Laura Ruíz
Por primera vez en su historia, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) tiene una mayoría femenina en cargos de dirección en sus facultades y escuelas. De un total de 32 instituciones académicas, 16 están dirigidas por mujeres, lo que representa el 50 por ciento de estas entidades.
Hoy bajo la rectoría de Leonardo Lomelí Vanegas cuya orientación apunta en el sentido de promover a las universitarias. En el 2024, UNAM marcó un hito del 50 por ciento de las direcciones de facultades y escuelas encabezadas por mujeres. Un dato que, aunque debería ser cotidiano, representa un logro importante en una institución históricamente dominada por la matrícula y por primear vez una directora en la Facultad de Medicina, la Dra. Ana Carolina Sepúlveda Vildósola, quien asumió el cargo en enero de 2024 y fue designada por la Junta de Gobierno de la UNAM, marcando con esto un hecho histórico. No se trata sólo de cifras, se trata de romper estructuras, abrir espacios y visibilizar voces que durante mucho tiempo fueron relegadas.
Durante el Segundo Coloquio de Mujeres en la Economía, diversas académicas hablaron desde la experiencia, con una claridad que sacude. Patricia Dávila Aranda, primera mujer secretaria general de la UNAM, no sólo subrayó la posibilidad de que las mujeres elijan su camino profesional sin ser juzgadas, sino que denunció la carga de estereotipos que aún enfrentan. “Hay quien nos pone a prueba todo el tiempo, pero no importa”, afirmó. Una frase sencilla, pero profundamente reveladora del desgaste emocional y simbólico que conlleva ser mujer en espacios históricamente masculinos.
El avance no es menor. Pero no debe confundirse con una meta cumplida. Las cifras presentadas muestran una realidad todavía desigual: menos investigadoras que investigadores, menos profesoras de carrera, y una brecha significativa en el reconocimiento emérito. ¿Cómo hablamos de igualdad cuando las condiciones estructurales siguen sin favorecer el desarrollo profesional de las mujeres?
Lorena Rodríguez, directora de la Facultad de Economía, apuntó certeramente a una de las causas más ignoradas: la necesidad de un Sistema Nacional de Cuidados. Las mujeres siguen siendo las principales responsables de cuidar a niños, personas enfermas o adultos mayores. Esta doble o triple jornada no es un problema privado, es una barrera pública. Una que afecta ingresos, trayectorias y aspiraciones.
Las historias de académicas como Elena Centeno y Marcia Hiriart reflejan no sólo esfuerzo, sino resistencia. La anécdota del baño para mujeres ausente en la Facultad de Ingeniería, o los estudios de posgrado entre pañales y experimentos, no deberían seguir ocurriendo. No deberíamos admirar a las mujeres por “lograrlo a pesar de todo”, sino por lo que son capaces de hacer cuando se les da el lugar que merecen.
En pleno 2025, resulta preocupante que la presencia de mujeres en la investigación científica de la Máxima Casa de Estudios aún sea limitada. A pesar de los avances sociales y educativos, los números hablan por sí solos: apenas el 29 por ciento de los investigadores en la UNAM son mujeres, de acuerdo con datos de 2023. La situación es aún más crítica en las disciplinas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), donde la participación femenina sigue siendo notablemente inferior a la de los hombres.
Este fenómeno no es exclusivo de la UNAM ni de México; es parte de una tendencia global que refleja estructuras históricas de exclusión y estereotipos de género profundamente arraigados. Desde edades tempranas, a las niñas se les desalienta —de manera explícita o sutil— a perseguir carreras científicas. Se enfrentan a la falta de modelos a seguir, a la escasa visibilidad de científicas destacadas en los medios y a entornos educativos poco inclusivos.
La UNAM, como institución de vanguardia y formadora de miles de profesionales cada año, tiene una responsabilidad especial en revertir esta tendencia. No se trata solo de alcanzar una cifra equilibrada por cuestión de paridad, sino de reconocer que la ciencia necesita la diversidad para avanzar. Las perspectivas distintas que aportan las mujeres pueden enriquecer los enfoques de investigación, ampliar el alcance de los descubrimientos y cuestionar paradigmas establecidos.
Se han dado pasos importantes, como programas de apoyo a investigadoras jóvenes y redes de mentoría. Sin embargo, aún falta mucho por hacer. Urge fomentar una cultura institucional que no solo integre a las mujeres en la ciencia, sino que las retenga, las impulse a liderar y les permita desarrollarse sin enfrentarse a barreras de género.
La deuda con las mujeres científicas no es simbólica: es estructural. Y saldarla no solo es un acto de justicia, sino una condición necesaria para que la ciencia avance con todo su potencial.
El camino hacia una universidad verdaderamente equitativa no se construye con discursos de ocasión ni cuotas simbólicas. Se construye cuestionando lo normalizado, reeducando nuestras ideas, y reconociendo —sin condescendencia— que las mujeres no están “llegando”, sino que han estado siempre. Ahora es tiempo de escucharlas. Hoy las mujeres están entregadas a escribir su historia de manera conjunta con sus compañeros.
Mujeres directoras de facultades:
- Filosofía y Letras: Mary Frances Rodríguez Van Gort
- Economía: Lorena Rodríguez León
- Derecho: Sonia Venegas Álvarez
- Medicina: María Teresa López Castillo
- Química: María Teresa Gutiérrez López
- Contaduría y Administración: María del Rosario de la Garza González
- Ingeniería: María de los Ángeles Vargas
Dirección en FES (Facultades de Estudios Superiores):
- FES Acatlán: Adriana Villalba Pérez
- FES Cuautitlán: Erika de la Cruz Martínez
- FES Iztacala: Guadalupe Martínez López
- FES Zaragoza: Cristina Báez Flores
- FES Juriquilla: Alma Rosa González Pérez
- FES Naucalpan: Ana Cristina Jiménez Hernández
- FES Aragón: María Guadalupe Pérez Vargas
Dirección en otras escuelas e instituciones:
- Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia: María Victoria Castillo Barradas
- ENES Querétaro: Silvia Guadalupe Romero Gutiérrez
- Escuela Nacional Preparatoria (ENP): María de Jesús López Villagranda
- Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH): María Eugenia Mendoza Lázaro
Este avance no solo visibiliza el talento y liderazgo femenino en la máxima casa de estudios, sino que también sienta un precedente inspirador para futuras generaciones de académicas y estudiantes.