¿Un ocho de marzo más?

Autor Congresistas
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Año con año el ocho de marzo se renueva el ciclo, en el tiempo se recicla la violencia, la desigualdad que viven las mujeres, otra vez la serpiente se muerde la cola.

Aún no queda del todo claro que las mujeres no protestan por protestar, sino que tienen sobradas razones.

En el computo anual de las protestas de las mujeres que tiene lugar con fecha de la celebración del Día Internacional de la Mujeres repuntan los feminicidios, discriminación, inequidad y con letras de fuego se prolongan las luchas, hoy por hoy renovadas por las miles de jóvenes con viejas y nuevas causas y consignas que llegan con sus refuerzos.

Como en el mundo, en la gran Ciudad de México como ríos surgen los contingentes de las mujeres de todas las edades. Despuntan en las calles de Reforma, Plaza de la República, Juárez, Cinco de Mayo, Balderas, Madero, Tacuba, desbordan para llenar el Zócalo, la Plaza de la Constitución.

Las protestas impregnan los escaparates, la cantera, el tezontle, las maderas de puertas y ventanas que vuelven a cerrarse apuntalado esas estadísticas como timbres y alarmas de la realidad.

Tal vez el punto de mayor reflexión sea la violencia, las embestidas que produce el grito, el llamado que no se escucha en una atmósfera patriarcal que refuerza su autoritarismo y nutre la frustración que estalla en el asesinato y en la violación de derechos, de desdibujamientos de las oportunidades asociadas con la falta de la democratización del poder, “barriendo desde arriba hacia abajo” parafraseando al poder mismo.

Hoy en el 2022, como en el 2021, 20, 19, y 18, más mujeres toman las calles, unas mujeres policías a veces y otras enmascaradas en la ira formando los pelotones negros.

En la fotografía oficial: Las mujeres policías sorprendidas recibiendo el arreglo de flores que intercambiaron en lugar de garrotazos propinados a las mujeres de la sociedad civil.

No faltaron las pintas ni el estallido de cristales de la Estación del Metro Hidalgo, ni los marros ni las vallas rodeando el Palacio Nacional, el edificio de la Suprema Corte y de la Catedral, protegidas por el foso por donde se escurrieron los pertrechos de bombas de humo.

En los cálculos 20 mil, 50 mil más de 100 mil. Los drones las recuentan con precisión de las cámaras de video que se trasladaron desde las almenas del Palacio Nacional y de las torres de la Catedral alternando con el vuelo de pichones y palomas.

Sobre la mesa de trabajo el documento que también nos habla de la condición de las mujeres, esos registros de los que iremos abordando frecuentemente para reforzar que sus demandas no se olvidan ni deben olvidarse.

Manifestación de mujeres 8 de marzo 2022 - 2

A la vista la guía de la información de la Cuenta Satélite del Trabajo No Remunerado de los Hogares de México (CSTNRHM) 2020.

Para “2020, el valor económico de las labores domésticas y de cuidados realizadas por la población de 12 y más años de edad reportó un monto de 6.4 billones de pesos”, cifra equivalente a 27.6% del PIB del país.

Gracias a los estudios del INEGI conocemos la dimensión del contexto que permiten entender los reclamos de las mujeres.

Resalta en el registro el que “las mujeres contribuyeron con 73.3%, mientras que los hombres lo hicieron con 26.7%, esto significa que las mujeres aportaron 2.7 veces más valor económico que los hombres. Hay otros datos relevantes para la reflexión como es el registro de un incremento de horas en las labores domésticas, de cuidados y una disminución en las actividades que requieren de traslados fuera del hogar.

Se observan en las cifras un mayor crecimiento en horas de cuidados de salud dentro del hogar con 9.4%, seguido por la limpieza y el mantenimiento de la vivienda con 7.5%, las actividades de apoyo a otros hogares con 7.3% y las tareas de alimentación con 4.8%.

Se contrasta que “las actividades de trabajo voluntario disminuyeron 13.8%, seguido de los cuidados generales, ayuda escolar y apoyo (incluye traslados y acompañamiento) retrocedieron”.

No hay pérdida en el documento como instrumento de diagnóstico de la realidad además en un contexto de pandemia que no podemos pasar por alto.

El INEGI nos plantea “que el valor económico neto per cápita” se incrementó de 11.1% respecto a 2019 y alcanzó los 49,437 pesos por persona. El documento indica que “cada mujer realizó trabajo no remunerado en labores domésticas y de cuidados equivalentes a 69,128 pesos anuales, mientras que cada hombre realizó actividades similares equivalentes a 27,175 pesos”.

Se apuntala la siguiente reflexión como resultado de estudios complementarios, y es que se observa que “el valor de las labores domésticas y de cuidados no remunerados realizados por niños de entre 5 y 11 años de edad reportó un monto equivalente a 0.5% del PIB del país: 51.4% fue aportado por niñas y 48.6% por niños”.

“El valor económico del trabajo no remunerado en la producción de bienes para autoconsumo reportó un monto equivalente a 1.4% del PIB nacional, el cual es realizado en 56.7% por hombres y en 43.3% por mujeres”.

Estamos en el umbral de un recorrido que tendremos que recorrer en permanente evacuación sobre los resultados y rezagos bajo parámetros confiables.

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