad de transitar a energías limpias.
Ante el cambio climático, diversas naciones revisan año con año los acuerdos de Paris para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y compartir experiencias y planes para la generación de energías limpias. En la actual administración, sin embargo, con deplorable arrogancia se ha minimizado esta urgencia ambiental y se ha puesto la mira en los combustibles fósiles, que, con toda franqueza, deben comenzar a disminuirse. Tampoco escuchamos que se utilicen recursos federales y estatales, de forma combinada y seria, para la limpieza de ríos, lagunas, playas y océanos, no se ha avanzado en legislación y política pública para reducir el uso de plásticos ni mejorar el tratamiento de residuos sólidos, ni las descargas en cuerpos de agua pertenecientes a la nación.
5.- El precario estado del sistema de salud.
Aunque los hechos y la necesidad hablan por sí mismos, no solo la pandemia de COVID-19 terminó con la vida de casi 650 mil mexicanos. La incompetencia de las autoridades sanitarias, en especial la de López Gatell, ha sido un factor de muerte anticipada de miles de mexicanos. Para evaluar el estado del sistema nacional de salud y la disponibilidad de camas, médicos, enfermeras y medicamentos, solo basta caer en la necesidad de estos. El sistema nacional de salud está lleno de talento, pero falto de compromiso político y recursos económicos para cumplir su función. Para tristeza de México, la pandemia se enfrentó con un Gatell y no con un Jesús Kumate.
6.- El precario estado del sistema de educación pública.
La educación pública en México está en un estado de pasmo. Los sindicatos, por un lado, controlan el acceso y permanencia de maestros de talento al sistema educativo público y, por otro lado, el gobierno actual ha insistido en ideologizar a los alumnos y no en educarlos, como dice la Constitución, con apego a los avances científicos. Proliferan las escuelas privadas, inclusive las de baja calidad, cada vez con mayor afán, porque los padres de familia no están ciegos. Prefieren enviar a sus hijos a un instituto privado que dejarlos a la merced de la descomposición pública. Los padres de familia que no tienen opción, ven con preocupación un futuro muy incierto para sus hijos. Para la administración actual la educación no es una prioridad, ya que los nombramientos en el sector público se han hecho por lealtad y no por competencia ni capacidad profesional.
7.- La polarización y la desunión que crecían en el pueblo mexicano.
El país está dividido. El presidente aprovechó el resentimiento y la envidia social para acrecentar la herida, pero no le ofreció a los más necesitados una avenida para mejorar su situación. Les ofreció un espacio de odio, encono e insulto, pero no les ofreció herramientas para incrementar sus índices de desarrollo humano. Asimismo, con su narrativa llena de odio, insultos y agresividad, legitimó y envalentonó a miembros de su gabinete a actuar con esa misma arrogancia basada en el ego herido de funcionarios acomplejados. La agresividad de Epigmenio Ibarra contra Xóchitl Gálvez, viral el 5 de julio de 2023 es un ejemplo de esto, la arrogancia de Gatell al ser cuestionado sobre sus mediocres resultados es otro ejemplo. Desgraciadamente, el lector sabe que ejemplos sobran, como Ana Guevara y otros altos funcionarios que, en vez de comportarse como servidores públicos, lo hacen como valentones de barrio, arropados por sus pandillas. Ni vale la pena mencionar la falta de respeto hacia el poder judicial federal, último garante del estado de derecho que, además de enfrentar presiones privadas, ahora enfrenta también insultos y hasta amenazas de otros poderes.
En fin, este es el estado que guarda México. Para el votante solo cabe un consejo: va a ser muy importante contar con un Congreso de la Unión que sea plural y no darle toda la fuerza a un solo color político. Tenemos que hacer que los políticos negocien ideas y política pública, y no que las impongan pensando únicamente en formas de mantener clientela política y votos.