Una serie de acontecimientos apuntan en el sentido de los deterioros existentes que viene exhibiendo el orden mundial, se trata de un colapso geopolítico o de transiciones o de las revelaciones de los niveles de pobreza que vive el 90% de la población mundial. Lo ocurrido en Afganistán a la luz de los especialistas no significa que Estados Unidos se derrumbe del oeste o este en las fronteras del colapso geopolítico, “el paso más del deterioro de larga duración, paulatino y a largo plazo de la hegemonía estadounidense a escala global.
*Incluso, China, Rusia ni ningún otro país aspira a llenar el vacío que dejó la Unión Americana en aquel país que hoy está bajo el control de los talibanes, informaron expertos en la UNAM, en el marco del conversatorio “Afganistán y el gran juego del siglo xxi*”, organizado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ), Moisés Garduño García, del Centro de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Explicaron los especialistas que estamos ante la emergencia de un orden mundial distinto, en el que ningún actor puede imponer su propio orden de las cosas por sí solo en un sistema internacional de carácter interpolar, donde ya no hay sólo actores político estatales, sino polos de poder muy fuertes no estatales, como el talibán.
Una mirada sobre Medio Oriente destaca la argumentación como los conceptos siguientes: de que “se trata de un sistema internacional de amplia competitividad que, en plena crisis mundial detonada por la COVID-19, vulnera a las sociedades con marcos institucionales sumamente debilitados, precarios y en algunos casos colapsados como Libia, Yemen, Afganistán o Líbano, que está también pendiendo de alfileres en términos políticos y sociales”.
Sostienen los investigadores que “a 20 años del 9/11 lo que experimentamos con el talibán, y con otras intervenciones, como la de Irak, se presenta un `reflujo` del modelo democrático que en el caso afgano interpela a una comunidad internacional que se quedó con el discurso del nuevo siglo americano”. Postulan que “el dilema ahora es si se debe aislar a un grupo como el talibán que no parece tener las mínimas intenciones de tener un gobierno de inclusividad o representación étnica confesional y política, y dejar así a su suerte a millones de afganos que se quedaron en el país. O comenzar la apuesta por un movimiento que de democrático va a tener poco o casi nada, pero que potencialmente podría garantizar la estabilidad interna y la seguridad fronteriza que los vecinos de Afganistán necesitan.
En opinión de Arturo Oropeza García, del IIJ, “Afganistán en su oportunidad ha sido y es la puerta del sur de Asia, una gran extensión geográfica para el curso y tránsito de imperios, culturas y religiones. Su importancia es netamente geográfica y hoy la tiene porque por ahí se pretende el paso de gasoductos, oleoductos y permanente comunicación entre India, Pakistán, Irán y otros estados árabes; y desde luego, China”.
Destacó el catedrático que, a la luz de los resultados, lo que ha ocurrido en Afganistán es una derrota; ya que después de 20 años de ocupación estadounidense no mejoró la sociedad, los ingresos o la modernidad. Con más de 90% de la población en pobreza, “tenemos una sociedad pauperizada y emigrada”. También el tema es la necesidad de reflexionar si estamos ante una era euroasiática. Sostuvo que “la homogeneización de occidente no es como se previó y estamos definitivamente frente a una era posamericana de Asia y ello sugiere que se trata de un tema central de la geopolítica.
Para el maestro Gilberto Conde, investigador del Centro de Estudios de Asia y África de El Colegio de México, esta historia geopolítica es “truculenta y fallida”, y lleva a otra: la de la consecuencia del fracaso de esa intentona de la administración George Bush hijo y sus asesores neoconservadores de moldear el mundo a su antojo.
Sostuvo que el deterioro estadounidense no es cuestión abrupta; EEUU no ha dejado de ser una potencia hegemónica en lo económico, político y militar, de la noche a la mañana, y ahora estamos viendo un reforzamiento paulatino de la fuerza e influencia de dos actores geopolíticos mundiales emergentes cada vez más importantes: China y Rusia. Estos actores se verán beneficiados de la salida de EEUU de Afganistán, aunque tampoco será algo sencillo porque los estadounidenses seguirán teniendo diversas herramientas en la región, como influencia sobre Pakistán al que consideran también como un aliado de China, Arabia Saudí, India y otros actores.
*Manifestó que el talibán tiene numerosas oportunidades geopolíticas en su relación con Irán, Catar o Turquía, y abrirán otras puertas “si actúan con cuidado”; empero, podría entrar en contradicción con el proceder de sus bases y sobre todo de los mandos medios, quienes piensan más en su programa basado en una cierta aplicación de la *sharía o jurisprudencia islámica, sobre la sociedad.
Por su parte Eugenio Anguiano Roch, exembajador de México en China, sostuvo que Estados Unidos intentó crear una nueva sociedad en Afganistán de tipo democrático, pero en un país con otras características. Por ese motivo y otros, no tuvo éxito en su proyecto. Trataron de darle un sentido distinto a su primera acción bélica y de ocupación y por casi 20 años intentaron crear una nueva sociedad, pero con gobiernos que eran muy débiles porque nunca les dio independencia para que ellos pusieran sus propias bases de acción. Con esta posición se explica ese fracaso político y militar.
Expresó que la intervención en aquel país, fue una respuesta iracunda del presidente Bush cuando declaró la guerra al terrorismo global y a los estados que daban cobijo a terroristas. Hoy, parece que los ganadores de esta situación son China y Rusia, que dejarán sus embajadas abiertas y negociarán con el nuevo régimen, advirtió sobre las dificultades que experimentarán los afganos la integración del gobierno.
Las implicaciones están a la vista y puede significar o desplazarse a nuevas contracciones continentales para explicar a un mundo que se asoma, emerge y que tendrá que entenderse con nuevos criterios y paramentos.