Política pública del deporte, más allá del entretenimiento

Autor Congresistas
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Oscar Negrete

Para los legisladores:

Seamos claros. En México el presupuesto es el pastel que se reparten grupos políticos victoriosos y sus aliados del sector privado. Por muchos años se han ignorado las necesidades reales de la población mexicana. No es ningún secreto la miseria en la que viven millones de mexicanos, mientras que, para la clase política, lo que importa es el “hueso”.

La pregunta es: ¿por qué ningún partido o grupo político ha sido capaz de revertir esta situación, a pesar de ser vecinos de la economía más prospera y poderosa del mundo? La segunda pregunta es: ¿por qué ignoramos aspectos de política pública que serían útiles para el crecimiento saludable –físico y mental- de los mexicanos?

Sabemos que la alimentación de los mexicanos es deficiente. Por la casi permanente dificultad económica en la que vivimos, buscamos lo que es barato y es sabroso. De ahí que las fritangas y la comida chatarra sean la elección diaria de los mexicanos, junto con los refrescos de cola y las bebidas azucaradas y, por supuesto, los derivados del maíz y nuestro amado pan, ya blanco, ya dulce. El marcar los alimentos chatarra con: “exceso de grasa” o “exceso de sodio” no ha servido de nada.

Esta introducción alimentaria y económica, es oportuna al objeto de esta columna porque el deporte es uno de los pilares que pueden coadyuvar a mejorar la salud de los mexicanos, como alternativa a políticas públicas de nutrición y de tratamiento de adicciones que no han funcionado.

Invertir presupuesto en promoción, práctica y fomento del deporte a largo plazo es una inversión en la salud pública y en la prevención de las adicciones.

Jóvenes realizando deporte

Por un lado, los mexicanos seguiremos los pobres y poco nutritivos hábitos alimenticios que hemos tenido hasta ahora. Es un problema económico y cultural. La mejor forma de balancear nuestra salud es con deporte. Por otro lado, los jóvenes que caen presas de las adicciones, en muchos casos lo hacen porque tienen mucho tiempo para el ocio. La estructura educativa ideal en México tendría que abordar un horario completo para los jóvenes diariamente. Es decir, educación académica en la escuela y educación física por las tardes, para que mantengan, como ya lo decía aquella frase milenaria, mens sana in corpore sano, es decir, mente sana en cuerpo sano.

El “ningunear” al deporte constituye una visión mediocre, ignorante y ensimismada de la política pública para el desarrollo humano sano de la juventud mexicana. Los escándalos del mal uso de los dineros en la CONADE, son un ejemplo de lo malvados que somos los mexicanos con los mexicanos. Ana Guevara padeció mucho cuando fue deportista de alto rendimiento. La lógica nos diría que alguien que ha padecido un mal tiene la visión y la capacidad para ayudar a generaciones más jóvenes que lleguen a estar en esa situación. La realidad fue muy diferente. Guevara se encegueció con el poder y ha sido fuente de escándalos lamentables.

El deporte en una sociedad fomenta la competitividad, aleja la mediocridad, mantiene a los jóvenes ocupados en actividades positivas y los mantiene pensando en proyectos sanos, más allá de formar pandillas o sentarse en las banquetas a tomar caguamas y drogarse. Los equipos deportivos fomentan el trabajo en equipo, tan necesario en un México tan dividido, donde las actividades sociales prevalentes son: insultarnos en redes sociales, beber cerveza y ver la televisión. Pero el ciclo se sostiene en la miseria porque las escuelas tienen poco presupuesto, los maestros están mal pagados y poco capacitados en educación continua y los alumnos no tienen instituciones públicas donde puedan seguir su formación humana integral después de la formación académica en la escuela.

Mario Carrillo comparte conocimientos con jóvenes
Mario Carrillo comparte conocimientos con jóvenes

Al no dar mayores recursos –y mejor administrados– al deporte, solamente perpetuamos el esquema social en el que los mexicanos más jóvenes desertan de su educación para unirse al crimen organizado.

Para que la base social crezca de forma positiva y orgánica necesitamos invertir en deporte, en instituciones públicas y en un mayor número de comedores comunitarios que ofrezcan comida sana, para que la base de la sociedad mexicana tenga acceso a educación, a la nutrición y al deporte, como una triada de formación social integral, que aleje a los jóvenes de la delincuencia organizada y reduzca la malicia con la que crecen, expuestos a pandillas y a otras organizaciones deplorables. Ya no necesitamos obras de relumbrón. Necesitamos invertir en la base social mexicana para que la población sea educada, tenga salud y pueda tomar decisiones responsables en materia de vida política democrática. Es decir, necesitamos ciudadanos con dignidad que no vendan su voto por dádivas. Y la mejor forma de darle a alguien dignidad es con oportunidades educativas, buena nutrición y un desarrollo humano adecuado a sus circunstancias.

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