Oscar Negrete Reveles
El barrio de Coyoacán es uno de los lugares más famosos de la ciudad de México y del país. Su historia es rica desde el Virreinato y, a la fecha, conserva el encanto provincial que a todos gusta. Es una joya clásica y una de las caras más hermosas de la multifacética capital del país.
Su primer inquilino famoso fue Hernán Cortes y, desde entonces, han desfilado como habitantes de Coyoacán Frida Kahlo o el indio Fernández y diversos personajes de todos los ámbitos destacados del país, artistas de todo tipo, doctores, militares y, ¡desafortunadamente hasta políticos! No obstante, la mayoría han sido grandes personajes que han hecho aportaciones positivas a la imagen y vida de Coyoacán.
Hay muchas maneras de disfrutar un sábado o domingo en Coyoacán. Para desayunar, puede elegirse la oferta gastronómica del mercado, que es un auténtico viaje en el tiempo con variopintas delicias y colores mexicanos que llenan de orgullo. De ahí, se puede visitar la casa azul de Frida Kahlo, con interminables filas de turistas nacionales y extranjeros deseosos de conocerla. Posteriormente y, aunque no estoy seguro de que esté abierto los fines de semana, puede visitarse el museo de la casa de León Trotsky, maravillosa sede que nos transporta a la Guerra Fría y nos informa del papel de nuestro país en esa etapa del mundo.
Después, puede caminarse por Xicoténcatl hasta llegar a la Avenida México y de ahí andar hacia el centro de Coyoacán. Anteriormente, Coyoacán tenía muchas más librerías de las que tiene ahora. Destacaba por su peculiaridad ¨Nalanda¨, que era una librería esotérica con todo tipo de curiosidades intelectuales. No obstante, quedan varias librerías vivas para visitar y respirar el ambiente cultural que Coyoacán ofrece.
Coyoacán es para caminar, para que la ruta de su espíritu se disfrute con autenticidad. Vale la pena también caminar toda la calle de Francisco Sosa, que en sí misma es gloriosa. En ella se pueden encontrar el Instituto Italiano de Cultura, hermosas casonas antiguas con arquitectura única, una tienda de vinos y quesos que parece europea: ¨Las Barricas de Don Tiburcio¨, la Compañía Nacional de Teatro, el Centro Cultural Los Talleres, la explanada de la iglesia de Santa Catarina, la Casa de la cultura Jesús Reyes Heroles y, por supuesto, la fonoteca y un restaurante que es un favorito de propios y extraños: El merendero de Las Lupitas.
Por supuesto, puede llegar hasta Miguel Ángel de Quevedo y visitar otras famosas librerías ahí, pero el siguiente paso obligado es la explanada de la parroquia de San Juan Bautista. Es una hermosa iglesia que está plagada de arte. Creyentes y no creyentes acuden a ella, unos con fe otros con admiración artística.
No debe faltar la visita al Sanborns de Coyoacán para comer o para comprar, así como al mercado de artesanías que se encuentra a su costado. A veces hay teatro en el centro cultural Hugo Arguelles y para comer y brindar, sobran las opciones, pero, su calidad es indiscutible, porque la mayoría de los negocios gastronómicos en Coyoacán son muy viejos, lo que es testamento de su calidad y el cariño que se han ganado de sus visitantes.
Dependiendo del clima, es obligado hacer dos cosas, comprar un helado o un café, un café clásico del Jarocho, que es sinónimo e icono de un buen paseo por nuestro centro histórico.
Algo escondida se encuentra la librería de barrio Elena Garro, que está junto a una hermosa escuela de música que siempre he querido ver por dentro, pero que el grosero cuidador de la entrada nunca me ha dejado admirar. Coyoacán también tiene la Escuela Nacional de Música y, para los deportistas, los hermosos viveros de Coyoacán y, a una cuadra de los viveros esta, también un poco escondido, un restaurante de pizzas cuyo sabor lo hace uno de los mejores embajadores gastronómicos del lugar.
Si se visita Coyoacán, vale la pena el paseo por el tranvía y, para brindar al final de un hermoso día de relajación, diversión, cultura y buena comida, puede cerrar el gusto con un mezcal de los que se ofertan en los restaurantes cercanos a la fuente de los coyotes.
Coyoacán es hermoso y, por eso, vale la pena que retomemos nuestra cultura cívica de respeto a los espacios públicos, evitar tirar basura, no estacionarse en lugares prohibidos y, para los políticos, esforzarse en la seguridad pública de sus habitantes. Han aumentado los robos a transeúnte y el comercio informal. Es triste ver los espacios dominados por el comercio ambulante o cuidadores de carros que amenazan a los visitantes si estos no quieren pagar por ¨la cuidada¨. La seguridad de personas y bienes en espacios públicos es responsabilidad de la autoridad delegacional y no de los ¨cuidadores de carros¨.
Otro riesgo que tiene Coyoacán es el de las construcciones de departamentos pequeños en torre. Es de dominio público que la corrupción sigue siendo uno de los peores problemas de nuestra ciudad y uno de los que más lastiman a la calidad de vida. Los constructores encuentran un lugar para sus desarrollos e independientemente del uso del suelo o los niveles permitidos de construcción, ofrecen dinero a cambio de los permisos respectivos. El dinero no es poco y encarece los departamentos, dejando al comprador final con un departamento pequeño y caro.
Coyoacán es patrimonio de todos y tenemos que ser responsables como ciudadanos para cuidarlo en tanto patrimonio común. Hacemos un llamado a nuestros políticos a cuidar de Coyoacán, a fortalecer su seguridad y a ordenar sus espacios públicos. En la ciudad viven nuestras familias y, si queremos lo mejor para ellas, tenemos que cuidar lo que a todos nos es común.