La actividad en la Universidad Nacional Autónoma de México no para, sigue innovando y desarrollando programas y proyectos que impactan en la mejoría de la sociedad y su comunidad.
Por ello, realiza investigaciones como la concerniente a desarrollar antivenenos partiendo de las toxinas que producen alacranes altamente peligrosos o bien da a conocer los beneficios de ser feliz.
Al tiempo, también especialistas en programas de conservación de la biodiversidad y los ecosistemas, así como los correspondientes a apoyar sectores de la sociedad, entre ellos a estudiantes de secundaria con temas de ciencia.
Desarrollan en la UNAM antivenenos a partir de toxinas de alacranes peligrosos
Investigadores del Instituto de Biotecnología (IBt) de la UNAM, en Morelos, desarrollan antivenenos de amplio espectro con base a toxinas consenso, es decir, que reúnen características de las toxinas de los alacranes más peligrosos del sur de África y de América Latina, así como del norte de África y el Oriente Medio.
El estudiante de doctorado Samuel Cardoso Arenas y su tutor, Gerardo Corzo Burguete, trabajan en el Departamento de Medicina Molecular y Bioprocesos con toxinas recombinantes, las cuales mimetizan a las presentes de forma natural en animales venenosos como serpientes, arañas o alacranes y a través de diversas herramientas buscan producirlas a mayor escala en el laboratorio.
“Las producimos mediante biología sintética en el laboratorio y las utilizamos como inmunógenos o moléculas que puedan generar anticuerpos en un proceso de inmunización en animales. Los anticuerpos producidos son utilizados, justamente, para neutralizar las toxinas presentes en los venenos de alacranes u otro animal venenoso”, explicó Cardoso Arenas.
De acuerdo con la Norma Oficial Mexicana NOM-033-SSA2-2011, para la Vigilancia, Prevención y Control de la Intoxicación por Picadura de Alacrán, en el país se registran anualmente cerca de 250 mil casos de este tipo de punción y un promedio de 40 defunciones.
En México son reconocidas 190 especies; al menos 52 están en proceso de ser descritas. A nivel mundial se estima que existen mil 259 especies de alacranes, pero sólo el veneno de algunas es peligroso para el ser humano.
Cardoso Arenas detalló que el primer paso para desarrollar estas toxinas sintéticas consistió en revisar las estructuras de las toxinas en los venenos de los alacranes de mayor importancia médica, depositadas en bases de datos, es decir, aquellos que generan más casos de envenenamiento.
El desarrollo de las toxinas mediante biología sintética se realiza a través de técnicas de biología molecular, a partir de las cuales se diseñan regiones del ADN de estas, a fin de introducirlas en una bacteria para que a su vez la elabore. “Esta técnica es la del ADN recombinante y esa bacteria (Escherichia coli) genéticamente modificada tiene la información para producir dichas toxinas”, añadió.
“Hay mucha información para la elaboración de antivenenos, pero lo principal es comprobar que aquello que se produce como anticuerpos realmente sean neutralizantes. Una vez que se logra esto, y si es de interés y novedoso, se procede a proteger la información generada mediante patentes”, añadió Gerardo Corzo Burguete.
Cardoso Arenas destacó que un aspecto fundamental de este trabajo es que se ha detectado que aproximadamente tres por ciento de los componentes del veneno de alacrán son los responsables de generar envenenamientos a los mamíferos como a los humanos, a diferencia de otros animales como las serpientes, cuyos componentes letales se encuentran en mayor proporción dentro de sus venenos.
“La importancia de generar este nuevo tipo de conocimiento es proponer otras alternativas para producir antivenenos; esto es, podría evitarse el inmunizar animales con los venenos de los alacranes, es decir, remover proteínas que no sean relevantes al envenenamiento y generar así anticuerpos más específicos; o bien, enriquecer inmunógenos naturales mediante el uso de la biología sintética”, aseveró.
Las personas alegres se caracterizan por la manera en la que afrontan la vida
La alegría es un sentimiento relacionado con el bienestar personal y el optimismo ante la vida, pese a las adversidades que nos rodean como la violencia, los problemas sanitarios, socioeconómicos o la pospandemia.
Como todas las emociones, no es un estado permanente, sino pasajero, pero puede encauzar hacia ciertas actitudes positivas que influyen para que una persona sea de carácter entusiasta.
“Es algo muy importante de comunicar, de resaltar, como todas nuestras emociones, que no son buenas ni malas, sino que todas forman parte de nuestro repertorio como seres humanos”, señala la profesora de la Facultad de Psicología (PF) de la UNAM, Alejandra López Montoya.
Con motivo del Día Mundial de la Alegría, que se celebró el 1 de agosto, la psicóloga especializada en cuestiones de salud mental explica que se percibe en personas que se sienten con motivación y capacidad para realizar las acciones. “Es una emoción que tiene características físicas y conductuales, como sonreír, ruborizarse, sentirse energético y motivado para hacer diversas tareas, independientemente de su complejidad”.
Igual que el enojo, la tristeza tiene una función y ninguna puede ser permanente. “A veces nuestras emociones están interconectadas y la alegría puede ir fluctuando incluso en un mismo día”, aclara.
Lo ideal es que tengamos un equilibrio, donde nos sintamos estables. Quienes tienen este sentimiento de júbilo prevalente tienden a disfrutar de las pequeñas cosas. “A veces queremos tener un máximo logro para sentirnos bien, pero disfrutar del día a día, de las pequeñas cosas como un amanecer o el hecho de despertar, basta a este tipo de personas alegres para sentirse bien”, resalta.
López Montoya considera que es importante mantener la tranquilidad, saber manejar el estrés, procurar el autocuidado con acciones como realizar ejercicio, alimentarse correctamente y dormir bien. Los seres humanos alegres generalmente saben reconocer qué cosas les motivan y les hacen sentir bien, por ello luchan por obtenerlas.
La psicóloga precisa que la alegría otorga beneficios a la salud: libera tensiones porque es desestresante, aporta energía y, en consecuencia, hay mayor productividad. Al estar alegres se libera dopamina, la cual está ligada a la agilidad mental, por lo que es beneficioso para la concentración.
Para aprender a tener un manejo adecuado de ellos, como reducir el estrés y la ansiedad, la Facultad de Psicología de la UNAM ofrece apoyo a través de una página creada junto con el Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente Muñiz”, de la Secretaría de Salud: www.misalud.unam.mx
Pérdida de la diversidad biológica, el reto más serio de la humanidad
Desde la academia, las organizaciones de la sociedad civil y los medios de comunicación se debe crear un contexto de exigencia para insistir en que México tenga una política de Estado para la conservación de la biodiversidad y los ecosistemas, e impedir regresiones en los avances del cumplimiento de los compromisos que nuestro país ha contraído para reducir la huella de carbono, afirmó Leonardo Lomelí Vanegas, secretario General de la UNAM.
Es una responsabilidad que debe asumir la actual generación, a la cual le toca impulsar ese tipo de acciones y promover que se tomen decisiones adecuadas, también pensando en las que habrán de venir, abundó.
Al clausurar la mesa debate “El futuro de la conservación de los recursos naturales basado en incentivos económicos”, organizada en el Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc), añadió que se requiere buscar espacios donde se dé el diálogo entre distintas disciplinas.
Es importante que desde la Universidad Nacional insistamos en ello, y por eso es relevante que se establezca este diálogo entre las ciencias económicas y las de la vida. “Es fundamental que colaboremos en este objetivo, y al hacerlo estaremos contribuyendo a generar un nuevo curso de desarrollo para nuestro país, que sea más sustentable”, recalcó Lomelí Vanegas.
En la mesa, el exrector de la UNAM, investigador emérito del Instituto de Ecología e integrante de El Colegio Nacional, José Sarukhán Kermez, refirió que la especie humana no ha tenido un reto más serio y fuerte que el que enfrenta hoy con la pérdida de la diversidad biológica.
Dijo que los recursos naturales facilitan la oportunidad de generar diferentes formas de desarrollo y culturas. Tenemos una gran diversidad biológica y cultural; los pueblos tienen un amplio conocimiento de esos recursos, aspecto que no se ha sabido usar en nuestro país, que a partir de los años 30 o 40 del siglo pasado se declaró agrícola, cuando es forestal.
La diversidad biológica silvestre de México es inmensa, la cuarta o quinta del mundo. Pero, además, hay otra, la agrícola, y nuestro país es centro de origen de numerosos grupos taxonómicos; pero ni una ni otra han sido temas de desarrollo a través de políticas públicas adecuadas.
La enorme diversidad ecológica debería ser tomada en cuenta al momento de desarrollar políticas de uso del suelo. Veracruz es un caso trágico, ya que ha perdido más de 90 por ciento de su cobertura forestal y se ha convertido en “océanos” de pasto para las vacas. De ser el tercer estado más rico en biodiversidad, ahora es uno de los tres más pobres, explicó.
Existen elementos demostrables de la bondad de contar con formas diferentes de uso sustentable de los recursos y con un “aditamento” más: bienestar económico para los propietarios de esos bosques.
“No veo posibilidades de que los recursos naturales de este país se conserven, si no trabajamos con la gente que los posee, si no la hacemos parte del asunto; por ahí debe venir el movimiento de conservar los ecosistemas de los que dependemos totalmente”, aseveró Sarukhán Kermez.
Al hacer uso de la palabra, la profesora de la Facultad de Ciencias y también integrante de El Colegio Nacional, Julia Carabias Lillo, puntualizó que antes de restaurar hay que conservar los ecosistemas, porque lo primero es infinitamente más caro e ineficiente, y porque no se puede restituir el entorno original. Por ello, es necesario impulsar los instrumentos orientados a prevenir la deforestación.
México tiene experiencia, instituciones, leyes y capacidades humanas para cumplir las metas acordadas en diciembre de 2022, en el Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal, de conservar por lo menos el 30 por ciento de la superficie del planeta para 2030; podríamos hacerlo, pero tiene que haber voluntad para ello, destacó la científica.
La universitaria consideró que la preservación no va a funcionar sin una visión integral. Se deben sumar los instrumentos económicos para la conservación (pago por servicios ambientales, bonos de carbono, certificaciones), pero con enfoque territorializado porque las políticas de gobierno se han orientado a que no se sumen subsidios en las mismas comunidades.
Se requiere un proceso de planeación regional, “porque tenemos sitios prioritarios por su biodiversidad y sus servicios ecosistémicos; no a todo el país hay que tratarlo por igual”. Hay zonas degradadas que necesitan un proceso regenerativo, y otras que están en buen estado de conservación y hay que garantizar que se mantengan así, subrayó Carabias Lillo.
En el auditorio Ricardo Torres Gaitán del IIEc, Sophie Ávila Foucat, investigadora de esta entidad académica, coincidió en que se requieren políticas públicas coherentes entre sí y con una perspectiva de territorio diferenciado a lo largo y ancho del país, incluso dentro de las entidades federativas.
Parte del futuro de los instrumentos económicos para la conservación y la planeación del territorio está en la participación de estados, iniciativa privada, organizaciones no gubernamentales, municipios y comunidades. “Hay que utilizar esos instrumentos y trabajar para que funcionen mejor”, enfatizó.
Paola Bauche Petersen, directora ejecutiva de la asociación civil Conservación y uso sustentable de los recursos en el noroeste y occidente de México, comentó que en los ejidos ubicados en la periferia de Puerto Vallarta el pago por servicios ambientales ha sido importante porque otorgó el recurso inicial para el inicio de empresas ecoturísticas.
Gracias a ello, comunidades enteras permanecen en sus sitios de origen, en vez de irse a trabajar de obreros a Vallarta. Utilizar los recursos de manera planeada ayuda a esas compañías que ahora, después de la pandemia, están en proceso de recuperación, recordó.
Hay que construir una sociedad tolerante para aprovechar el espacio público
Es imposible pensar en el espacio público sin hablar de conflicto, porque es de todos y, al mismo tiempo, de nadie, de aquí que no puede haber un derecho a la ciudad si no se construye una sociedad tolerante a la diferencia. Todos somos distintos y lo aprovechamos de acuerdo con un marco cultural y necesidades diferentes, afirmó la coordinadora del programa de Posgrado en Urbanismo de la UNAM, Claudia Reyes Ayala.
La cultura de la prohibición, prosiguió, no es funcional, toda vez que hay quienes viven del espacio público y cuya vida cotidiana ahí transcurre, razón por la cual debemos transitar hacia otro modelo de apropiación y de desarrollo de la urbe para considerar una metrópoli equitativa, en la cual se previene y se realizan acciones para llegar a la ejecución, a la apropiación del espacio público de una forma diversa a la que hoy tenemos.
Al ofrecer la conferencia “Defender el espacio público: más allá de la retórica, como parte del curso Expansión y cambios metropolitanos: Un debate ininterrumpido”, la académica universitaria evaluó que en materia ambiental, social, cultural y educativa, las alcaldías deben trabajar más en la prevención.
En la última sesión de la actividad académica, organizada por el Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad (PUEC) de la UNAM, y presidida por Javier Delgado Campos, director de la entidad universitaria, Reyes Ayala comentó que en materia ambiental vivimos una situación delicada, “hay una nula comunicación entre el nivel de la política pública y la administración pública”.
En el encuentro efectuado en formato a distancia, la urbanista señaló que es necesario poner en la mesa de discusión la vinculación de una verdadera política pública en torno a la sostenibilidad y la importancia de combatir el cambio climático, el derecho a la ciudad y al espacio público, algo que en la actualidad no ocurre.
También avanzar hacia los derechos de la naturaleza, vamos atrasados tanto en normatividad como en la ejecución de la política pública en torno al derecho a la ciudad. El espacio público aloja numerosas actividades sociales, recreativas y laborales, incluso debemos considerar factores como las migraciones, acotó.
Más adelante, consideró que en las leyes se precisa el principio de precaución, pero no se aplica. “Nos preocupamos como sociedad por el cambio climático y buscamos la sostenibilidad, hacemos leyes, construimos todo un marco jurídico para ello, pero cuando bajamos a la operación urbana y a la toma de decisiones, no aplicamos todos estos principios de sostenibilidad, ni de mitigación de cambio climático y, sobre todo, de precaución y de prevención”.
Cuando los urbanistas nos referimos a la segregación socioespacial debemos considerar los ámbitos privado, del mercado inmobiliario y también el espacio público, el cual desde hace más de 11 años es objeto de transformación física y social, indicó.
La UNAM acerca la ciencia a primarias y secundarias públicas
El Programa Adopte un Talento (PAUTA), del Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM, cuenta con clubes que acercan el conocimiento a niñas, niños y adolescentes de escuelas públicas, desde educación básica hasta media superior y centros de atención múltiple en el país.
Así es como José Luis Gómez Imbilimbo, del tercer grado de la Escuela Secundaria Técnica número 42 Ing. Alejo Peralta y Díaz Ceballos, ubicada en el barrio de Tepito, en la alcaldía Cuauhtémoc, desarrolló una iniciativa de divulgación para explicar el boxeo a través de la física, como parte del proyecto final del Club de Ciencias PAUTA de su plantel.
“El Club de Ciencias PAUTA se realiza dentro de la escuela una vez a la semana con estudiantes interesados en desarrollar sus habilidades científicas, de observación e investigación. Al final realizamos un proyecto”, expresa Tania Mejía Chávez, profesora del club y de la asignatura de Física en Ciencias II, de esa secundaria.
José Luis ha formado parte del club durante dos años. “Entré en segundo porque me llamó la atención relacionar la física con otros temas y resolver problemáticas de la comunidad”.
Junto con dos compañeros elaboró un proyecto de divulgación científica que titularon Tepiteños vs Newton. “Relacionamos las leyes de Newton y el boxeo, un deporte que se practica mucho aquí, en el barrio. Con esto también buscamos que la gente externa comprenda que Tepito no es tan malo como se cree”.
Como parte de su trabajo, José Luis y su equipo diseñaron un cartel que planean poner en gimnasios o espacios donde se practica el boxeo para que quienes lo entrenan comprendan más este deporte y mejoren sus técnicas en el combate.
“La primera ley de Newton dice que todo cuerpo en reposo se mantendrá así y todo cuerpo en movimiento seguirá moviéndose hasta que una fuerza externa lo haga cambiar. Nosotros lo relacionamos con tirar un golpe, pues tu oponente se encuentra estático, pero al chocar tu puño contra su cara lo pondrás en estado de movimiento”.
De esa forma detalla parte de la actividad que realizan los hermanos Santino y Milton Ortiz Hernández, dos compañeros de su escuela que desde hace cinco años boxean y practican en el Deportivo Maracaná, en Tepito, una de las cunas del pugilismo mexicano.
“Con un nocaut él podría poner en estado de reposo a su contrincante al chocar con la lona”, agrega.
En cuanto a la segunda ley, expone que la fuerza es igual a masa por aceleración, y lo que importa en el pesaje de las peleas es ponerlos con contrincantes del mismo peso “porque a mayor masa sería mayor fuerza y sería injusto poner a alguien que, por menor masa, tenga menos fuerza”.
Entender la tercera le permite saber a los boxeadores la importancia del vendaje en las muñecas, lo que evita que se lastimen, ya que “a toda acción corresponde una reacción: cuando él golpea el impacto se le regresa en la misma magnitud, pero en sentido contrario”.
Acercar la ciencia a niñas, niños y adolescentes
Como José Luis, nueve mil 526 estudiantes de escuelas públicas de preescolar, primaria, secundaria, bachillerato y centros de atención múltiple han participado en las 362 escuelas que cuentan con clubes en el país, de acuerdo con Ivette de la Torre García, coordinadora pedagógica nacional de PAUTA.
“Desde hace tres años este programa nos ha brindado las herramientas para desarrollar el club en la escuela. Iniciamos en pandemia de forma virtual y cada año se integran 20 estudiantes, el cupo que se nos recomienda en cualquiera de los tres niveles”, plantea la profesora Tania Mejía.
Hasta el momento han sido capacitados 552 docentes de Baja California, Chiapas, Ciudad de México, Estado de México, Jalisco, Michoacán, Morelos, Nuevo León, Puebla, Tlaxcala, Querétaro y Yucatán.
“Estamos agradecidos con las herramientas que nos han brindado porque además nos ofrecen los recursos para que los materiales que se necesitan para realizar proyectos no sean una limitante. También nos dan mentorías a cargo de especialistas que pueden irnos apoyando en las inquietudes científicas”, remarca Tania Mejía.